Daniel Galindo (VivaGym) sobre la vuelta al entrenamiento después de Semana Santa: "La clave está en no entrar en modo castigo ni buscar soluciones extremas"
Investigación y Tecnología
Retomar los buenos hábitos es más sencillo de lo que parece, siempre que lo hagamos de forma consciente y progresiva
Daniel Galindo (VivaGym): "El ejercicio es, probablemente, la herramienta más poderosa de salud preventiva que existe"
La Semana Santa es una época esperada por muchas personas: días de descanso, reencuentros familiares, escapadas y celebraciones llenas de sabor. Sin embargo, entre torrijas, comidas copiosas, horarios desordenados y una menor actividad física, es común que el cuerpo se resienta un poco. No se trata de sentirse culpable, ni de aplicar medidas drásticas, sino de entender cómo afectan estos cambios puntuales a nuestro organismo y qué podemos hacer para volver a sentirnos bien.
Daniel Galindo, director del Departamento de Experiencia e Innovación de VivaGym, señala que retomar los buenos hábitos es más sencillo de lo que parece, siempre que lo hagamos de forma consciente y progresiva. "La clave está en no entrar en modo castigo ni buscar soluciones extremas". Veamos qué ocurre en el cuerpo tras varios días de excesos y cómo volver a la rutina con sentido común, sin culpas y con el objetivo de recuperar nuestra mejor versión.
¿Qué ocurre en el cuerpo tras unos días de excesos?
Durante las vacaciones, es habitual que aumente el consumo de alimentos ricos en azúcares refinados, grasas saturadas y harinas procesadas, especialmente en celebraciones donde la comida tiene un papel protagonista. Estos hábitos pueden provocar una inflamación sistémica leve, que se manifiesta en forma de malestar digestivo, hinchazón abdominal, sensación de fatiga e incluso dolores articulares o musculares. ¿La razón? Nuestro sistema digestivo ha tenido que trabajar más de lo habitual para procesar alimentos de menor calidad nutricional, y eso se nota.
La digestión de comidas más pesadas puede ralentizar el tránsito intestinal y hacer que el abdomen se sienta más distendido por acumulación de gases. Además, si ha habido un consumo elevado de sal o alcohol, es probable que aparezca retención de líquidos, haciendo que nos sintamos más pesados e hinchados.
A nivel metabólico, el exceso de azúcar puede afectar a la sensibilidad a la insulina, reduciendo la eficiencia con la que nuestras células utilizan la glucosa como fuente de energía. También puede haber alteraciones temporales en el equilibrio hormonal, como un aumento del cortisol (hormona relacionada con el estrés) o una mayor resistencia a la leptina (encargada de regular el apetito). Estos cambios pueden traducirse en una mayor sensación de cansancio, falta de concentración, hambre constante y cambios en el estado de ánimo.
Aunque todos estos efectos suelen ser transitorios, es importante tener en cuenta que el cuerpo necesita tiempo para volver a su equilibrio habitual. Así es necesario prestar atención a estas señales como el primer paso en el camino hacia una recuperación sin prisas, ni castigos.
Cómo volver a cuidarte sin caer en extremos
Después de unos días de desorden, lo más importante es retomar los hábitos saludables con paciencia y sentido común. No se trata de hacer dietas restrictivas, ni de entrenar con intensidad desde el primer día, sino de reconstruir poco a poco la rutina que nos hace sentir bien. Veamos algunas recomendaciones:
- Empieza poco a poco: si has estado varios días sin entrenar, no intentes compensarlo de golpe. Las primeras sesiones deben ser suaves, con cargas moderadas, descansos amplios y un enfoque especial en la técnica y la movilidad. Esto ayudará a evitar lesiones y facilitará la readaptación del cuerpo al ejercicio.
- Hidrátate más de lo habitual: el agua es esencial para ayudar al organismo a eliminar toxinas, mejorar el tránsito intestinal y recuperar la energía. Si has consumido más sal, alcohol o alimentos procesados, aumentar tu ingesta de agua es clave.
- Prioriza el entrenamiento de fuerza y movilidad: además de quemar calorías, estos ejercicios ayudan a recuperar el tono muscular, mejorar la postura y reactivar el metabolismo. No necesitas largas sesiones: con 30 a 45 minutos de trabajo bien estructurado es suficiente para notar resultados.
- Escucha tu cuerpo: si sientes más fatiga de lo normal, adapta la intensidad del entrenamiento y prioriza el descanso. Dormir bien es tan importante como moverse.
- Vuelve a una alimentación equilibrada sin prohibiciones: apuesta por alimentos frescos como frutas, verduras, legumbres, proteínas magras y grasas saludables. No hace falta eliminar los dulces o los caprichos, simplemente recupérate con regularidad y sin culpas. Comer bien no significa ser perfecto, sino ser constante.
Con estos cambios, en apenas unos días notarás una gran mejoría:
- En 2-3 días, tu digestión será más ligera, tendrás más energía y te sentirás menos hinchado.
- En 7-10 días, el cuerpo empezará a eliminar el exceso de líquidos, reducirá la inflamación y se ajustará de nuevo al ritmo habitual.
- En 2 semanas, si mantienes una alimentación saludable, una rutina de entrenamiento y una buena hidratación, notarás una recuperación física y mental evidente.
Cierra el círculo: constancia y cero culpas
Recuerda que los excesos ocasionales no definen tu salud, ni tu forma física a largo plazo. Lo importante es no entrar en un ciclo de culpa y castigo. Como señala Galindo, la clave está en la constancia y en recuperar tus hábitos poco a poco. Mantenerte activo, alimentarte con consciencia y escuchar a tu cuerpo son las mejores herramientas para volver a tu equilibrio.
Disfrutar de la Semana Santa sin remordimientos es compatible con cuidarte el resto del año. Tu cuerpo lo sabe y, con un poco de atención, volverá a responder como siempre.
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