Sonia Díaz Rois, experta en gestión de la ira: "Creemos que somos empáticos cuando, en realidad, estamos filtrando la historia del otro a través de nuestra propia experiencia"
Investigación y Tecnología
La empatía no interpreta, la empatía escucha
Sonia Díaz Rois, gestión del enfado: "Si nuestra respiración de base ya es superficial, tenemos más predisposición a conectar con el enfado y hacer la emoción más duradera"

Cuando alguien comparte su historia con nosotros, el primer impulso que sentimos es la necesidad de responder con frases como: "Yo en tu lugar haría esto" o "Te entiendo perfectamente". Sin darnos cuenta, lo que hacemos es interpretar la experiencia del otro desde nuestra propia perspectiva, en lugar de escuchar realmente lo que nos está diciendo o cómo se siente realmente. Lo que sucede, según la experta, mentora y coach en gestión de la ira, Sonia Díaz Rois, es que "creemos que somos empáticos cuando, en realidad, estamos filtrando la historia del otro a través de nuestra propia experiencia". Proyectamos nuestras propias emociones en su vida.
En este sentido, la experta en gestión de la ira nos hace saber que la verdadera empatía no consiste en asumir lo que el otro siente a partir de nuestras vivencias, sino en hacer un esfuerzo consciente por comprender su realidad sin filtros personales.
"La verdadera empatía consiste en comprender sin interpretar, escuchar sin interrumpir y preguntar sin asumir"
Para ello, es fundamental diferenciar entre empatía y simpatía, dos conceptos que a menudo confundimos, pero entre los que hay una delgada línea que separa el lugar desde donde nos ubicamos para comprender a la otra persona.
¿Estamos siendo simpáticos? Entonces solo nos quedamos en la superficie de la experiencia ajena. Por el contrario, "la empatía no interpreta, la empatía escucha" y nos sumerge en una comprensión genuina y profunda. Veamos con más detalle estos dos conceptos.
Diferencia entre empatía y simpatía
Uno de los errores más comunes es confundir la empatía con la simpatía. La simpatía nos lleva a reaccionar desde nuestra propia experiencia, interpretando lo que el otro siente en función de lo que nosotros hemos vivido. Cuando esto sucede, es fácil caer en expresiones como "A mí también me pasó lo mismo" o "Te entiendo perfectamente". Si bien la simpatía nos ayuda a conectar con los demás, también puede alejarnos de la verdadera comprensión, ya que nos hace asumir que el otro experimenta la situación de la misma manera que nosotros.
"Es fundamental aprender a gestionar la empatía para evitar el contagio emocional"
La empatía, en cambio, exige un esfuerzo consciente por escuchar sin interpretar, ni asumir. En lugar de proyectar nuestras emociones, nos invita a preguntar y a intentar comprender desde la perspectiva de la otra persona. La clave está en observar sin juzgar, escuchar sin interrumpir y hacer preguntas abiertas que permitan al otro expresarse sin condicionamientos. Por ejemplo, preguntando: "¿Cómo te sientes con esto?" ya que no se trata de ver el mundo desde nuestra mirada, sino de ponernos en los zapatos del otro, pero sin perder de vista que su experiencia es única.
La empatía y sus dimensiones
La empatía no es un concepto único, sino que tiene distintas dimensiones. Está por un lado, la empatía emocional que es la que nos hace sentir lo que siente el otro y se activa, por ejemplo, cuando vemos a alguien llorar y experimentamos la misma tristeza. Es un reflejo natural de nuestras neuronas espejo, que nos permiten conectar con las emociones ajenas.
Luego está la empatía cognitiva, que es más racional y nos ayuda a entender lo que el otro siente sin necesidad de haberlo vivido. Esta se desarrolla a través de la escucha activa y la curiosidad genuina por conocer la perspectiva del otro. Finalmente, está el interés empático, que es lo que nos mueve a la acción. Aquí no nos basta solo con comprender o sentir, sino que la verdadera empatía nos impulsa a ayudar, siempre asegurándonos de que la otra persona realmente desea esa ayuda.
Sin embargo, también es fundamental aprender a gestionar la empatía para evitar el contagio emocional. Si nos dejamos arrastrar por la tristeza, la ansiedad o la ira del otro, perdemos la claridad necesaria para ser un verdadero apoyo. Esto nos va a permitir acompañar a la otra persona, sin perdernos en la emoción ajena. La calma, al igual que la ira, también es contagiosa, y si logramos ser un punto de estabilidad en conversaciones tensas, podemos ayudar a suavizar el conflicto en lugar de avivarlo.
En definitiva, la verdadera empatía consiste en comprender sin interpretar, escuchar sin interrumpir y preguntar sin asumir que el otro siente lo mismo que nosotros, sino comprender su experiencia desde su propia realidad.
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