“Niño, te veo más cuando estás en Brasil”

Contrapunto

Martes Santo. Juan Miguel López-Arza se casó en San Lorenzo con una brasileña, en 2009 se fueron a Sao Paulo, desde donde todos los años regresa para estar con su hermandad del Dulce Nombre

Juan Miguel López-Arza, en la iglesia de San Lorenzo, sede parroquial de la Bofetá.
Juan Miguel López-Arza, en la iglesia de San Lorenzo, sede parroquial de la Bofetá. / josé angel garcía

Debería patentar este remedio contra el jet lag. Juan Miguel López-Arza Frutos (Sevilla, 1976) vive en Sao Paulo desde 2009 y cada primavera vuelve desde la ciudad brasileña a su Sevilla natal para disfrutar de la Semana Santa. No la vive como un turista, sino como un sevillano más. Criado en el barrio de San Lorenzo, “aunque nací en la Cruz Roja de Triana”, muy pronto se hizo hermano de la Bofetá, el Dulce Nombre de cada Martes Santo, donde ha sido acólito, nazareno, costalero y en la actualidad es uno de los dos aguadores de la cofradía. “Menos en la junta de gobierno, he hecho de todo”.

El 25 de marzo de 2006 se casó en la iglesia de san Lorenzo con Miruna, una brasileña de Sao Paulo que había venido a Sevilla para estudiar español en el Clic. Los casó Francisco de los Reyes, el sacerdote que después de cumplir sus bodas de plata como párroco de san Lorenzo fue destinado a San Martín y Santa Marta. De la Bofetá a la Lanzada con Cristo como común destinatario de esa doble afrenta.

En Sevilla nacen sus hijos Paula y Luis Miguel, “los dos bautizados en San Lorenzo”. Tres años después de la boda, preparan una mudanza radical. “Igual que yo soy apasionado del Betis y de la Semana Santa, mi mujer lo es de un concepto muy determinado de la educación, que es su profesión”, dice Juan Miguel, que en Brasil trabaja de analista en una multinacional norteamericana.

No puso ningún pero al traslado, pero sí una condición. “Como si estuviera en un contrato, yo dije que vale, que nos íbamos a Brasil a ver si nos adaptábamos, pero dos semanas de mis vacaciones serían para venir a Sevilla en Semana Santa”. Hasta 2015 vino con sus dos hijos, que llegaron a salir de nazarenos. Desde entonces, viene solo. “Pero mi hija, que acaba de empezar la Universidad para estudiar Educación Física, me ha dicho que quiere volver para salir de nazarena. Yo les llegué a preguntar si querían que los quitara de hermanos y me dijeron que ni hablar”.

Es el tercero de cuatro hermanos. Primero nacieron Manuela y María Reyes; después Jesús, el benjamín. “Todos viven en la calle Martínez Montañés, donde vive mi madre”. Con ella, con Manuela Frutos, se viene este vástago que no viene como el hijo pródigo porque nunca se ha ido del todo de la Sevilla que le gusta. “Son las verdaderas vacaciones: no hay que llevar a los niños al colegio, la comida por delante, los amigos, en Sevilla en Semana Santa. Mi madre está encantada, me dice ‘niño, te veo más cuando estás en Brasil que cuando vivías aquí”. Su padre, extremeño de Cabeza de Buey, ya falleció. Le transmitió otra de sus aficiones, la caza, que suele practicar por cotos de Extremadura y Aracena cuando viene por Navidad.

Cruza todos los años el océano para que no les falte el agua a los costaleros del paso de Cristo del Dulce Nombre. “Salí muchos años de costalero, pero al final los ensayos eran obligatorios y yo no llegaba a tiempo”. El ‘contrato’ no es extensivo a la Feria. “También me gusta, pero prefiero la Semana Santa”. ¿Y cómo es la Semana Santa de Brasil? “Pues no lo sé, nunca he estado allí por esas fechas”.

Viven en la undécima ciudad más poblada del mundo. “Mis compañeros lo ven con mucho respeto. El brasileño es un pueblo religioso, pero allí hay muchas religiones”. Al margen del trasfondo de creencias, compara la Semana Santa con el Carnaval por la sociabilidad. “Allí la fiesta por antonomasia es el Carnaval, yo participo en una escuela de samba. Esas escuelas son muy parecidas a las hermandades. Tienen sus ensayos, te estás viendo todo el año. Las cofradías están con los conciertos y los pregones y ellos con los concursos y otras actividades”.

Ha vivido en primera persona el regreso de Lula da Silva a la política brasileña. Cuando vuelve a Sevilla, a su barrio, siempre se encuentra con algún amigo, un vecino o hermano del Dulce Nombre. “Vamos dos aguadores, al otro lo conozco de toda la vida”. Esta vez adelantó el viaje de ida para vivir más intensamente los días de Cuaresma y el destino le regaló ir a Heliópolis a ver el Betis-Sevilla. “Me dejó el carnet un amigo”. El derbi de su ciudad adoptiva es el Corinthians-Palmeiras. “Mi mujer es del Corinthians y mi cuñado ha hecho a mis hijos del Sao Paulo”. Equipos brasileños que solían venir por Sevilla para participar en el Trofeo Ciudad de Sevilla. La playa más cercana la tienen en Santos, ciudad en cuyo equipo jugó Pelé toda su carrera futbolística salvo la aventura crepuscular en el Cosmos neoyorquino.

Compartimos un desayuno en el bar San Lorenzo. La iglesia está llena de escolares. El misterio de Cristo ante Anás está colocado muy cerca del retrato de Marcelo Spínola, el cura de san Fernando que antes de ser arzobispo y cardenal de Sevilla fue párroco de San Lorenzo. El año que viene, Juan Miguel cumplirá 50 años. Igual vuelve con su hija Paula, que integrada en la vida del país que eligieron sus padres por amor no pierde la esperanza de volver a salir de nazarena con el Dulce Nombre. “La última vez que salieron eran muy pequeños pero hicieron el recorrido entero”.

La historia de Juan Miguel ha salido en Andaluces por el Mundo. Se fue a un país donde se habla portugués por el Tratado de Tordesillas por el que España y Portugal se dividieron el dominio de los océanos. Estos regresos le dan vida. Lo mejor para el jet lag. Pasear junto a la estatua de Juan de Mesa, convivir con su madre en la calle Martínez Montañés. En el barrio donde Bécquer es perpendicular a Romero Murube y a Rafael Montesinos. La Sevilla de los poetas y de los imagineros. La plaza donde siempre dice que le busquen si se pierde Iñaki Gabilondo, con la placa de tributo a Paco Palacios El Pali.

Cuando se funda la hermandad del Dulce Nombre en 1585, Brasil todavía pertenece al reino de Portugal. El 29 de agosto de 1825 fue reconocida su independencia. Este año se conmemora su segundo centenario. Tienen cinco Mundiales de fútbol y allí Sao Paulo siempre le escribe la Carta a los Corinthians. Juan Miguel vuelve todos los años, antes con el costal, ahora con el agua, a los pies del misterio cuyas figuras esculpió en 1923 Castillo Lastrucci: la doble afrenta a Cristo con el interrogatorio de Anás y la bofetada de Malco.

Este bético lleva el Arza en su apellido y ha invertido el trayecto de Pintinho. Sao-Paulo-Madrid, “vemos Sevilla desde el cielo”, son unas diez horas de vuelo, como muchas cofradías en la calle. Ha cambiado el barrio de San Lorenzo de Sevilla por el de Butan Ta de Sao Paulo. En Brasil suele cocinar él. Cuando llega a Sevilla se le hace la boca agua con los platos que le prepara Manuela, su madre: la paella, la carrillada.

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