En el adiós a un directivo de los de entonces
Desde mi córner
Miguel Espina Martín fue un hombre clave en el Betis anterior a ser Sociedad Anónima
LLEGÓ al Betis de la mano de su paisano Pepe León como industrial emergente que podía ayudar en tesorería. Reinaba por entonces el irrepetible Juan Mauduit en el universo verdiblanco y desde el primer momento se situó en las preferencias del prestigioso abogado que presidía el Betis. Estábamos en el paso de decenio, de los setenta a los ochenta, y era un tiempo en el que siempre era bienvenido alguien con buena chequera.
Tiempo de avales que tantas fortunas puso al borde del abismo o directamente en el mismísimo fondo del abismo, Miguel Espina Martín llegaba con el aval de una cartera en buen estado. Y en ese estado de cosas, muy apegado a Mauduit fue alejándose del paisano que lo había reclutado para la causa verde, blanca y verde. Y cuando el letrado dijo ya estoy yo en mi casa, la opción presidencial quedaba en una especie de duelo entre Miguel y Gerardo Martínez Retamero.
Ganó éste el pulso en 1983 y para siempre quedó la figura de Espina como un eterno aspirante al trono heliopolitano. Siempre en los aledaños y hasta dentro en ocasiones, Miguel Espina tuvo su momento de gloria cuando en pleno loperismo y en el fragor de una asamblea le espetó a bocajarro al omnímodo Manuel Ruiz de Lopera: “Manolo, tú no has venido a salvar al Betis, tú has venido a quedarte con el Betis”. Ni que decir que Miguel fue arrojado de la corte y así hasta el final.
Fue una de esas víctimas que el Covid se cobró y aunque no le quitó la vida, sí lo dejó sin ganas de seguir luchando. Se nos ha ido un prototipo de directivo de aquel tiempo en que primaba el aval y lo de las sociedades anónimas siempre estaba en gestación. Una época aquella de avales y pagos/cobros bajo cuerda. Era un buen hombre Miguel Espina Martín, merecedor de un tramo final de su existencia más halagüeño. Descanse en paz uno de esos directivos de entonces.
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