Unas recientes declaraciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles, han puesto de relieve la escasa importancia que se le da en el debate político español a la situación internacional, en unos momentos en los que la gravedad de la amenaza rusa se hace cada día más alarmante y el panorama ofrece una inestabilidad sin precedentes en décadas. Robles llama la atención de una opinión pública española que parece ignorar “lo complicada que es hoy la situación del mundo”, la evidencia de los planes imperialistas de Putin o el hecho de que “hoy en día, un misil balístico puede llegar perfectamente desde Rusia a España”. Esta situación, según su análisis, se da en los países del sur de Europa, mientras que en las zonas más orientales la amenaza se percibe con claridad. No le falta razón a la ministra. Hablar de clima prebélico en Europa, o al menos de una posibilidad real que antes no existía, ha dejado de ser una exageración. Basta repasar algunas declaraciones de las últimas semanas de líderes como el presidente francés, Emmanuel Macron, al frente de la única potencia nuclear de la UE. En este contexto lo que de verdad sorprende es la ausencia de referencias a un asunto de tanta gravedad en el tenso y crispado debate político con el que un día sí y otro también el Gobierno y los partidos políticos castigan a los españoles. Sería un ejercicio casi imposible buscar pronunciamientos sobre la crisis mundial de Alberto Núñez Feijóo, líder del principal partido de la oposición, o de Pedro Sánchez, más allá de los que realiza en su calidad de dirigente europeo. Tampoco el Congreso de los Diputados se ha caracterizado por interesarse por una cuestión que puede impactar de forma directa en la vida de los ciudadanos. Esta ignorancia de una coyuntura internacional potencialmente explosiva da una idea clara del nivel en el que se debate la política nacional, metida en una escalada de descalificaciones al contrario y de falta de propuestas.