Carmen De La Borbolla

Denuncia de una funcionaria

08 de febrero 2020 - 11:00

Sevilla/Todo tiene su momento, y ya ha llegado la hora de hablar públicamente del estado de un departamento de la Junta de Andalucía que a nadie le importa pero que afecta tanto a los ciudadanos. Soy funcionaria, llevo más de 35 años en esta Administración andaluza y he tenido la suerte de pasar por muchas consejerías y direcciones generales. Actualmente estoy en la Delegación Territorial de Cultura de Sevilla, concretamente en el Negociado de Depósito Legal y Propiedad Intelectual. Tan sólo llevo dos años en esta delegación, donde cuando llegué compartía trabajo con otra funcionaria.

Ahora estoy sola, frente a un negociado que por supuesto no es tal. Ni lo cobro, ni lo tengo valorado a nivel de currículum profesional y además está desdotado, pero sí estoy trabajando. Hasta hace unos días, que he dicho a mis superiores que sólo haré el trabajo de auxiliar que me compete. También hablo por los ciudadanos, ya que así me considero yo frente a otras administraciones cuando voy. Al estar sola y al ser la única persona que sabe de este tema ahora, ¿qué pasa si, por ejemplo, enfermo?, lo que sí ha pasado.

El ciudadano que publica en Sevilla necesita su número de depósito legal para maquetar su libro, o su obra; si no, tiene que esperar. He escuchado a gente llorando pidiéndome un número cuando el correo electrónico estaba abarrotado de peticiones, editoriales que una y otra vez han llamado e incluso han venido preguntando qué pasaba... Hoy me decido a hablar, entre otras cosas, porque nos hemos mudado físicamente. Ahora estamos en la calle Levíes 17 y, como tengo que atender al público, me han puesto en la planta baja, en un patio, donde parece que trabajas en la calle del frío que se pasa.

Estoy helada, a pesar de tener dos calentadores y venir cubierta de lana. Precario, como el departamento. Mis superiores, bueno, mi secretario general (porque a mi delegada territorial aún ni la he visto, a pesar de que el 26 de diciembre le dejé una carta contándole lo que estaba pasando) me escucha y me dice que está haciendo todo lo posible, y le creo sin duda, pero también sé que yo no soy más que una auxiliar que, para su suerte y la de todos los secretarios generales que han pasado por aquí, les trabajo muy bien y el trabajo sale. Hasta ahora, claro.

A pesar de que les digo a los ciudadanos que pongan reclamaciones, algunos no se atreven, así que hoy me he decidido a hacerlo, por ellos y por mí, porque mi dignidad y esfuerzo tienen un valor y éste me lo doy yo. Ya no sé qué hacer para que se atienda este departamento que amo con toda mi alma, porque, aunque trabajo precariamente, debo decir que mi trabajo me encanta, aunque no tengo efectivos, ni recursos. Y los que pagan las consecuencias, siempre, son los ciudadanos.

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