La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
Desde mi córner
JORNADA de locura como antesala a un final preñado de incertidumbre tanto por arriba como por abajo y la constatación de que el Betis no se ha contentado sólo con bajar, sino que anda en la tarea de seguir batiendo marcas denigrantes. Primer fin de semana de mayo como uno de los hitos de esta Liga que ha recobrado la vieja costumbre de lo incierto de su final con tres aspirantes al título y varios a acompañar al Betis por el precipicio.
Fue la antepenúltima fecha y en ella descansó el Sevilla, que se tomó su cita con el Villarreal a título de inventario con los cinco sentidos puestos en lo que se le viene encima el día 14 en la capital piamontesa. También descansó el Betis pero por muy distinto motivo. Si el Sevilla vacó para guardar fuerzas con vistas a una cita trascendente, el equipo verdiblanco sólo repitió lo que ha venido haciendo durante todo un curso plagado de hechos vergonzantes, el ridículo.
No se puede pisotear más un símbolo como es el Real Betis Balompié. Y así como los que dirigen la nave están recibiendo el tratamiento adecuado a su inoperancia y desconocimiento, también los futbolistas deben aguantar su vela. Impropio de futbolistas aparentemente de Primera División, profesionales de elite en suma, es cómo se arrastran por esos campos. Ya ni siquiera cuando no sirve de excusa la presión aciertan a dar una imagen digna.
En fin que tampoco es cuestión de machacar en frío porque está comprobado que no lleva a parte alguna y que es como predicar en un desierto. La exhibición de desidia dada en Almería con los groserísimos y habituales errores defensivos de todo el curso podría considerarse como la gota que colma el vaso, pero es que el goteo empezó hace ocho o nueve meses, prácticamente lo que dura un embarazo. Fue la nota ignominiosa en una jornada para un final liguero apasionante.
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