Betis - Barcelona | La crónica

La crueldad del deporte fútbol para el Betis (1-2)

  • Un golazo de Jordi Alba prácticamente sobre la hora tumba a los verdiblancos tras pelear de tú a tú con el Barcelona

  • Juanmi no aprovechó las opciones ofensivas de los anfitriones en un litigio que siempre estuvo igualado

El Barcelona, con Xavi a la cabeza, le hace el pasillo de campeón al Betis.

El Barcelona, con Xavi a la cabeza, le hace el pasillo de campeón al Betis. / Antonio Pizarro

El fútbol puede llegar a ser un deporte cruel en determinados partidos. Un golazo de Jordi Alba prácticamente sobre la hora dejó sin premio al Betis en una noche en la que fue capaz de plantearle un pulso de tú a tú al Barcelona dentro de una cita tremendamente igualada. Los hombres de Manuel Pellegrini pelearon hasta el final para ganar la batalla, para dar el paso que se les está exigiendo, desde el cuerpo técnico y desde la cúpula del consejo de administración, para meterse en la próxima edición de la Liga de Campeones, pero no pudieron adicionar ni un solo punto a su casillero clasificatorio.

Son las cosas de este deporte que responde por fútbol, que no entiende de merecimientos y sólo premia a los equipos que son capaces de meter la pelota entre los tres palos que componen las porterías. No hay más, es la única verdad incuestionable en todo esto y quien fue capaz de poner el balón imposible para Rui Silva fue Jordi Alba, con un empalme espectacular al pase que había dejado flotando en el área Daniel Alves. Y, ojo, también conviene valorar, como se hace infinidad de veces con este Betis de Pellegrini, con toda la razón, que el Barcelona tenía en situación de remate en ese minuto 94 a casi medio equipo para tratar de llevarse todo el botín que estaba en juego.

¿Fue injusto el resultado final que se produjo? Tal vez no, sobre todo si se valora que el Barcelona anotó dos goles y recibió sólo uno. Aunque pueda parecer un análisis simplista, fue así y encima tampoco existió una superioridad en el global del juego por parte de los anfitriones. En todo caso, sí se puede decir que el juego había sido tremendamente igualado desde el minuto uno hasta el 97, que es el resultado de sumar las dos prolongaciones decretadas por Mateu Lahoz. Ningún equipo llegó a imponerse sobre el otro dentro de un ajedrez perfecto por parte de ambos entrenadores.

Pellegrini había recurrido a su equipo de gala con la salvedad de William Carvalho, que se quedaba en el banquillo, y de Bellerín, que estaba fuera por unos problemas físicos. El resto estaba compuesto por los mismos protagonistas que arrancaban la final dos semanas antes contra el Valencia, aquel día en el que mi amigo Santi Roldán gritaba al aire de Sevilla su felicidad plena tras el penalti transformado por Juan Miranda. Lamentablemente, Santi era homenajeado esta vez en los videomarcadores entre el dolor de todos los que lo quisimos en vida y no pudo ponerle la voz a un triunfo del Betis.

Pero la vida sigue, con seres muy queridos y más cercanos incluso que el propio Santi ya en el recuerdo, y toca contar lo que sucedió en este Betis-Barcelona. El Betis, con ese once casi de gala, trató de atacar con velocidad las espaldas de Daniel Alves al mismo tiempo que conseguía ahogar con una presión muy posicional la salida del balón de los azulgranas desde atrás a través de anular la conexión con Busquets y Frenkie de Jong, las dos vías más buscadas por la escuadra entrenada por Xavi.

Con ese planteamiento, el cuadro local llegaría a tener un mejor posicionamiento, sobre todo a lo largo de la primera mitad. Juanmi tuvo la primera opción al superar a Daniel Alves en velocidad en el minuto 6, también Pezzella cabeceó un córner bastante solo en el 18’, pero se la puso fácil a Neto. Sin embargo, el Barcelona amenazaba a través de sus exteriores y también Araujo fue capaz de provocar un verdadero paradón de Rui Silva (19’) tras un centro lateral. Lógicamente, la presencia del portugués en la portería se debía a que ya se había producido el primer contratiempo para los béticos, la lesión muscular de un Claudio Bravo que se veía obligado a dejar el juego.

Antes del intermedio las dos opciones más claras volverían a pertenecer al Betis. En la primera se producía un disparo de Guido Rodríguez al poste después de una buena maniobra de Canales al ceder el balón atrás; en la segunda, Fekir desaprovechaba una llegada clara de tres contra dos al regalarle el balón a Daniel Alves cuando pudo hacerle mucho más daño al rival.

Así se llegaba al intermedio, con la sensación de que todo estaba muy en el aire, de que no había un dueño claro de la situación y de que todo iba a depender de cuál de los dos equipos fuera más efectivo a la hora de concretar ante la portería rival. Y fue Juanmi el que tuvo las tres opciones más claras para hacer efectivo el plan de Pellegrini de atacar las espaldas de Daniel Alves. Araujo tapó un disparo del malagueño con todo a favor (62’), Neto le hizo un paradón a Juan Miguel en el minuto 64 y, por último, en el 68’, una llegada clarísima de Juanmi después de un pase de Borja Iglesias acababa en un disparo inocente detenido por el guardameta barcelonista.

Fueron las tres ocasiones más claras del Betis antes de que Frenkie de Jong comenzara a hacerle mucho daño a los anfitriones creando superioridades con sus incorporaciones desde atrás. El cuadro verdiblanco comenzó a sufrir con las aproximaciones del rival, Ferran tuvo la más clara en un error grave de Sabaly y fue Ansu Fati el que adelantó a los suyos con calidad. Pero Bartra, el Betis, se rebeló y fue capaz de empatar muy prontito para que todo, como durante la mayor parte del partido, volviera a estar igualado.

El Betis no se conformó, pudo ponerse por delante inmediatamente después en un cabezazo picado de Pezzella al que no llegó Borja Iglesias para remachar, pero no lo hizo y quien sí empalmó a la red de una manera brillante fue Jordi Alba. ¿Cruel? Puede ser, sí, todo estuvo tan igualado que podía caer hacia cualquier lado y al final todo el premio fue para el Barcelona.

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