Joaquín Sánchez, en el sitio de su recreo

Real Betis | El reportaje

El portuense, idolatrado por donde quiera que va, apura su fútbol único en los torneos por eliminatorias, donde como titular es un ejemplo de compromiso

Joaquín Sánchez, en un entrenamiento reciente del Betis.
Joaquín Sánchez, en un entrenamiento reciente del Betis. / Antonio Pizarro

“Me despido de mí mismo”, ha comentado hoy Joan Manuel Serrat tras el anuncio de su última gira, la que abrochará en Barcelona, el 23 de diciembre de 2022, una carrera sin igual en la música española y catalana. Y eso es lo que hace esta temporada otro artista, éste con un balón en los pies, el intérprete de un fútbol de autor, el bético Joaquín Sánchez.

Esta Copa del Rey va a ser el sitio del recreo del portuense. Manuel Pellegrini le va a dar rienda suelta. “Lo más importante es disfrutar, sentirme futbolista. Tengo ilusión y motivación ahora que juego menos para sentirme futbolista”, declaró con su corazón en la mano en Alcoy la pasada noche, después de que volviera a sentar magisterio en la irregular hierba de El Collao, con gol y dos asistencias incluidos. Su compromiso es admirable. Y obliga a todos sus compañeros a estar a la altura y no aflojar un ápice en partidos en campos de polvareda, que despiertan tibios estímulos.

Para el gran capitán, el estímulo es mayúsculo porque apura la copa, con ce minúscula. A los 40 años (a su edad mantiene un valor de mercado de 1,50 millones de euros para el portal especializado transfermarkt, nada menos), sabe que cada ocasión, como la que puede tener en el imponente Celtic Park la semana próxima, se la va a tomar como el niño que sale ansioso con la pelota al recreo.

Pellegrini le ha dado la titularidad al extremo derecho en los cinco partidos de la fase de grupos de esta Europa League y también lo hizo ayer en Alcoy. En cambio, ha tomado parte en sólo ocho de las quince jornadas de Liga y siempre saliendo desde el banquillo, la última ocasión, en esos minutos finales ante el Sevilla que no encajó de muy buen grado.

Su reacción en los estertores del derbi fue transitoria y en cuento le pasó el calentón volvió a lo suyo: disfrutar y hacer disfrutar. A los béticos y a los no béticos. Los jugadores del CFI Alicante acudieron raudos tras el partido a perpetuar el encuentro, a dar fe de que jugaron un día con un símbolo del fútbol español. Y Joaquín, encantado de repartir esa ilusión como un rey mago. Por eso invitó al autobús del equipo a salir de El Collao sin él, enfrascado en selfis y autógrafos con gente de toda edad y condición.

El Betis cuenta con un intangible que no tiene precio, imposible de ponderar: la entregada admiración de los aficionados españoles a la figura de su capitán. Un capital de imagen, con lo que eso supone también como reclamo para cosas más banales pero necesarias para que el negocio carbure.

En la segunda ronda de Copa, ante otro rival que será de inferior categoría (el sorteo será mañana viernes a las doce del mediodía) y si no media contratiempo, Pellegrini volverá a tocar la sirena para que Joaquín salga a divertirse y divertir un rato con la pelota. Y de paso, jugando realmente bien, como en Alcoy.

Joaquín, como anunció en El Hormiguero hace unos días, vive ya su cuenta atrás para cerrar una admirable trayectoria de 21 temporadas en la máxima categoría, incluidas las dos en la Serie A con la Fiorentina. Con 587 partidos en la Liga española, sólo tiene ya por delante al portero vasco Andoni Zubizarreta, con 622. Son 35 encuentros de diferencia que reflejan una evidencia: si el portuense no se hubiera marchado ese bienio al Calcio, seguramente, se retiraría en unos meses con otro récord entregado al vuelo de su capote.

Joaquín Sánchez se despide de sí mismo. Y de su fútbol, perfumadito de brea.

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