Villarreal-Betis | La crónica

Un cabezazo de gloria bendita de Willian José para el Betis

Willian José alza el puño con alegría junto a Luiz Felipe y Marc Roca en la celebración del 1-2.

Willian José alza el puño con alegría junto a Luiz Felipe y Marc Roca en la celebración del 1-2. / Iván Terrón | Europa Press

Triunfo de tremendo valor del Betis en su debut ante el Villarreal gracias a un cabezazo en plancha de Willian José cuando el partido ya se extinguía en el ahora llamado Estadio de La Cerámica. Estallido de alegría, por tanto, y nada es fruto de la casualidad porque ese uno a dos tiene lugar debido a que varios futbolistas de la escuadra de Pellegrini están en el área rival después de la recuperación en un saque de Jorgensen. Ésa es la clave de todo y cuando las cosas se plantean así el premio llega para alegrar a toda tu hinchada en este arranque de la competición.

No se puede achacar, en absoluto, este primer éxito de la escuadra del Ingeniero a la buena suerte. Para que la fortuna se decante hacia tu lado hay que poner las bases para ello y el Betis lo hizo en el tramo final después de pasarlo mal en el arranque de la segunda mitad. En esa fase, sobre todo a raíz de la entrada en el campo de Capoue, el Villarreal sí llegó a tener el mando y pareció invertir la tendencia de una cita que en la primera mitad le había pertenecido con claridad a los visitantes.

Pero ahí estaba Manuel Pellegrini y todo su cuerpo técnico para buscar las soluciones a través de unos cambios de lo más acertado. El control del partido volvió a cambiar en esos instantes decisivos, había pasado el sufrimiento posterior al empate de Cuenca y, a pesar del equilibrio entre ambas escuadras, todo apuntaba que a que, si uno de los dos acababa imponiéndose al otro, ése iba a ser el Betis.

La razón estaba clara, a Capoue le había durado el aire apenas diez minutos y, sin embargo, las entradas de Guardado, Ruibal y Rodri les habían dado un plus de energía a los heliopolitanos. El Betis comenzó a avisar con un cabezazo de Willian José que se había ido a las manos de Jorgensen (82'), un tiro lejano de Guido Rodríguez desviado por un rival (84') y algunas jugadas que se frustraban por errores en los centros o en el último pase.

Era una evidencia que el Betis tenía la posibilidad de volver a tener los tres puntos en su mano, algo que ya hizo a lo largo de todo el primer periodo gracias al mando de Isco en la posición de mediapunta con el encargo de la construcción del juego y, sobre todo, a la pujanza de un Luiz Henrique que era un verdadero dolor para Alberto Moreno, Pedraza y todos los defensores que Quique Setién pudiera colocar por ese costado.

Hasta que se produjo esa anticipación después de un saque de Jorgensen y todo fluyó con precisión. Apertura hacia la banda derecha por parte de Willian José, allí maniobran varios integrantes béticos y la pelota le llega con mucha ventaja a Sabaly. El lateral derecho otea el horizonte, tiene bastante tiempo para hacerlo sin que nadie lo hostigue, y conecta con mucha calidad con Willian José. El brasileño está completamente solo en el interior del área y su testarazo es mayúsculo para que todos los que profesan la fe balompédica radicada en el sevillano barrio de Heliópolis pudieran celebrar a lo grande. Tenían razones de sobra para ello.

Dominio inicial

Iba a partir el Betis con las ideas futbolísticas siempre presentes en el juego con Pellegrini. Marc Roca era el escudero de Guido Rodríguez para que la creación le correspondiera a Isco, al que el técnico chileno le dio todos los galones desde el primer día. "Es un jugador diferente", llegó a comentar en los análisis posteriores para las televisiones con derechos. Y tenía razón.

El malagueño realizó controles brillantes y estuvo preciso en los pases, incluso en ese balón que pareció muy largo para la carrera de Luiz Henrique, pero que el brasileño, siempre poderoso, lo convirtió en una verdadera joya. Recorte magistral a Alberto Moreno y una visión periscópica para detectar la llegada de Ayoze por el medio en solitario. El canario le dio con el fuerte con el interior y ya se podía ir directamente a festejar con todos los suyos.

El Betis, que sólo había sufrido con anterioridad en un gol anulado a Álex Baena cuando el VAR corroboraba la decisión del auxiliar de decretar fuera de juego, comenzaba a mandar con mucha superioridad sobre un césped que se levantaba constantemente. Llegaría otro gol anulado, en este caso a Guido Rodríguez en una falta que ponía en el área Isco, y la realidad es que se transmitía a todos los que estaban viendo el litigio que los verdiblancos, negros esta vez por su equipación, habían podido golpear más duro, que habían dejado pasar la opción de sentenciar aquello.

Y todo variaría tras el intermedio. El Betis dio un pasito atrás y el dominio pasó a ser del Villarreal. Había salido Willian José por un Borja Iglesias amenazado con la segunda amarilla y el dominio ya sí fue amarillo. Pudo empatar Foyth (52') al cabecear un córner al poste y en esas jugadas a balón parado había más peligro de lo normal. Hasta que sí acertó Cuenca en una falta lateral (61'), por cierto, innecesaria de Luiz Felipe.

Después del tiempo muerto por el agua, la mano de Pellegrini se dejó notar y con sus cambios fue mejorando a los suyos para que los diez últimos minutos, más el añadido, se jugaran muy cerca de Jorgensen. Tanto fue así que se produjeron los dos primeros avisos de Willian José y Guido Rodríguez antes reseñados y al tercer aviso, con mucha gente en el área local, una valentía que debe ser valorada con un 1-1 en el minuto 95, llegó el testarazo de Willian José inapelable. Gloria bendita para el Betis en el debut.

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