La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
La aldaba
En las Tres Mil Viviendas hemos visto trabajar a varios comisionados, al fiscal jefe Alfredo Flores in situ para conocer los problemas de inseguridad, a los reyes de España cuando acabaron los meses de restricción de la pandemia, cuando Letizia preguntó después de oír los testimonios de los vecinos: “¿No limpian el barrio si no venimos nosotros?”. Hemos visto al arzobispo Saiz comenzar su pontificado para dar su particular aldabonazo, a Charo Padilla entrevistando para la radio pública de Andalucía a la única alumna que un curso alcanzó la Selectividad. Y no pudo aprobar. A hermandades como la Soledad de San Lorenzo volcadas con el Proyecto Azarías, a la Fundación Alalá de José María Pacheco que trabaja en conseguir la integración social de jóvenes a través del arte, la cultura, el deporte y hasta un taller de costura, a la banda de música de Santa María la Esperanza reclutando jóvenes para que tengan una afición, al proyecto Fraternitas que garantiza la alimentación de casi seiscientos vecinos, la residencia universitaria Flora Tristán que cumple veinte años como proyecto social de la Olavide en el corazón del mismo Polígono Sur y, por supuesto, las escuelas de verano que atienden a casi mil niños en julio y agosto para que tengan una oferta de ocio y no pierdan hábitos saludables. Podríamos seguir con la lista de acciones destinadas a que el Polígono Sur no pierda el compás de la ciudad, pero los hechos del pasado fin de semana demuestran que lo tiene perdido.
Seguiremos pasando por la Avenida de Su Eminencia pisando un poco más el acelerador, evitando mirarle cara a cara a una de nuestras vergüenzas como ciudad y con la idea interiorizada de que se trata de una zona prohibida, como se les dice a los niños de Primaria sobre determinadas partes del colegio a las que no deben acceder. Sería una tragedia si todas estos planes de acción no se llevaran a cabo. Sería dejar definitivamente tirados a tantos buenos vecinos, a los párrocos que se dejan la vida y a aquellas monjas que dirigen la guardería y que una vez nos contaron que a veces duermen mal porque se oyen disparos, pero han aprendido a recuperar el sueño. Las Tres Mil es uno de los grandes fracasos de la ciudad. El Instituto Nacional de Estadística nos recuerda cada año que el Polígono Sur, Los Pajaritos y Amate son tres de las diez zonas más pobres de España. O inventamos el turismo de la miseria o no vemos solución tras casi cinco décadas de democracia y una Exposición Universal. Será que todo hogar tiene un trastero y toda ciudad sus zonas prohibidas. Aprendamos a recuperar el sueño. Como aquellas monjas valientes que no pierden la alegría.
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