Cristina Capella, dietista-nutricionista: "Muchas personas padecen inflamación crónica de bajo grado en nuestra sociedad, sin saberlo y sin notarlo porque solemos normalizar estos síntomas"
Nutrición e Inflamación
Es una forma crónica que se mantiene activa y sin que apenas la notemos, afectando de forma directa a nuestra salud física y emocional
Un estudio prueba retirar el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal en remisión: "Este hallazgo abre la puerta a un enfoque más personalizado de la EII"

¿Sabías que tus emociones pueden inflamarte? Cuando pensamos en inflamación, lo primero que nos viene a la cabeza es una herida enrojecida, hinchada y caliente. Sin embargo, existe una forma de inflamación mucho más sutil y peligrosa porque es silenciosa. Se trata de la inflamación crónica de bajo grado que, a diferencia de la aguda, la cual es parte natural del proceso de curación, es una forma crónica que se mantiene activa y sin que apenas la notemos, afectando de forma directa a nuestra salud física y emocional.
Aunque ya es bien sabido que factores como una mala alimentación, el sedentarismo o la falta de sueño contribuyen a este estado inflamatorio, lo que muchas personas desconocen es que el estrés crónico y una mala salud emocional también son desencadenantes clave en su aparición. Pero para que no haya dudas la dietista-nutricionista, Cristina Capella, explica en el portal Europa Press Infosalus, qué es exactamente la inflamación crónica, cómo identificar sus señales y el poderoso papel que desempeña nuestra mente y emociones en este invisible pero devastador proceso. "Muchas personas padecen inflamación crónica de bajo grado en nuestra sociedad, sin saberlo y sin notarlo porque solemos normalizar estos síntomas", manifiesta la nutricionista.
¿Qué es la inflamación crónica y cómo saber si estás inflamado?
La inflamación es una respuesta natural del cuerpo ante agresiones externas como infecciones o heridas. Para ser más explícito, la nutricionista Cristina Capella manifiesta que "se trata de una respuesta normal del cuerpo. Si te haces una herida o una infección, y ves que se inflama o enrojece, está caliente, se trata de una inflamación aguda que hay que pasar. Pero cuando esta inflamación se mantiene a lo largo del tiempo aparece la inflamación crónica de bajo grado, sin efectos tan visibles como la inflamación aguda".
A menudo, este tipo de inflamación no se nota a simple vista, pero su impacto es profundo. Algunas de las señales más comunes que podrían indicar que estás inflamado incluyen:
- Dolor articular sin causa aparente
- Fatiga constante
- Problemas digestivos como diarrea o estreñimiento
- Neblina mental y dificultades de concentración
- Dolores de cabeza frecuentes
- Dificultad para perder peso, o aumento de peso sin explicación
Estos síntomas suelen ser normalizados por muchas personas, lo que retrasa su diagnóstico y tratamiento. Pero ignorarlos puede ser un error grave. La inflamación crónica puede estar detrás de enfermedades cardiovasculares, autoinmunes, resistencia a la insulina e, incluso, algunos tipos de cáncer.
Una forma de detectar si estás en un estado inflamatorio crónico es evaluar tus hábitos de vida: ¿Haces ejercicio? ¿Duermes lo suficiente? ¿Tienes una dieta rica en alimentos frescos? ¿Vives con altos niveles de estrés? Además, algunas analíticas de sangre pueden ayudar a detectar marcadores inflamatorios si hay sospechas médicas.
Estrés emocional y salud mental: pilares clave de la inflamación silenciosa
Una de las revelaciones más potentes que nos deja la investigación reciente es el papel fundamental que juega la salud mental en la aparición de inflamación crónica. Cristina Capella lo describe con claridad: "El estrés crónico genera cortisol que, si se cronifica, genera inflamación; es el círculo vicioso porque si estamos estresados comemos peor, dormimos peor, y a nivel de salud mental, la depresión o ansiedad también están muy relacionadas con los procesos inflamatorios".
Este círculo vicioso entre emociones, alimentación y descanso pone en jaque a nuestro sistema inmunológico. El estrés prolongado libera una cascada hormonal que incluye cortisol, una hormona que en niveles elevados y constantes puede inducir inflamación en el cerebro. Esto, a su vez, puede alterar la función neuronal y predisponernos a trastornos como la ansiedad, la depresión e incluso la muerte neuronal.
Aquí entra en juego otro actor importante: el eje intestino-cerebro. Nuestro intestino produce gran parte de la serotonina, la conocida "hormona de la felicidad". Si nuestra microbiota intestinal está desequilibrada (disbiosis), nuestras emociones también pueden verse afectadas. ¿Alguna vez has sentido molestias digestivas en momentos de mucho estrés o nervios? No es casualidad. Por su parte, la investigadora Yolanda Sanz también apoya esta relación argumentando que "la microbiota intestinal regula diversas funciones fisiológicas y, si resulta alterada, puede contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas, mentales y autoinmunes".
Por ello, la estrategia para combatir esta inflamación crónica debe ser integral y sostenida. Algunos alimentos que ayudan a reducir la neuroinflamación y cuidar de la microbiota intestinal incluyen:
- Pescado azul, frutos secos y semillas: ricos en omega-3, con poder antiinflamatorio.
- Verduras y frutas de todos los colores: antioxidantes naturales.
- Proteínas magras: como huevo, pavo o legumbres, aportan triptófano, precursor de serotonina.
- Probióticos: yogur, kéfir, miso, kombucha, tempeh.
- Aceite de oliva virgen extra y alimentos ricos en fibra: esenciales para alimentar a la microbiota.
Incluso alimentos como el almidón resistente, que se genera al enfriar patatas o arroz después de cocinarlos, pueden mejorar la salud intestinal y, con ella, nuestro equilibrio emocional.
En definitiva, aunque estamos más acostumbrados a enfocarnos en el ejercicio, el sueño o la alimentación como pilares para evitar la inflamación, debemos empezar a reconocer que la salud emocional es igual de importante. "Nos fijamos mucho en qué es lo que comemos, o en cómo nos movemos, y en cómo dormimos, pilares antiinflamatorios, pero no en el cómo nos hablamos o sentimos, o nos relacionamos con el resto, cuando esto también es muy importante", señala Capella.
Cuidar tu salud emocional no es un lujo, es una necesidad. El estrés crónico, la ansiedad no gestionada o una mala relación contigo mismo pueden ser auténticos detonantes de enfermedades futuras. Empieza por escuchar a tu cuerpo, revisar tus hábitos y, sobre todo, darte el permiso de atender tu bienestar mental con la misma importancia que das a lo físico. Porque sí, la inflamación también empieza en la mente.
Referencias bibliográficas.
Europa Press Infosalus (2025, 14 de mayo). Cristina Capella, dietista-nutricionista, nos habla de la inflación... desde cómo afecta el cortisol hasta el almidón.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (2023, 27 de marzo). La conexión entre el intestino y el cerebro puede proteger la salud mental.
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