La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los virus que ganamos

La listeria, el coronavirus y ahora la meningoencefalitis. ¿En qué momento los gobiernos orillaron la ciencia?

Salimos de la listeria, entramos en el coronavirus y ahora nos sale la meningoencefalitis vírica y hasta algunos casos de animales con la fiebre del Nilo. La listeria venía en la carne mechada. Del Covid-19 no tenemos todavía ni pajolera idea de cómo se puede combatir con eficacia. Ni vacuna, ni antiviral, ni respuestas a las preguntas más elementales. ¿Por qué en unas regiones su acción es menos letal que en otras? ¿Por qué se han curado nonagenarias pero han caído tipos con el cuerpo fornido? Los epidemiólogos de verdad, no los de barra de bar o sofá de salón, no lo saben todavía con certeza. La actualidad del último año demuestra que los nuevos retos de la sociedad están relacionados no con la comunicación, sino con la salud. Estamos pagando el altísimo número de desplazamientos que se generan en un mundo globalizado y, cómo no, el orillamiento de la ciencia por todos los gobiernos, provocado por el cortoplacismo de la clase dirigente y por la crisis económica de 2008. No somos una sociedad tan avanzada en lo fundamental, que es la cura de las enfermedades. El mundo no era tan seguro como creíamos o nos interesaba creer. Un ración de carne mechada, un murciélago o un mosquito tigre te manda para el otro barrio sin necesidad de coger un autobús. Estábamos cantando la tristeza que se sufre en las ciudades, pese a que en Andalucía no nos ha ido mal de momento con el coronavirus, cuando aparece una nueva amenaza que deja en tenguerengue una comarca entera. La vida sigue, pero nadie garantiza que lo haga para mejor. Casi hemos dado por amortizado el 2021 en cuanto a grandes celebraciones. Parece que tenemos claro que en septiembre volverán medidas restrictivas, pero nos basta con apurar este agosto con el que ni contábamos, prueba de que preferimos vivir al día. Antes de la crisis vivíamos como si fuéramos inmortales y ahora nos basta con que nos dejen ir a playas próximas, porque Madrid no está para nada, Cataluña menos y hasta llegan noticias de melancolía y soledades en el Camino de Santiago. Decíamos que el calor mataría el virus, pero asciende el número de contagiados y han tenido que cerrar piscinas públicas y terrazas de verano por casos comprobados de contagios. Al menos, el número de muertos en Andalucía es ínfimo de momento. Alguien tendrá que preguntar en el sitio adecuado por qué nos olvidamos de la ciencia, por qué se desmantelaron laboratorios y fundaciones que eran útiles para impulsar proyectos. Si queremos volver a recibir a 82 millones de viajeros, tendremos que hacer algo más que ponernos la mascarilla.

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