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El problema de la potabilidad del agua en la Campiña y la Sierra Sur

"Si no teníamos suficiente con el Covid, ahora el agua"

  • Los vecinos creen que se debió advertir desde el primer momento a todos los municipios

  • En Arahal y otras localidades afectadas había acopio de agua embotellada desde hace días

Ciudadanos haciendo cola para llegar garrafas ante un camión cisterna, en Arahal.

Ciudadanos haciendo cola para llegar garrafas ante un camión cisterna, en Arahal. / Juan Carlos Vázquez

“Si no teníamos suficiente con el Covid, ahora el agua...”, se lamentaba ayer en Arahal Manuela, detrás de su mascarilla, mientras metía en un carrito cuatro botellas de dos litros que acababa de llenar en un camión cisterna que Areciar (la empresa pública del Consorcio del Plan Écija) había colocado en la calle Las Golondrinas, una nomenclatura que recuerda a Bécquer y a primaveras de vieja normalidad, que se añoran ahora por otros motivos. El agua venía de Palma del Río, ya en la provincia de Córdoba.

Como en el resto de los pueblos afectados por este episodio de contaminación con benceno y que ha obligado a hacer un despliegue con pocos precedentes desde los años de graves sequías (Écija, Marchena, La Luisiana, Cañada Rosal, Fuentes de Andalucía, La Campana, Paradas, Morón, Lantejuela, Osuna, La Puebla de Cazalla, El Rubio, Marinaleda y Herrera), en Arahal, el goteo de usuarios fue constante ante los camiones, que no pararon de suministrar, pero al menos no tuvieron muchas aglomeraciones.

El lineal de un supermercado de Arahal, sin botellas grandes ni garrafas de agua. El lineal de un supermercado de Arahal, sin botellas grandes ni garrafas de agua.

El lineal de un supermercado de Arahal, sin botellas grandes ni garrafas de agua. / Juan Carlos Vázquez

Quizá porque bastantes residentes, que ya habían oído las noticias de que el agua no era apta para el consumo en Marchena y en La Luisiana, no se fiaron de los mensajes de tranquilidad, de que aquí no pasa nada (hubo varios días de comunicados del Consorcio del Plan Écija en ese sentido, mientras que se anunciaba que tampoco se podía consumir en Écija o se reunía a los alcaldes en junta general urgente) y ya habían hecho acopio de botellas los días previos. A lo mejor la pandemia sí ha supuesto un aprendizaje, aunque algunos lo llamen alarmismo o anticipación ¿innecesaria?.

“Desde el jueves están entrando camiones y palés y se agotan, sólo quedan botellas de las pequeñas y tenemos a gente esperando”, explicaban en el Cash Navarro y en el Mercadona de Arahal. Abrieron a las 09:00. Poco después de las 10:00 no quedaban botellas de dos litros o garrafas.

“Desde el viernes, que pude comprar dos botellas, ya no bebemos agua del grifo, aunque aquí no la hubieran prohibido soy marchenera y sabía que terminaríamos igual, porque el agua es la misma y viene para acá”, explicaba Lidia, que cargaba varias garrafas en su coche, también en Las Golondrinas.

Una vecina de Arahal abre el grifo. Una vecina de Arahal abre el grifo.

Una vecina de Arahal abre el grifo. / Juan Carlos Vázquez

La mayoría de los vecinos decían haberse enterado de la declaración de no apta para el consumo a través de facebook y otras redes sociales o por la televisión local. Pero había quien criticaba que no se tengan en cuenta a las personas mayores, que pueden no manejar las nuevas tecnologías.

Muchos de esos mayores estaban también en las colas de los camiones cisterna, como Manuel Lobato (87 años), en el camión que se colocó en la zona de El Rodeo. “Pesaba mucho y ya me llevó la garrafa mi vecina”, señala Pepa a la vuelta de un supermercado. Asegura que estuvo bebiendo agua del grifo hasta la noche previa, horas después de que se anunciara que no era apta por el nivel de benceno y su nieta se acercara a llevarle una botella, en la barriada de Los Poetas. Pepa está tranquila. En realidad, el agua del Consorcio del Plan Écija, que procede de dos pantanos en Sierra Morena, ha tenido buena fama.

El propietario de un bar prepara la cafetera con agua que ha recogido del camión cisterna. El propietario de un bar prepara la cafetera con agua que ha recogido del camión cisterna.

El propietario de un bar prepara la cafetera con agua que ha recogido del camión cisterna. / Juan Carlos Vázquez

También en Las Golondrinas carga una garrafa de 19 litros Rafael Saucedo para la máquina de café de su bar, Ambiguo, que está en la esquina. A esa hora –a diferencia de otros bares de Arahal, concurridos bajo toldos y balcones en los que protegerse de la llovizna– todavía está cerrado. Es una complicación más, a los aforos –el 33% dentro, el 75% fuera, cerrar a las 18:00– y al confinamiento de marzo.

“La información ha llegado con cuenta gotas. Hace tres o cuatro días que se supo lo de Marchena y todo el mundo decía que aquí el agua viene del mismo sitio e insistían que no había problema y al final..., mira”. Es la queja constante, la sensación de que la información se ha ido dando tarde y de forma incompleta. 

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