Cádiz

¿Dónde está el dinero?

  • El gran mazazo fue el del polígono de Las Aletas, un proyecto convertido en bandera y tumbado por el Tribunal Supremo

Rafael Navas Renedo 

Director de Diario de Cádiz

Que Cádiz sea una tierra tradicionalmente dada a las leyendas y los clichés fáciles, a los estereotipos que dan la vuelta al mundo y a los tópicos más extremos, no debería implicar que de forma paralela produjese, aunque fuese de vez en cuando, otro tipo de noticias relacionadas con el desarrollo económico, tecnológico, industrial, de las infraestructuras, de las comunicaciones, etcétera. Pero hay veces en las que no es que lo primero ensombrezca lo segundo; es que sólo sucede lo primero o al menos eso es lo que le queda al ciudadano.

El año en el que la crisis puso a mucha gente en su sitio y a otra mucho más allá, la provincia de Cádiz se sumió en un profundo sueño, contagiada del sopor general y del estado de shock en que vivió todo el mundo. Y no sólo porque las cifras del paro crecieron como nunca antes se había visto (y miren que en Cádiz estábamos ya curados de espanto), sino porque aquellos proyectos en los que ya creíamos iban a sacarnos del vagón de cola mucho antes del estallido de la crisis, tampoco llegaron. Todavía digeríamos el gran mazazo del cierre de Delphi y continuaba el bucle de los eternos cursos de formación de la Junta a sus empleados en la Bahía de Cádiz cuando nos encontramos con más cierres y regulaciones, las más sonadas las de Vicasa en Jerez -la dueña del skyline industrial de la ciudad- y la de la antigua Tabacalera de Cádiz, que se consume poco a poco como un cigarro sobre uno de los suelos con más valor de la capital.

Nadie esperaba, desde luego, que el año 2009 fuese el de la recolocación de todos los ex empleados de la firma auxiliar del sector automovilístico, pero sí que los planes de empleo hubiesen ido algo más rápido, en sintonía con las promesas realizadas. Apenas un centenar de personas en Gadir Solar, una de las empresas que abren la puerta a la esperanza en la reindustrialización, fue todo lo que nos dejó un año para el olvido en lo que a empleo se refiere. Para 2010 dejamos casos como el del consorcio Alestis, que ha de tener en marcha su nueva planta, muy cerca de los terrenos que abandonó una Delphi de la que no sirvieron ni las máquinas en subasta.

El gran mazazo, más moral que otra cosa, fue el del polígono de Las Aletas. Este proyecto, convertido en bandera tanto por la Junta de Andalucía como por el Gobierno central, una cuestión de Estado en toda regla, fue tumbado literalmente por el Tribunal Supremo, que atendió una demanda de los ecologistas de Adena, quienes denunciaron que no estaba justificada la ocupación de los terrenos en una zona de marismas. El fallo del Supremo era consecuencia del ‘fallo’ de la Administración, que no montó el expediente como era debido y con ello montó un lío de considerables dimensiones, pues el inicio de las primeras obras había sido presentado a bombo y platillo poco antes. Las Aletas es el futuro de buena parte de la provincia de Cádiz, un polígono industrial, logístico y medioambiental estratégicamente situado cerca de la Universidad, la línea ferroviaria y varias carreteras, entre ellas la autopista Sevilla-Cádiz. Por eso el mazazo ha sido tan grande. Era la esperanza y ahora habrá que seguir esperando a que alguien, desde Madrid, desde algún ministerio, arregle lo que otros (también desde algún ministerio) no supieron o quisieron poner en marcha correctamente en su momento.

Pero no sólo de Aletas vive una provincia turística por excelencia que aguantó como pudo un año difícil para este sector. Incluso se anunció la puesta en marcha de grandes proyectos en la costa, sobre todo en la zona de Vejer, que demuestran que la actividad sigue viva y despierta interés a pesar de los registros del aeropuerto de Jerez, los peores de su reciente historia. Y es que las comunicaciones siguen siendo una de las asignaturas pendientes desde los tiempos de Hércules (el mismo de las torres levantadas por Rafael de la Hoz en Los Barrios), un anhelo que es ya un clásico de los anuarios. A falta de la alta velocidad del ferrocarril, Renfe trajo el ‘Alvia’ (o ‘pato’ como rápido lo bautizaron los gaditanos), que sitúa la capital de España a unas cuatro horas y pico de la capital de la provincia. Pero tal es la demanda de este tipo de trenes que rápidamente se quedó corta la apuesta de Renfe.

A la espera de que algún día llegue el Ave de verdad a Cádiz, si es que llega, los ojos están puestos en el tranvía metropolitano y en el segundo puente sobre la Bahía, por el que pasarán sus vagones. San Fernando se llenó de obras, y luego Chiclana, para dejar paso a la infraestructura de comunicaciones de moda, que unirá en una especie de círculo a las poblaciones de la Bahía y eso incluye a Jerez.

El cambio de modos que trajeron desde la Junta el nuevo consejero de Gobernación, Luis Pizarro, y la nueva consejera de Obras Públicas y Transportes, la ex alcaldesa cordobesa Rosa Aguilar, permitieron desbloquear varios proyectos, entre ellos la ordenación de la plaza de Sevilla en Cádiz (una vez quedó confirmado que el edificio de la Aduana, por feo e inútil que sea, no se tira) y la penetración del tranvía en la capital. También se notó un cambio de talante entre las relaciones del Ayuntamiento que preside Teófila Martínez y el Ministerio de Fomento en manos de José Blanco, pues ambos solucionaron en un tiempo razonable el problema derivado del ‘aterrizaje’ del segundo puente en la capital, que amenazaba con bloquear este proyecto básico para la Bahía.

Pero volvamos al principio del artículo. Cuando todo esto pasa a un segundo o tercer plano porque otro tipo de noticias acaparan la atención de los medios y los ciudadanos es porque no se ha hecho lo suficiente. En 2009, si se pregunta a cualquiera, los protagonistas no fueron nuestros políticos (ni siquiera aquellos que, como Juárez en La Línea, dejaron sus cargos) sino unos personajes surgidos quién sabe si al calor de los tiempos de bonanza y alegrías o al despecho de los tiempos de la crisis. Jenaro Jiménez, el gaditano que fingió su muerte pero que en realidad se fugó a Paraguay acuciado por las deudas, fue el más famoso de todos. En el país americano se cambió el nombre por el de Álvaro Domecq y Carvajal, se hizo pareja de una ex miss Boquerón y hasta tuvo tiempo de tener con ella una hija antes de volver a España, donde espera varios juicios. La suya fue la historia del año, pero no le fueron a la zaga otras como la de los dos estafadores de pisos de Cádiz que se paseaban como si nada por las calles ante la mirada de los estafados, en su mayoría parejas jóvenes que iban a casarse y se quedaron compuestas y sin piso. O la historia del autodenominado ‘hijo de Satán’ que en Chiclana había montado una suerte de secta que estafaba a sus clientes. Si todo ello lo adobamos con la casi increíble historia del desfalco en la Caja Municipal del Ayuntamiento de San Fernando, ocho millones de euros que se han evaporado como por arte de magia a la vista de todos, caeremos en la cuenta (nunca mejor dicho) de que en 2009, entre inversiones que no llegaron y personajes que se largaron con la pasta, la pregunta que todos nos hicimos fue: ¿dónde está el dinero?

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