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La mina crea ilusión

  • Los vecinos de Aznalcóllar esperan cuanto antes la reapertura de la explotación, única esperanza para un pueblo con un tercio de la población en paro.

En el bar más próximo al Ayuntamiento de Aznalcóllar sólo desayuna una pareja. El propietario aguarda tras la barra. Apenas entabla conversación con los clientes. Sirve a los recién llegados y se aparta unos metros a leer el periódico discretamente. Al ver que uno de ellos lleva una cámara de fotos profesional pregunta si son periodistas. "¿Vienen por lo de la mina, no?". Cuesta sacarle información. Dice que sus parroquianos apenas hablan del asunto y que quien lo hace refleja el sentir general. "Estamos contentos, claro, ¿quién necesita salud mejor que un enfermo?".

Algunos de los vecinos de Aznalcóllar agravan el diagnóstico del hostelero. "El pueblo está muerto", coinciden varios antiguos mineros de Boliden, prejubilados, que se dan cita cada mañana en el Hogar del Pensionista. "No hay nada. Desde que reventó la balsa y cerró la mina no hay futuro aquí. Todavía nosotros escapamos bien, con buenas pensiones. Pero para los jóvenes no hay nada. Ni trabajo, ni ocio, ni oferta cultural... Nada. Si tienen 20 euros en el bolsillo, no hay dónde gastarlos", dice Sebastián Romero. Sus antiguos compañeros José Martín, Antonio García y Antonio Rodríguez asienten.

"Puede decirse que tuvimos suerte porque si el accidente pasa hoy, en esta época de crisis, nos vamos con una mano delante y otra detrás", añade Martín. Todos coinciden en la ilusión que genera la reapertura de la mina, y están esperanzados en que el proyecto salga adelante cuanto antes, ahora que el archivo de la investigación judicial sobre la concesión de la explotación al Grupo México-Minorbis parece haber allanado el camino. Los cuatro son hijos de mineros y algunos también tienen abuelos y bisabuelos mineros. "Éste es un pueblo minero, tanto como Riotinto, aunque no tengamos museo ni tren. Aznalcóllar ha vivido siempre de la minería. Eso se lleva en la sangre, porque minero no es cualquiera, es un oficio duro, sacrificado y hasta enfermizo", dice Romero, que ha visto a dos de sus compañeros morir en una galería. "Es un oficio tan particular que sólo se puede aprender en el tajo, no hay formación posible fuera de él", dice.

Los cuatro lamentan que, tras el desastre ecológico, se desmantelaran gran parte de las instalaciones. Estiman que harán falta al menos tres años para que la explotación empiece a rendir. La tertulia se deriva hacia datos técnicos. El nuevo proyecto no consiste sólo en una explotación a cielo abierto, sino también en interior. "Eso ya es otra cosa eh, meterse ahí abajo impone mucho respeto, por mucha seguridad y por mucha tecnología que haya, que la hay".

Uno de los antiguos mineros, Antonio García, estaba trabajando la noche que se rompió la balsa. "Mejor no hablar de ello, ¿no le parece? Mejor que hablemos de la reapertura de la mina", le interrumpe José Martín cuando se disponía a contar como vivió aquella catástrofe. En el pueblo hay quien piensa que aquello no fue un accidente, sino un sabotaje. "Puede que alguien lo piense, pero no es la opinión generalizada. Aquello se rompió, la balsa se fue y ya está", explica.

Quien sí recuerda aquel día, "como si fuera ayer", es Juan Luis Rodríguez, primer teniente de alcalde de Aznalcóllar, que atiende a este periódico por ausencia del alcalde, Juan José Fernández, que también fue minero, y que tiene varias entrevistas concertadas en Sevilla capital durante la mañana. Le acompaña el concejal de Seguridad y portavoz del gobierno, Antonio Valladares. Los dos son de IU, que obtuvo la mayoría absoluta en las pasadas elecciones municipales. Los dos son muy jóvenes. "Y parados, como todos los del pueblo", dice Rodríguez, arquitecto técnico de profesión. "Me especialicé en seguridad, pero nada, nos cogió la crisis".

Los dos ediles eran casi unos niños cuando se rompió la balsa de Aznalcóllar. Recuerdan cómo iba la gente al puente de la carretera de Sanlúcar la Mayor para ver bajar los residuos por el río Guadiamar. "El morbo, ya se sabe. Hoy la zona está muy limpia y hay más peces que antes". Ambos explican que la noticia de la reapertura de la mina tiene al pueblo en "éxtasis" y a sus vecinos celebrándolo "radiantemente". "Es algo que va a generar muchos puestos de trabajo. Se estima que en esta primera fase, de aquí a unos seis u ocho meses, ya se contrate a 200 personas, pero con el tiempo la mina puede llegar a emplear a más de 1.500 trabajadores. Y no sólo es eso, sino que por cada empleo directo se generarían cuatro indirectos. Es decir, habrá comercios y se fundarán empresas que trabajen para la mina. Es algo que nos tiene muy felices porque esta noticia llega en un momento en el que el paro en Aznalcóllar es del 32% y entre los jóvenes supera el 80%", apuntan los concejales.

Representantes del Grupo México ya han pasado estos días por Aznalcóllar y han entablado contacto con el alcalde. Ahora están estudiando dónde instalarán sus oficinas. "Creemos que esta vez sí parece que hay un impulso y que va a ir todo muy rápido. Ojalá sea así, porque ahora mismo la mina es la única esperanza para el pueblo. Pelearemos para que contraten al mayor número posible de vecinos de Aznalcóllar".

El Ayuntamiento también pretende trabajar a largo plazo en la búsqueda de alternativas. La economía de este municipio se basaba única y exclusivamente en la mina. En 1998 no hubo ningún sitio en el que recolocar a los trabajadores. Muchos se prejubilaron y otros siguieron trabajando en las instalaciones, contratados por la Junta de Andalucía. Para los jóvenes había siempre trabajo y se quedaron sin nada. Con la burbuja inmobiliaria algunos encontraron trabajo de albañiles. "No puede volver a pasar lo mismo. Tenemos que aprovechar las tierras de regadío que tenemos, explotar el turismo rural y tratar de abrir nuevas vías de negocio. Otro reto es que el tren llegue a Aznalcóllar". Los viejos mineros coinciden. "La mina se agotará, tarde o temprano, y cerrará. No nos puede volver a coger de sorpresa".

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