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Rebelión en El Cerezo

  • Los vecinos desmienten los estudios de la Junta y el Ayuntamiento que los considera un barrio desfavorecido

  • Aseguran que el fenómeno de los pisos patera es ya residual 

Un negocio de productos latinos en El Cerezo.

Un negocio de productos latinos en El Cerezo. / Salomón Cejudo

Unos operarios de Lipasam baldean en la plaza Playa de Punta Umbría. El camión de la empresa municipal de limpieza da varias vueltas a la plaza. No es lo habitual, dicen los vecinos. Las calles de El Cerezo no se limpian con tanto esmero, pero este jueves hay programado un evento municipal de formación para desempleados en uno de los tres parques del barrio. Y se limpia a conciencia.

La asociación de vecinos de El Cerezo tiene su sede en un local que hace esquina en esta plaza. Su presidente, Andrés Aranda, hijo de un histórico jugador y entrenador del Real Betis, pidió a este periódico que se acercara a hacer un reportaje a la zona. Lo hizo cuando vio una noticia sobre un estudio de zonas desfavorecidas de Sevilla, hecho por el Ayuntamiento, en el que se incluía El Cerezo como uno de los barrios deprimidos de la ciudad.

Ese informe responde a un diagnóstico encargado por el Ayuntamiento tras la publicación de la Estrategia Regional Andaluza para la Cohesión e Inclusión Social (Eracis), que hacía un primer diagnóstico de zonas de riesgo de Andalucía en base a cuatro criterios: el paro, el analfabetismo, la población inmigrante y el estado de las viviendas.

Ambiente en una pescadería del barrio. Ambiente en una pescadería del barrio.

Ambiente en una pescadería del barrio. / Salomón Cejudo

El Cerezo figuraba en esa primera valoración por la importante presencia de extranjeros en el barrio, que suponen el 26,8% de la población de la zona. Según ese informe, el paro está en un 33,9%, el analfabetismo en el 11,8% y el porcentaje de viviendas en mal estado roza el 22%. Para el presidente de la asociación de vecinos, que representa a una parte importante de los residentes de El Cerezo, esos datos no son del todo ciertos.

"Se ha tomado un área más amplia para hacer el estudio", dice, señalando el mapa. Efectivamente, el informe municipal incluye en la zona desfavorecida barrios como la Palmilla o Doctor Marañón, que están al otro lado de la avenida del Doctor Fedriani. "Mire, el Cerezo tiene una población de 2.617 habitantes, mientras que en el estudio figuran 5.206".

Aranda admite que el dato de la población inmigrante es correcto, pero del resto duda. "Nuestras viviendas son de materiales de primera calidad. Ninguna se ha caído. Ningún bloque ha tenido problemas", explica el representante vecinal. También cree que el del paro es demasiado elevado para una zona en la que hay bastantes comercios que dan empleo y en la que la mayoría de la población de origen es mayor y está jubilada.

Andrés Aranda, presidente de la asociación de vecinos de El Cerezo. Andrés Aranda, presidente de la asociación de vecinos de El Cerezo.

Andrés Aranda, presidente de la asociación de vecinos de El Cerezo. / Salomón Cejudo

Con esto, quiere explicar que su barrio no es una zona marginal ni deprimida. Puede que haya experimentado un retroceso en los últimos años, pero no hasta el punto de que deba ser incluida en el mismo estudio que algunos de los barrios más pobres de España, como son el Polígono Sur, Los Pajaritos o Torreblanca. "En términos futbolísticos, éramos un barrio que jugaba en Primera División y hemos bajado a Segunda. Pero a Segunda, no a regional ni a preferente".

Uno de los principales problemas que citaba el estudio era el de los pisos patera, que es cierto que hubo hace unos años en el barrio por la escasez de recursos que tenían los inmigrantes. Estos les llevaba a compartir vivienda. Aquello, dicen los vecinos, se acabó gracias a Emasesa, que empezó a cambiar los contadores comunitarios por los individuales. En los bloques en los que se instalaron los contadores individuales, y cada propietario pasó a pagar el agua que consumía y no hacerlo a través de la comunidad, desaparecieron los pisos patera. Los inquilinos se buscaron otras viviendas en otras zonas más baratas.

Evidentemente el barrio tiene problemas, aunque no tan graves como las zonas más desfavorecidas de la ciudad. Los residentes admiten que hay nueve viviendas okupadas, cuyos inquilinos suelen ser bastante conflictivos. Hablan también de algunos de los males extensibles a toda la ciudad, como la falta de aparcamiento. La cercanía del Hospital Virgen Macarena hace que sea prácticamente imposible encontrar un hueco para aparcar. Otro es la suciedad. Pero apenas hay robos y las peleas y problemas de convivencia que cita el informe municipal han caído mucho. "No somos marginales, por favor".

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