Redes sociales y cuerpos irreales: cómo afecta a la salud física y mental
Investigación y Tecnología
A largo plazo, estas prácticas pueden llevar a deficiencias nutricionales, desequilibrios hormonales, pérdida de masa muscular y daños gastrointestinales
"La obsesión por el fitness está afectando física y psicológicamente a muchas personas"
Estamos tan hiperconectados al mundo virtual, que hemos conseguido entrar en el círculo de la transformación que rodea el mundo digital, donde las redes sociales han cambiado nuestra manera de relacionarnos, comunicarnos y, especialmente, de percibirnos. Plataformas como Instagram, TikTok o Facebook se han convertido en escaparates digitales en los que los cuerpos estilizados, tonificados y aparentemente "perfectos" dominan la escena. Sin embargo, lo que muchas veces se presenta como un estilo de vida saludable, no siempre lo es. En muchos casos, se trata de imágenes alteradas con filtros, aplicaciones de edición o bien seleccionadas bajo estándares imposibles. Esta exposición constante a cuerpos irreales está teniendo un impacto significativo en la salud mental y física de miles de personas, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos.
Diversos estudios han demostrado que la comparación social en redes puede provocar insatisfacción corporal, baja autoestima, trastornos de la conducta alimentaria y síntomas depresivos. Esta problemática no solo afecta a la psique individual, sino que también influye en nuestras decisiones sobre salud, alimentación, ejercicio y bienestar general, promoviendo hábitos insostenibles o incluso peligrosos.
El espejo distorsionado: redes sociales y salud mental
El cuerpo ideal que circula en redes sociales no es solo una imagen, sino una narrativa que nos cuenta que debemos estar delgadas o delgados, tonificadas o tonificados, sin imperfecciones, joven y muchas veces hipersexualizada o hipersexualizado. Esta representación visual constante condiciona profundamente la percepción que tenemos sobre nuestros propios cuerpos. Según un estudio publicado en la revista Body Image, las mujeres que pasaban más tiempo en Facebook o Instagram reportaban una mayor insatisfacción corporal, especialmente tras exponerse a imágenes de personas consideradas atractivas.
Esta comparación social ascendente, es decir, compararse con personas que percibimos como más atractivas, está directamente relacionada con el aumento de la ansiedad, la baja autoestima y la aparición de síntomas depresivos. Un informe de la Royal Society for Public Health del Reino Unido (2017) identificó a Instagram como la red social más perjudicial para la salud mental de los jóvenes, debido a su énfasis visual y al alto nivel de edición que suelen tener las publicaciones.
Pero no solo las mujeres sufren esta presión. Cada vez más hombres se enfrentan al canon del cuerpo musculado, definido y sin grasa, promovido por influencers del mundo fitness. Esto ha llevado a un aumento en el uso de suplementos sin control médico, esteroides anabolizantes e incluso a la aparición de la vigorexia, un trastorno obsesivo caracterizado por una preocupación excesiva por la imagen corporal y el ejercicio físico.
La constante exposición a estos modelos inalcanzables genera un fenómeno conocido como "disonancia corporal", en el cual la imagen mental que una persona tiene de sí misma choca con lo que ve como el estándar ideal. Esta tensión puede provocar una relación disfuncional con el cuerpo, generando desde desórdenes alimentarios leves hasta cuadros clínicos graves como anorexia o bulimia, particularmente en personas vulnerables o con baja autoestima previa.
Consecuencias físicas y hábitos peligrosos derivados de la presión estética
Además de las secuelas psicológicas, la presión estética que emana de las redes sociales puede traducirse en prácticas físicas insalubres. Muchas personas, motivadas por la idea de transformar su cuerpo rápidamente, recurren a dietas extremas, rutinas de ejercicio extenuantes o al consumo desmedido de suplementos que prometen resultados milagrosos. El problema es que muchas de estas estrategias no están respaldadas por profesionales de la salud, lo que puede derivar en consecuencias graves para el organismo.
Según un estudio del Journal of Adolescent Health (Perloff, 2014), la influencia de las redes sociales se relaciona con una mayor probabilidad de adoptar dietas restrictivas, eliminar grupos alimentarios enteros o recurrir a métodos no saludables para controlar el peso, como el ayuno prolongado o el uso de laxantes. A largo plazo, estas prácticas pueden llevar a deficiencias nutricionales, desequilibrios hormonales, pérdida de masa muscular y daños gastrointestinales.
En el ámbito deportivo, también se observa una tendencia creciente hacia el sobreentrenamiento, motivado más por la estética que por la salud. Las personas que buscan igualar a los influencers fitness muchas veces adoptan rutinas que no se adaptan a su nivel físico, lo que incrementa el riesgo de lesiones, fatiga crónica y alteraciones en el sistema inmunológico. Este fenómeno se ve reforzado por el uso irresponsable de batidos, quemadores de grasa, anabolizantes o productos detox sin evidencia científica, muchos de los cuales pueden tener efectos adversos.
Además, hay que considerar el factor de la dismorfia corporal digital, un trastorno emergente identificado por la American Psychological Association (APA), que define la ansiedad generada por no parecerse a la imagen filtrada que uno mismo proyecta en redes sociales. Este trastorno empuja a muchas personas a modificar drásticamente su dieta o incluso considerar cirugías estéticas para acercarse a esa versión irreal de sí mismas.
La idealización corporal que se proyecta en redes sociales no solo es ficticia, sino que también puede ser perjudicial para la salud mental y física. Es fundamental fomentar una cultura digital más crítica, basada en la aceptación corporal, la diversidad de cuerpos reales y el bienestar integral. Para ello, es necesario visibilizar el trabajo de profesionales de la salud mental, nutrición y medicina que promuevan mensajes realistas, educativos y responsables.
La educación digital y emocional desde edades tempranas, junto con una regulación más clara sobre publicidad encubierta y filtros estéticos en redes, puede ayudar a contrarrestar los efectos negativos de este fenómeno. La belleza no debe medirse por un algoritmo, y la salud debe construirse desde el equilibrio, no desde la comparación constante.
Referencias bibliográficas.
Pub Med (2015). Comparaciones sociales en las redes sociales: el impacto de Facebook en las preocupaciones sobre la imagen corporal y el estado de ánimo de las mujeres jóvenes.
Royal Society for Public Health. (2017). #StatusOfMind: Social media and young people's mental health and wellbeing.
American Psychological Association (APA) (2023, 23 de febrero). Reducir el uso de las redes sociales mejora significativamente la imagen corporal en adolescentes y adultos jóvenes.
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