¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El ensayo general de la Magna
Se acabó la temporada taurina, este año concentrada en la segunda mitad de septiembre por imperativos de la pandemia y dadas las escasas facilidades ofrecidas por la Junta para que los festejos se celebraran en abril. La anunciada auditoría del mangazo en la plaza de Sevilla ha tenido el efecto del conductor que te viene de frente y te pega una ráfaga de luces largas para avisarte de la presencia de la Guardia Civil. Los burladeros de la Junta de Andalucía han estado huérfanos de barandas salvo el día en que simbólicamente acudió nuestro sin par y siempre dilecto consejero de Presidencia. No ha faltado ningún día el que debía estar, el delegado del Gobierno, don Ricardo Sánchez, que se llevó un susto cuando un burel escupió el estoque en las proximidades del callejón.
La experiencia de septiembre ha ofrecido un resultado tan positivo en algunos aspectos que nos atrevemos a sugerir que para próximos años se siga con la prohibición de no fumar y de no vender alcohol. El que es aficionado a acudir a los toros constituido o alicatado ha de ser previsor y cargarse antes en las tabernas de los alrededores. Sin venta de cubatas en el interior de la plaza, al menos a algunos se les pasaban los efectos al tercer toro y no daban tanto la paliza. ¿Y qué me dicen de los fumadores de puros con riesgo de vertido de las cenizas en el cogote del aficionado que está sentado justo delante? Con un aforo al cien por cien, como todos deseamos, es preferible no darle al fumeque. La plaza libre de humos ha sido una delicia, no nos vamos a engañar a estas alturas del artículo.
No podemos olvidar el justo reconocimiento a la Caja Rural por el patrocinio aparecido cada día en el programa de mano que nos enviaba puntual el compañero José Enrique Moreno. Es meritorio que don José Luis García-Palacios -dichosa la rama que al tronco sale- no deje de lado la Fiesta cuando más necesitada está de apoyo, afecto y adhesiones públicas. Otras entidades se han dado de baja estos años a la hora de renovar sus apoyos. Por cierto, no pasa nada tampoco por no vender almohadillas de la Cruz Roja. ¡Si hace años que no hay corrida a beneficio de la institución! Las almohadillas que traen de casa los aficionados son más bonitas, con colores más taurinos y, además, nadie las arroja al ruedo en caso de cabreo. Los euros de aquellas almohadillas se pueden echar en el cepillo de la Capilla de la Piedad, donde ya pronto se celebrará la misa en acción de gracias por el fin de la temporada taurina. San Miguel ha sido un éxito, libre de humos y con verdaderos faenones para el recuerdo.
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