Clasificado en la fase de grupos y quinto en la Liga a ver quién le pone un pero a este Betis que Manuel Pellegrini tiene tan bien ensamblado. Era obligatorio derrotar a un Ferencvaros que venía sin presión y sin nada que ganar y ganó con la ley del mínimo esfuerzo. Hizo dos goles en sendos mandobles al mentón magyar para guardar el balón con los dos ojos puestos en el futuro inmediato que pasa por la Liga y la Copa del Rey.

A pesar de lo mucho que había en juego, Pellegrini siguió con esas rotaciones que sirven para mantener al grupo comprometido y para dosificar esfuerzos, que la temporada es muy larga y quedan demasiadas aristas que eludir. En esta ocasión optó por utilizar a Joaquín de Fekir y con Guido y Canales en el corazón de la zona de proyectos para que la triple mediapunta la completasen Rober y Tello con el portuense y Borja como elemento más adelantado.

A los cinco minutos ya ganaba el Betis gracias a una asistencia de Bellerín a Tello precedida de un pase fantástico de Joaquín al espacio. Todo bajo control, aunque la jerarquía defensiva del Betis no se distinga como su principal virtud. Pero Ferencvaros es lo que es, líder de la liga húngara pero sin un solo punto en un grupo que se ha confirmado como lo que se predecía cuando el bombo suizo, muy solvente. Y a todo esto, una preocupación, la de que el Celtic ganaba en Leverkusen.

Inquietaba lo de ir a jugársela a Glasgow el 9 de diciembre y del marasmo se salía con un golazo made in Canales que paliaba esa inquietud. Pero remontó el Bayer y, con la clasificación asegurada, todo era cuestión de no correr riesgos de lesiones, se guardaba el balón y la integridad física y la euforia se adueñaba de un Villamarín con 30.000 almas en una noche de perros. Hubiera sido lo ideal acabar de líder, pero el grupo se las traía y el Betis sobrevive en Europa. Casi nada.