El Palquillo

Cincuenta cuaresmas sin el imaginero Castillo Lastrucci

  • Adolfo Arenas, ex presidente del Consejo de Cofradías y nieto del artista, recuerda su última Semana Santa

La Semana Santa sevillana cumple su quincuagésima cuaresma sin Antonio Castillo Lastrucci, el imaginero local más prolífico, con 68 imágenes en su haber, y el que mayor pasos de misterio -dos o más figuras- ha brindado a ella.

Antonio Castillo Lastrucci. Antonio Castillo Lastrucci.

Antonio Castillo Lastrucci.

Cincuenta años desde que, "durante aquella salida procesional de la Hermandad del Dulce Nombre en 1967, el paso de misterio de Jesús ante Anás, que por aquel entonces hacía su salida procesional desde el convento de San Antonio de Padua, desfilase por la calle San Vicente hasta detenerse frente al número 52, donde se encontraba el taller de mi abuelo".

Así lo comenzaba a relatar a Efe Adolfo Arenas Castillo, abogado y expresidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, que ha revelado que "fue, el Dulce Nombre, la última cofradía que vio; ya que meses después, el 29 de noviembre de 1967, fallecía mi abuelo".

Arenas Castillo ha reconocido que es incapaz de "expresar los sentimientos de mi abuelo por dentro; aquel día, yo veía su semblante en ese balcón acristalado, porque padecía de enfriamiento, con su boina, y posiblemente éste era felicidad..."

Antonio Castillo Lastrucci desconocía que esa sería la última ocasión que tendría de disfrutar de esa pasión suya y que se convirtió por inercia en profesión a lo largo de toda su vida; y lo haría precisamente vislumbrando la figura del que fuera su primer encargo para la Semana Santa sevillana casi medio siglo antes.

Su nieto ha desvelado que estuvo en la víspera de su muerte ya que fue a verlo el día anterior, "estuve en su habitación y estaba terminando un niño Jesús, que se encuentra actualmente en la Basílica del Gran Poder, de unos 70 u 80 centímetros; estaba dándole 'blandura' y allí estuvimos charlando".

Tras despedirse de él y sólo horas más tarde, sobre las 7 y media de la mañana, "me llamó Pepe 'el Gubia', su discípulo, para decirme que se había ido; fue por una insuficiencia cardíaca, pero estuvo trabajando hasta el último instante de su vida, lo que quería; ojalá todos pudiéramos irnos haciendo lo que queríamos hacer".

Se iba uno de los imagineros "más macarenos" de la Semana Santa sevillana, debido a su gran predilección por la "señora de Sevilla", siendo incluso "uno de los muchos que, cuando la Macarena estaba en San Gil, hizo vela para evitar que en algún momento sucediera algún desastre".

Un artista que, más allá de crear un misterio sobre los pasos procesionales, supo formar "teatros sacros y dar conexión y movimiento a estos grupos escultóricos".

Adolfo Arenas Castillo ha destacado del mismo modo que, entre los diversos factores que habían posibilitado la "finura" de su abuelo, "estaba la Alameda, donde él nace; un lugar donde el cine mudo era el cine de la época, el cual exigía la expresión corporal y la expresión facial muchísimo más de lo que se exige hoy en día"

"Entonces en este -explica- , el malo tenía cara de malo, y el bueno, cara de bueno, y el que no era ni malo ni bueno, pues tenía una cara insípida, no expresiva; entonces, él se ayudaba de esto y dejaba que a su mente llegaran todas aquellas películas porque era consciente que en sus grupos escultóricos, en sus misterios, cada figura está relacionada con la siguiente".

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