Jasmin Wertz (doctora) sobre el impacto del afecto en la infancia: "Los rasgos de personalidad son fuertes predictores de importantes resultados en la vida"

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Aquellos niños que recibieron mayor afecto materno durante su infancia tendieron a desarrollar una personalidad más abierta, responsable y amable al llegar a la adultez

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Educación en la infancia
Educación en la infancia / Canva

Durante años, la psicología del desarrollo ha indagado en los factores que configuran la personalidad de una persona. La interacción entre genética, entorno y experiencias vitales ha sido el centro de múltiples investigaciones, y ahora, un estudio liderado por la Universidad de Edimburgo aporta nueva luz a este complejo rompecabezas. La investigación sugiere que la manera en que una madre expresa afecto durante los primeros años de vida de sus hijos puede dejar una huella duradera en su carácter, afectando incluso su éxito futuro en ámbitos como la educación, la salud y el bienestar general. Lejos de ser un simple acto de cariño, la crianza afectuosa se presenta como una poderosa herramienta para moldear rasgos clave de la personalidad.

"No todos los rasgos se ven igualmente influidos por el afecto materno"

Estos hallazgos, publicados en la revista American Psychologist, sitúan la infancia como una etapa crítica para el desarrollo de cualidades como la amabilidad, la responsabilidad o la apertura a nuevas experiencias. No se trata de una influencia efímera: los investigadores encontraron vínculos entre las muestras de afecto materno y los rasgos de personalidad evaluados muchos años después. "Los rasgos de personalidad son fuertes predictores de importantes resultados en la vida, desde el éxito académico y profesional hasta la salud y el bienestar", explica la doctora Jasmin Wertz, autora principal del estudio.

Un estudio con gemelos idénticos y observación directa: metodología y hallazgos

Para comprender mejor cómo se gesta la personalidad en los primeros años, el equipo de investigación analizó el comportamiento afectivo de madres hacia sus hijos entre los 5 y los 10 años. Lo innovador del enfoque fue que el estudio se centró en gemelos idénticos, lo que permitió a los investigadores separar con mayor precisión el peso del ambiente sobre el componente genético. En total, se observó a 2.232 gemelos británicos como parte del Estudio Longitudinal de Gemelos sobre Riesgo Ambiental.

Las observaciones se realizaron durante visitas domiciliarias en las que las madres hablaban de cada hijo. Estas conversaciones fueron grabadas y evaluadas por profesionales entrenados, quienes calificaron el grado de calidez y afecto mostrado.

"El afecto materno deja de ser una simple expresión emocional para convertirse en un poderoso elemento de equidad social"

Los datos arrojaron un patrón claro: aquellos niños que recibieron mayor afecto materno durante su infancia tendieron a desarrollar una personalidad más abierta, responsable y amable al llegar a la adultez. "Nuestros hallazgos sugieren que fomentar entornos parentales positivos en la primera infancia podría tener un impacto pequeño, pero significativo y duradero, en el desarrollo de estos rasgos cruciales de la personalidad", añade Wertz.

No obstante, los resultados también mostraron que no todos los rasgos se ven igualmente influidos por el afecto materno. En el caso de la extroversión o el neuroticismo, por ejemplo, no se hallaron asociaciones consistentes. Esto sugiere que otros factores, como las relaciones entre iguales o determinadas experiencias vitales, pueden tener mayor peso en la evolución de estos aspectos específicos del carácter.

Implicaciones sociales y políticas: construir bienestar desde la infancia

Más allá del ámbito académico, esta investigación plantea cuestiones relevantes para la formulación de políticas públicas. Al considerar que ciertos rasgos de personalidad, como la responsabilidad, están directamente relacionados con el éxito escolar, profesional y personal, se abre la puerta a intervenciones tempranas que pueden tener un efecto multiplicador a lo largo de la vida. Programas de apoyo a la crianza, acceso a atención para la salud mental de los padres y medidas económicas que alivien la presión sobre las familias, aparecen como estrategias eficaces para promover vínculos más afectuosos entre madres e hijos.

"Esta investigación proporciona evidencia valiosa del potencial de los programas de crianza para influir en aspectos cruciales del desarrollo de la personalidad", afirma Wertz. La investigadora insiste también en la necesidad de una mirada más compleja que tenga en cuenta la interacción entre factores genéticos y ambientales. En este sentido, las políticas públicas deben evitar simplificaciones y considerar el entorno social en su conjunto.

La dimensión social del estudio no es menor. Fomentar prácticas parentales que desarrollen rasgos positivos desde la infancia podría contribuir a reducir desigualdades asociadas al origen socioeconómico. "Al enfocarnos en prácticas de crianza que promuevan rasgos positivos en la infancia, es posible reducir las disparidades en los resultados de vida asociadas con el entorno socioeconómico, la dinámica familiar y otros factores ambientales", sentencia Wertz.

Desde esta perspectiva, el afecto materno deja de ser una simple expresión emocional para convertirse en un poderoso elemento de equidad social. La crianza positiva no sólo forja individuos con mayores recursos internos para afrontar la vida, sino que también ofrece una oportunidad colectiva para mejorar la salud mental, el desempeño educativo y la estabilidad emocional de generaciones futuras.

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