La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Qué clase de presidente o qué clase de persona
Incomodidad en el ayer y evocación nostálgica en el presente. Así podría resumirse la comparación de las distintas percepciones sobre los mandatos socialistas anteriores a Aznar, entre los estratos tradicionalmente preeminentes de nuestra piel de toro.
Por un lado, comprensión derivada del alejamiento progresivo respecto a una genuina visión conservadora. Por el otro, factor de siembra de discordia en el seno de Ferraz, al fomentar la añoranza de una socialdemocracia constructiva frente a una actualidad caudillista jalonada por las calamidades.
Como consecuencia de esta dinámica, asistimos a una fascinación por aquel legado político, en influyentes círculos de la derecha sociológica, que asume como fuente de inspiración algunos de los logros alcanzados en el llamado “felipismo”.
Una situación alimentada por destacados protagonistas sobrevivientes que, embargados por el vértigo que supone el enfrentamiento con el propio pasado, contribuyen a elaborar una nueva escritura de la historia reciente, en la que se desdibujan matices que otros testigos conocieron y recuerdan.
La sosegada moderación, el desdén por toda ambición de mando y el distanciamiento de las más agresivas herramientas dialécticas, perfila a una ilustre vieja guardia enemistada con el ala más sectaria de su partido. Olvidados los tiempos de plenitud en que aquella también buscaba enfervorizar a las masas de simpatizantes con discursos acerados.
Es humanamente entendible el desconcierto que esta posición produce en el ánimo de sus herederos naturales: esa cúpula sanchista que con frecuencia incurre en el populismo y la demagogia. Faceta que por otra parte ha caracterizado siempre a la formación hoy gobernante, en convivencia y contraste con el apoyo fiel de unas clases medias cultivadas que han completado la base electoral aportada por el voto trabajador, así como con el pragmatismo de una maquinaria concebida para el ejercicio de las más altas responsabilidades ejecutivas.
Una confrontación generacional entre quienes siguen al pie del cañón y quienes ya retirados, o en proceso de estarlo, se desligan de una actitud extremista. Fenómeno interesante que no nos debe llevar a perder la perspectiva de que unos y otros han servido, en cada momento y con común devoción y lealtad, a un solo socialismo.
También te puede interesar
Lo último