Luz de Santa Clara para la Mezquita

EL domingo paseaba con sus perros por la Alameda. Con Camelo, un galgo al que rescató cuando peligraba su vida en una carretera de Osuna, y con Rima, a la que apadrinó en la rotonda del Vacie. A Jesús Domínguez Machuca, segunda generación de orfebres, le gusta el senderismo, el campo y pasear con sus perros. Por esta afición supe de la encomienda que tenía el pasado lunes: viajar desde Sevilla a Córdoba con la lámpara original de la capilla del Sagrario de la Mezquita y las dos piezas exactamente iguales que han restaurado en su taller de la calle Santa Clara.

El mismo taller que Jesús Domínguez Velázquez, su padre, fundó en 1957. Donde se trasladó desde Triana. A su progenitor lo captó el maestro Cayetano González cuando lo vio con 13 años haciendo unas rejas en la casa de forjas artísticas en la que empezó a trabajar. De la forja a la orfebrería por la puerta grande: con el Cristo de Pasión. "Después trabajó con Armenta, cordobés".

Su hijo pasó del instituto San Isidoro a esta universidad de las medidas y los sentidos. Cinco personas trabajan en el taller. Lampisteros y repujadores. "Los orfebres suelen ser ambas cosas. El lampistero es el sastre del repujado". Como muestra, el botón de Manuel, que pica una pieza, y Paqui, que la repuja o cincela. A Paqui y Manuel, unidos en matrimonio, les une también este trabajo secular. "La crisis se nota en que se ha vuelto a trabajar con la alpaca", dice el orfebre.

Las lámparas colgadas parecen yelmos de Mambrino. No es la primera vez que trabajan para un cliente tan cualificado. "Empezamos cuando desapareció la cabeza de un niño ángel en la capilla de Santa Inés". Se hacen a trozos, porque no existe molde para piezas de ese tamaño.

De este taller ha salido la nueva candelería de la carreta del simpecado de Jerez, la del nazareno de Marchena, las dos farolas de guía de la hermandad del Sol y, como todos los años, siempre llegan los encargos de la centuria porque armadura viene de armao. "Aquí habremos hecho en torno a las doscientas armaduras para los armaos de la Macarena". Pilatos sabe la dirección.

En la calle que da nombre a la sala de exposiciones de las santas de Zurbarán se produce el trasiego doméstico de unas demandas que en esta fechas pasan de las hermandades de penitencia a las de gloria. Sus clientes son de toda Andalucía: han restaurado el trono de la patrona de San Fernando y el de la Virgen de las Angustias, patrona de Granada. La última colaboración con un herrero de leyenda llamado Roberto Jiménez del que Jesús habla con veneración casi literaria.

Este taller es tan versátil como las orfebrerías de antaño. Cada época tiene su afán. "El colectivo Fridor nos llamó para trabajar en la cabalgata de la Expo que dirigía Joan Font y después a través de Fridor colaboramos con Távora en la obra Picasso y el minotauro andaluz". Otro cliente es el coleccionista Mariano Bellver.

Las lámparas ya están en la Mezquita, cuyo conservador es uno de los técnicos que hizo el edificio del colegio de Arquitectos de Sevilla. Trabajan con plata de ley. "La plata ha subido una barbaridad". Llaman a la puerta unos turistas franceses para preguntar por el horario de visita del monasterio de San Clemente, el que Jesús Aguirre convirtió en pabellón de Sevilla de la Expo. El orfebre les informa en un francés bastante correcto. "Mi cuñada es francesa, del mismo París". Los turistas se dirigen a la calle Reposo siguiendo las indicaciones de este improvisado guía que poco después llevará las lámparas a Córdoba para su reposición en la Capilla del Sagrario.

Paco Machuca, tío de Jesús, es a sus 80 años el decano de los orfebres sevillanos. De este sagrado negociado al que acuden los cristianos y los romanos.