Estafas por internet, una pandemia para la que no hay vacuna
Ciberdelincuencia
Los casos registrados en Sevilla se han multiplicado por seis desde 2012
En 2019, último año con estadísticas, se contabilizaron casi 6.000 estafas, la mayoría con tarjetas de crédito
Son delitos muy difíciles de perseguir y el porcentaje de detenidos es muy bajo
Hace unos días, una empresa de jamones de un pueblo de Sevilla advertía en su perfil de Facebook que alguien había creado una página web en su nombre y estaba intentando cometer un fraude. La compañía organiza periódicamente sorteos de lotes de productos ibéricos, que anuncian en las redes sociales. Un ciberdelincuente había visto la promoción e ideó un sistema para tratar de cometer una estafa. Creó una web y comenzó a mandar indiscriminadamente solicitudes de amistad y un enlace en el que se pedía al supuesto ganador que reclamara el premio.
Lo que en verdad hacía quien picaba en este enlace era registrarse en alguna página de pago. Varias personas a las que llegó el mensaje avisaron a la empresa y ésta pidió a sus seguidores que no hicieran caso de este tipo de mensajes. Además, la compañía indicaba cómo diferenciar la página original de la pirata. Esta última suele ser una página personal y no una de empresa. No tiene fotos, sólo la del sorteo. Está escrita con faltas de ortografía o faltan palabras en sus mensajes, probablemente porque quien las ha creado no sabe español y ha traducido directamente con Google. Y, sobre todo, porque envían mensajes privados con enlaces, cosa que no hace la empresa.
Esta es sólo una de las miles de estafas por internet que se registran en la provincia de Sevilla a lo largo de año. Es la modalidad de ciberdelincuencia que más ha crecido, con diferencia en los últimos años. A falta de los datos de 2020, puede decirse que entre 2012 y 2019 las estafas por internet se han multiplicado por seis. Así consta en un balance de cibercriminalidad elaborado por el Ministerio del Interior, que desglosa los datos por provincias y tipo de hecho delictivo. Y en 2020, año en el que el uso con tarjeta de crédito y las compras por internet se han extendido debido a la pandemia del coronavirus, es de esperar que la tendencia siga al alza.
En 2019 se contabilizaron en la provincia de Sevilla 5.694 estafas cometidas a través de las nuevas tecnologías. Es casi el doble de las registradas el año anterior, que se cerró con 3.194 casos. Y casi seis veces más que en el año 2012, cuando se tuvieron los primeros registros, que fueron 1.060.
Interior especifica tres subgrupos de estafas: las bancarias, las cometidas con tarjetas de crédito, débito y cheques de viaje y el resto. Las que más han crecido en los últimos años son las segundas. En Sevilla en 2019 hubo 3.266 fraudes con tarjetas, tres veces más que el año anterior, cuando se registraron 1.066. En cuanto a las estafas bancarias, fueron 255, una cifra que sólo creció en 20 casos entre un año y otro, prueba de que las medidas de seguridad de los bancos son cada día más eficaces. En el resto de estafas, se contabilizaron 2.173, por las 1.893 del ejercicio anterior.
Son delitos muy difíciles de perseguir, porque el autor no siempre está en la misma provincia que la víctima, y ni siquiera en el mismo país. Prueba de ello es que el número de detenidos e investigados es muy bajo en relación con el número de estafas. También es cierto que un mismo autor puede cometer numerosos delitos. En cualquier caso, sólo hubo 174 personas detenidas y/o investigadas en Sevilla en 2019 por las estafas por internet. De ellas, 9 lo fueron por estafas bancarias y 22 por las cometidas con tarjetas de crédito.
Con los datos del Ministerio del Interior puede elaborarse un perfil del detenido, en cuanto a edad, sexo y nacionalidad. La mayoría de los ciberdelincuentes que operaron en la provincia de Sevilla y fueron cazados por la Policía o la Guardia Civil en 2019 fueron varones, de mediana edad y de nacionalidad española. Sólo hubo tres menores implicados y el grupo de edad más numeroso es el de entre 26 y 40 años. El porcentaje de extranjeros detenidos por estos delitos es residual.
Los hechos esclarecidos sí fueron más numerosos que el número de detenidos e investigados, aunque siguen representando un porcentaje bajo en relación con otro tipo de delitos. Se resolvieron 783 casos de estafas, un porcentaje cercano al 15% del total. En cuanto a las víctimas, Interior contabilizó 4.867 personas víctimas de estos fraudes.
Al igual que ocurre con los detenidos, puede establecerse un perfil de la víctima. Suele haber más hombres que mujeres afectados, si bien la diferencia no es tanta como en el caso de los investigados. La franja de edad con más perjudicados sigue siendo la de entre 26 y 40 años. Esto responde a que es el grupo de población que más utiliza la nuevas tecnologías y tiene dinero para poder ser víctimas de una estafa. Los menores y los jóvenes de entre 18 y 25 quizás usen más internet, pero no suelen tener el poder adquisitivo de personas de más edad. De nuevo la mayoría de las víctimas fueron españolas, aunque aquí si hay más extranjeros que sufrieron estafas. Entre los países de origen están los que más personas aportan a la población sevillana, como Marruecos y Rumanía, pero también algunos estados europeos como Italia y Alemania, cuyos súbditos seguramente fueron estafados durante una estancia vacacional en Sevilla.
Entre las últimas estafas por internet registradas en Sevilla hay un amplio catálogo de casuísticas. Una de las más recientes que ha trascendido ha sido la de los bitcoins. La Fiscalía ha advertido del incremento de estafas relacionadas con las inversiones en criptomonedas, que parecen haberse convertido en una especie de nuevo fórum filatélico. Son unos delitos especialmente complejos de perseguir porque generalmente los autores no se encuentran en España.
Esta misma semana, la Guardia Civil informó de la detención de una mujer en Chipiona que había estafado a varias personas en su localidad natal, Lebrija. Se había hecho pasar por otras personas para comprar los últimos modelos de iPhone, financiándolos a través del contrato de telefonía, y luego revenderlos a terceros. La estafa se descubrió cuando le llegó a las personas por las que se había hecho pasar el cargo en la factura de la compañía telefónica.
Son muy habituales los timos en los que el estafador ofrece un determinado producto en alguna página de anuncios o de venta de objetos de segunda mano, alguien hace el pago y luego no recibe el artículo acordado. O bien le llega otro producto distinto o no recibe nada, y el vendedor desaparece y no hay forma de contactar con él. En la provincia de Sevilla, en los últimos seis meses han sido detenidas personas que ofrecían animales exóticos, muñecos de bebés hiperrealistas y Equipos de Protección Individual (EPI), muy demandados desde que se desató la pandemia del coronavirus.
De manera parecida funcionan los supuestos chollos en los alquileres vacacionales, de los que cada verano hay varios casos en la provincia de Sevilla. Al igual que en los anteriores supuestos, las víctimas son siempre de fuera. El estafador coloca en alguna web unas fotografías de una bonita casa en la playa y la ofrece a un precio módico, a veces tan bajo que es imposible resistirse a la oferta. Generalmente pide una señal mediante transferencia o bizum. Luego, cuando llega el día acordado para el alquiler, no da señales de vida. Lo peor de esta estafa, cuentan quiénes la han sufrido, no es perder una pequeña cantidad de dinero (el rastro del pago suele llevar a la detención del ladrón), sino la sensación que deja después de hacer un viaje y llegar al destino y darse cuenta de que las vacaciones soñadas no serán tales. Sobre todo si en el coche viene algún niño, al que cuesta explicarle la situación.
Pero si hubo un caso conocido este año fue el arresto de un estafador que se hacía pasar por empleado de una empresa de paquetería y recogía los teléfonos móviles que las víctimas vendían a través de páginas web de segunda mano. La Policía y la Guardia Civil lo detuvieron cuando iba a hacer una recogida de un teléfono en el centro de Sevilla. Quiso escaparse por los tejados y llegó hasta la Casa de Pilatos, donde trató de ocultarse. Un entorno tan clásico puso fin a una estafa tan moderna.
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