Turismo y lluvias

Editorial

La inestabilidad meteorológica ha perjudicado las cifras previstas para 
esta Semana Santa pero ha despejado el futuro del turismo de cara al verano

01 de abril 2024 - 07:31

La Semana Santa supone el primer gran examen del sector turístico andaluz de cara a la temporada alta que arranca en verano. Más de un millón de personas se desplazaron a la región el año pasado, con un gasto de unos 400 millones de euros, según datos oficiales. La cita de este 2024, en la recta final de marzo y con una marcada inestabilidad meteorológica, ofrecerá, sin duda peores cifras. Las precipitaciones han estado presentes durante las principales jornadas festivas y han obligado a la suspensión de numerosas procesiones en toda la geografía andaluza y han repercutido en las reservas en la zona litoral. Sin duda la hostelería y la restauración se han visto seriamente perjudicadas en su facturación. Los empresarios cifran en un 15% el descenso sobre los ingresos previstos debido a las cancelaciones. Un sabor agridulce porque la merma de ahora por las abundantes lluvias disipan en buena medida los temores al impacto que podía causar la sequía este verano. Las estadísticas oficiales ya cuantificarán el montante económico que ha supuesto la adversa y deseada meteorología, gracias a la borrasca Nelson. Las inclemencias del tiempo han deslucido y obligado a suprimir decenas de cortejos. Pero también es cierto que el turismo nacional cobra especial relevancia en estas fiestas y el temporal tampoco ha dado tregua a otros destinos. No hay motivos para el pesimismo. El termómetro turístico mantiene su alta temperatura y ciudades como Málaga y Sevilla ya tenían garantizado más de un 80% de ocupación hotelera. El sector no da señales de ralentización, al contrario. El aeropuerto de Málaga, el más importante de la región con 135 conexiones, camina de récord en récord. La Junta espera un cierre histórico en estancias en el primer trimestre. El objetivo son los 35 millones de visitantes que se proyectan para 2024. Las precipitaciones han condicionado la Semana Santa pero han despejado el futuro turístico de cara al verano.

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