La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El 'inquifatuo' de la Moncloa
LA vida urbana de fin de semana está empapelada de reclamos para el ocio con cuarto y mitad de sexismo denigrante para la condición femenina. Usted también habrá visto por las calles la diversa cartelería encolada por discotecas de diverso estilo y precio, que ofrecen entrada gratis o copas gratis a las chicas, eufemismo en el que caben desde las adolescentes hasta las talluditas. Es un modo de cazarlas a lazo para que llenen el local y se produzca el rebujito de miradas y contoneos entre los varones que pagan a escote y quieren muslamen, y las hembras invitadas en busca de probar suerte. No hace ser feminista para considerar que esas prácticas machistas ya están de más en una sociedad como la nuestra, donde las mujeres pueden salir a divertirse con su propio dinero, ya sean emolumentos fruto de su trabajo o vía asignación familiar.
Creo que las organizaciones empresariales de Andalucía y Sevilla deben instar al sector de las salas de fiestas y discotecas para que abandonen cuanto antes ese estilo de promoción de sus establecimientos. Son empresarios de una actividad que ya en sus obligaciones es demasiado sumergida y oscura (y no precisamente por la hora bruja), llevan muchos años dando largas y mirando para otro lado cuando reciben críticas por la discriminación de género, y cuando a alguno de sus colegas se le va la mano a la hora de buscar público femenino al servicio de una clientela masculina que les mantiene el negocio. Ese tanto se lo deberían apuntar la CEA y la CES, sin esperar a que Micaela Navarro, como consejera de Igualdad, haga uso de sus competencias para montarles una campaña de concienciación en favor del ocio en igualdad.
Agucen el ingenio de otro modo. Aprovechen con equidad las ganas de marcha que tiene la gente desinhibida, ya sean veinteañeros o cincuentones. No sean tópicos y gánense a las mujeres aprovechando su avance social desde la reivindicación de su dignidad.
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