Cae una banda de menores del Cerro que imitaba a las pandillas latinas
La Policía Nacional desmantela la banda del Combo, un grupo formado por más de 20 adolescentes armados que agredían a otros jóvenes del barrio a la salida del instituto.
La Policía Nacional ha desmantelado una banda de adolescentes del Cerro del Águila que se inspiraba en el modelo de las pandillas latinas para amenazar y agredir a otros jóvenes del barrio. El grupo, que se hacía llamar El Combo, estaba compuesto por más de 20 adolescentes, la mayoría de ellos menores, con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años. Todos ellos son españolas y de ascendencia española, sin que haya ningún latinoamericano entre las filas del grupo, pese a que el grupo se inspiraba en las acciones de pandillas conocidas a nivel mundial como los Latin Kings y los Ñetas.
De los más de 20 miembros de la banda, la Policía ha detenido a los tres cabecillas, mientras que el resto han sido puestos a disposición de la Fiscalía de Menores. Según informó este martes la Jefatura Superior de Policía, los pandilleros iban armados con una especie de estilete de fabricación casera y sus miembros debían pasar una prueba de valor para ingresar en el grupo.
Además, la pandilla marcaba su territorio agrediendo y amenazando a otros vecinos del barrio, sobre todo otros jóvenes y algunos de los padres de éstos, que salieron en defensa de sus hijos. A los tres cabecillas de la banda se les imputan amenazas, lesiones y delitos contra la integridad moral.
La investigación comenzó después de que la Policía recibiera varias denuncias interpuestas por padres de menores que habían recibido palizas a la salida de un instituto del barrio. Antes, estos chicos habían sido amenazados por teléfono por los pandilleros del Combo. Al comprobar que no se trataban de casos aislados, los agentes de la comisaría del distrito Sur de la Policía Nacional iniciaron una investigación y descubrieron que había un grupo organizado de menores que actuaban de manera violenta y sin un móvil aparente.
La Policía dedicó una primera fase de la investigación a identificar a todos los componentes de la banda y conocer el funcionamiento interno del grupo y el modus operandi del mismo. Una de las trabas con las que se encontraron los investigadores fue el miedo de las víctimas a posibles represalias que pudieran tomar los pandilleros contra ellas.
Por ello, la Policía estableció un dispositivo de vigilancia para detectar la actividad de la banda. En esta fase, los agentes comprobaron cómo un grupo de jóvenes se reunía asiduamente en el parque Estoril. Allí celebraban una serie de rituales propios de las bandas latinas. Uno de ellos era para aprobar el ingreso de nuevos miembros en la banda. Los cabecillas le ordenaban que le propinara una paliza a quienes ellos decidieran, alguien que pasara por la calle en esos instantes. Si los aspirantes se negaban, debían soportar una paliza de tres integrantes del grupo.
Según la Policía, esta banda se dedicaba a recorrer las calles del barrio golpeando y amenazando a cualquier persona a la que se aproximaran con el único objetivo de marcar su territorio, para lo cual algunos de ellos no dudaban en emplear armas blancas con las que amedrentar a sus víctimas. En concreto, habían utilizado unos cuchillos para fabricarse unos estiletes caseros, con los que pinchaban a otros chicos.
Una vez identificados todos los miembros de esta banda, se puso en marcha la siguiente fase de la investigación, para descubrir quiénes eran los cabecillas del grupo y, por tanto, los precursores de las agresiones y amenazas que se registraban casi siempre a la salida de los centros escolares.
De esta forma fueron identificados tres menores con edades comprendidas entre los 15 y los 16 años, que formaban la cúpula de esta banda juvenil y eran quienes designaban el rumbo y las actividades de la pandilla. Estos tres adolescentes decidían dónde iban, en qué sitio se reunían, a quién amenazaban, humillaban y ofendían y elegían a quiénes le daban palizas. Por supuesto, también eran los encargados de decidir quién entraba en la pandilla.
La última fase de la operación policial fue la detención de los tres cabecillas, a los que se les intervinieron varias armas blancas. Uno de los menores arrestados ya contaba con antecedentes policiales por delitos similares. En principio la Policía ha recibido tres denuncias de jóvenes agredidos y de padres que también fueron atacados cuando salieron en su defensa. Sin embargo, los agentes creen que debe haber muchas más agresiones que no hayan sido denunciadas, ya sea por temor de las víctimas o por no sufrir lesiones importantes.
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