La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
Barbea las tablas el verano, este verano que aguardábamos esperanzados por que él, con sus mercurios en el ático, iba a mandar al virus a freír espárragos. Pero que si quieres arroz, Catalina, que ahí sigue el bichito cabrón mandando gente a la cama y a muchos al otro barrio. Hoy, cuando den las tres horas y treintaiún minutos de la tarde, más o menos cuando ya en el telediario hayan dejado de dar la tabarra con el coronavirus, entra el otoño. El otoño es esa estación, Sabina dixit, que dura lo que tarda en llegar el invierno, ea pues ya está aquí y nosotros con estos pelos. El otoño, así como la primavera cuenta con una literatura ilusionada y florida trae en su valija una leyenda de pesimismo y de ocaso. Cuando el otoño llega a nuestras vidas, casi todo lo que teníamos que hacer se ha hecho ya, que hasta para quitarle moños al galán, se le tilda de galán otoñal. Otoño ya.
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