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Tribuna

Juanma García-Ruiz

Profesor del CSIC

Historia del tiempo presente

Cada vez está más claro que necesitamos en nuestros gobiernos menos políticos profesionales educados en el partido y más personas ilustradas

Historia del tiempo presente Historia del tiempo presente

Historia del tiempo presente / rosell

Unos de los innegables logros conseguidos tras la transición de la dictadura franquista a la democracia es la puesta en escena de la investigación española en el teatro de la ciencia internacional. La creación en 1986 de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva, y en 1991 de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora, también conocida por la de los sexenios, generaron las condiciones necesarias para imponer en la ciencia española los criterios modernos de la práctica científica. El rigor con el que actuaron ambos organismos promovió la formación de científicos con currículos contrastables a nivel internacional. Por eso, entre otras razones, tenemos hoy excelentes profesionales en los más diversos campos del conocimiento científico, desde la Física Teórica o la Matemática, pasando por la Química, Biología y las Ciencias de la Tierra, hasta las Neurociencias y las Ciencias Sociales. Sus trabajos, publicados en revistas internacionales de alto impacto, dan fe de la profesionalidad de mis colegas.

Por eso me extrañó sorprenderme al descubrir en una reciente entrevista la solidez científica de dos profesionales españoles de la Historia Contemporánea, de la historia de nuestro tiempo. Durante la entrevista, muy bien trabajada por Álvaro Corazón Rural en la revista Jotdown, los historiadores Carme Molinero y Pere Ysàs comentan extensamente sus trabajos en el campo de la historia reciente de España, en concreto sobre la historia de la transición.

Acostumbrado a aprender sobre nuestro pasado reciente en las obras de hispanistas extranjeros, me llamó la atención que existieran buenos profesionales españoles de la Historia Contemporánea. Pero, claro, era de esperar. Si tenemos buenos profesionales en Biología Estructural o Química del Estado Sólido ¿por qué no íbamos a tenerlos en Historia coetánea? ¿De donde entonces mi sorpresa? Con toda seguridad de estar hastiado de oír bramar a políticos y tertulianos indocumentados y a leer comentarios vehementes, o livianos trabajos de divulgación sobre nuestra historia reciente.

Pensaba que en un país tan visceral como el nuestro era imposible que surgieran profesionales de la Historia coetánea-también llamada la Historia del Tiempo Presente- con suficiente formación científica como para tratar con desapego, atendiendo sólo a los datos y a las pruebas documentales, el origen histórico de nuestro presente. Eso era lo que me llamó la atención: encontrar un discurso, el de Molinero e Ysàs, tan desapasionado, tan racional, tan cristalino, sobre un momento de la historia que ellos mismos han vivido, que yo he vivido.

Estos dos historiadores de la Universidad Autónoma de Barcelona se han especializado en el estudio riguroso de la naturaleza política de la dictadura franquista y del papel que los políticos de fuera y dentro del régimen -incluido el monarca designado por Franco- han jugado en el tránsito hacia la democracia. Lo explican en esa entrevista y en un reciente libro titulado La transición, historia y relatos (Siglo XXI). Confieso que al terminar de leer la entrevista me sentí reconfortado, protegido, amparado. Frente a tantas interpretaciones de nuestra historia reciente dictadas por la barriga más que por la cabeza, sesgadas por la ideología, esa gran perturbadora de la razón, existen en nuestro país profesionales sesudos, bien documentados, que practican un análisis rigurosamente racional y que contrastan sus análisis con metodología científica. Los tenemos en nuestras universidades y centros de investigación y hacen una labor impagable. Tanto como la de cualquier otro científico.

Supongo que habrá de todo, como en cualquier rama de la ciencia. Pero a los buenos historiadores del tiempo presente tenemos que leerlos (aunque sus resultados no se compadezcan con nuestras ideas), tenemos que formar a nuestros jóvenes con sus trabajos, y reclamar a nuestros políticos que los lean. O mejor, cambiar a políticos indocumentados por hombres y mujeres entrenados para analizar racionalmente las situaciones, para acercarse a los problemas con el corazón y solucionarlos con la cabeza. Cada vez está más claro que necesitamos en nuestros gobiernos menos políticos profesionales educados en el partido y más personas ilustradas con una buena formación positiva y racionalista.

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