En rebajas no es oro todo lo que reluce. Una cosa es la publicidad de los escaparates y otra la que el cliente se encuentra cuando cruza el umbral de una tienda. Esto es lo que ocurre con los descuentos. Aunque en muchos negocios se exhiben ofertas de hasta el 70%, muy pocos artículos son los que luego llegan a incluir este porcentaje, manteniéndose la mayoría por debajo del 50%.

El propio presidente de Aprocom, Manuel Dorado, asegura que los comercios en los que se publicitan descuentos del 70% sólo pueden ofrecerlos en "muy pocos" artículos, ya que esta rebaja supone "venderlos por debajo del coste por el que lo adquirieron". "Esto sólo se hace en productos que llevan mucho tiempo en stock. El cliente debe tener en cuenta que si adquiere una prenda a la mitad de su precio habitual, el comerciante ya está renunciando al 76% de los beneficios que lograría con ella, por lo que descuentos superiores a ése ya son muy difíciles", detalla Dorado, para quien las ofertas "tan suculentas" son un arma de "doble filo", porque una vez que el cliente entra en la tienda y descubre que sólo puede comprar por ese precio un margen muy limitado de productos, "se lleva una gran decepción y la idea de que lo han estafado, algo muy peligroso, porque los comerciantes somos muy serios en nuestros negocios".

En este sentido, el presidente de Aprocom aboga por acabar con el "sentimiento dramático" que se ha instalado en la sociedad española, lo que "cohíbe" a muchas personas de comprar. "Es entendible que ya no se gaste a la ligera como antes, que los clientes se lo piensen más de dos veces, pero es necesario reactivar la economía con las compras", refiere Dorado, para el que la bajada de las ventas se ha traducido los últimos años en el cierre de locales en el centro y otros barrios de marcado carácter comercial de la capital hispalense. "Muchos se han quedado vacíos, algunos los han adquirido bazares asiáticos y otros los han comprado grandes multinacionales".

Para el representante de los comerciantes sevillanos uno de los riesgos que entraña la liberalización de las rebajas es el hecho de que "al dar mayores ventajas a las grandes superficies, los negocios quedarán en manos de unos pocos operadores que controlarán todo el sector, lo que supondrá acabar con el tejido comecial sevillano".