Conocer Écija de nueve maneras diferentes

Cultura

Rutas guiadas. Descubrir cada rincón de la Astigi romana de la mano de profesionales es todo un lujo al alcance de los que se acerquen a la oficina municipal de turismo.

Astigi y su importancia en la época romana cobran vida en Écija.
Reyes Rocha / Sevilla

11 de enero 2013 - 01:00

Écija se descubre ante los visitantes de una manera casi mágica cada fin de semana. Visitar este municipio de la campiña sevillana y no tener nada que hacer es muy complicado. Parte de la culpa la tiene la Delegación de Turismo del municipio que ha puesto en marcha, en colaboración con diferentes empresas turísticas locales, un completo programa de visitas que descubren y revelan los tesoros más o menos escondidos de un municipio que cuenta con cinco museos y una gran representación de arquitectura civil y de conventos.

Patrimonio, cultura, deporte y naturaleza tienen su lugar en cada una de las nueve propuestas. La técnico de Turismo Nieves Dugo asegura que la experiencia ha tenido una gran acogida por parte del público participante hasta ahora. Toda la información está disponible en la oficina de turismo y también a través de la web www.turismoecija.com.

Las primeras rutas surgieron en marzo de 2012 y comprendían los conventos y los palacios. En junio se añadieron las de los retablos callejeros y las leyendas. A finales de año surgió además una empresa de visitas teatralizadas. "Desde la oficina de turismo les dimos forma a cada una de las iniciativas y las coordinamos para conseguir que todos los fines de semana haya una actividad para realizar en Écija. Incluso hemos conseguido que se puedan visitar las torres".

De este modo, los primeros sábados de cada mes, de 10.30 a 14:00, se realiza la ruta de los conventos y el primer domingo de cada mes, Écija en Familia. Es toda una experiencia dirigida a conocer la ciudad, su historia y patrimonio a través de juegos para niños y padres. Los pequeños llevan el mapa con el itinerario y en cada parada se hacen una serie de pruebas. El precio es de tres euros por persona.

Los segundos sábados de cada mes se hacen la ruta monumental que incluye el Museo Histórico Municipal, las iglesias de Santa María, Santa Cruz y San Juan, además del Palacio de Peñaflor y el de Valdehermoso. Este mismo día, pero por la tarde, está la ruta de los retablos. Ambas tienen un precio de cinco euros por persona. El segundo domingo de cada mes es el turno de Cervantes y la Écija que conoció en su época.

Los terceros sábados por la maña se realiza la visita a los palacios. Hay que tener en cuenta que en Écija vivieron más de 13 familias que ostentaban el título de Grande de España. El tercer domingo es el turno para la poesía con un itinerario literario con poemas que inspiraron los lugares que se visitan. Al comienzo del recorrido se les entrega el poemario a los participantes.

El cuarto sábado Astigi cobra vida. Incluye en cada monumento una representación inspirada en una época de esplendor de esta ciudad como productora de aceite de oliva para el imperio romano. Por la tarde es el turno de las leyendas de Écija con historias mágicas, romances, anécdotas e incluso crímenes que jalonan la intrahistoria del municipio.

Lo mejor es que para realizar estas rutas no es necesario un mínimo de personas, "hemos tenido grupos con cuatro personas y han hecho su visita. Normalmente cuando llegan a la oficina de turismo le indicamos que va a salir un grupo y se suelen sumar", explica Nieves Dugo, técnica de Turismo.

Esta iniciativa ha supuesto un aumento en la llegada de visitantes al municipio durante los fines de semana. "Hasta ahora, a la oficina de turismo ha llegado el doble de personas que las registradas en estas fechas el año pasado", asegura Dugo.

Por si fuera poco, la oferta se completa con la posibilidad de realizar rutas a caballo, por la Vía Verde, piragüismo en el Genil, entre otros y sin olvidar que Écija ha estado ligada desde siempre al mundo del caballo. El Centro de Interpretación Visual Ecuestre se encuentra ubicado en las caballerizas del Palacio de Benamejí que datan del siglo XVIII. Se trata de un espectáculo de luces y sonido de 270 grados sobre el mundo del caballo.

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