Matan a golpes a una mujer a la que robaron la pensión en Torreblanca

La Policía detiene a tres personas por la muerte de una mujer de 61 años, discapacitada y ciega

Le ofrecieron pasar la noche en un piso, pero en realidad la estaban reteniendo para darle una paliza que resultó mortal

Policías nacionales en Torreblanca.
Policías nacionales en Torreblanca. / Antonio Pizarro

La víctima del último trabajo del Grupo de Homicidios de Sevilla es una mujer de 61 años que no tenía familia en Sevilla, que tenía la movilidad reducida y una ceguera parcial, y que cobraba una pensión de la que el asesino y sus dos cómplices se apropiaron a base de golpes. Pero, como todos los muertos valen lo mismo, la Policía ha resuelto el caso en apenas 15 días y ya hay tres en personas en prisión, el autor material del crimen, al que además del homicidio se le imputan los delitos de detención ilegal y robo con violencia, y una pareja a la que se acusa de estafa y encubrimiento.

Ocurrió en el barrio de Torreblanca a finales de noviembre. La Policía explicó este jueves que fue precisamente esa carencia de vínculos sociales y familiares de la víctima la que dificultó la investigación y la reconstrucción de sus últimas horas en vida. Tras quince días metidos a fondo en el caso, los agentes de Homicidios lograron poner en pie lo que había sucedido e identificar a los responsables. Los tres se encuentran ya en prisión provisional.

El 26 de noviembre, la Policía Nacional recibió la llamada de un hombre que informaba de que en su casa, en la calle Pino, estaba el cuerpo sin vida de una mujer. La persona que llamaba era un hombre de 30 años, identificado como Manuel P. A., que explicaba que conocía a la muerta de verla por el barrio, que el día anterior le había dado pena y había decidido dejarle pasar la noche en su casa. Horas después, se la había encontrado muerta.

Se puso en marcha el protocolo habitual cada vez que se encuentra un cadáver fuera de un hospital. Un patrullero acudió al domicilio, confirmó la veracidad del aviso y se acordonó todo para que los especialistas de Homicidios y la Policía Científica realizaran una inspección ocular del cuerpo y de la vivienda, antes de que la comisión judicial ordenara el levantamiento del cadáver y su traslado al Instituto de Medicina Legal para la correspondiente autopsia.

En la primera inspección, los agentes comprobaron que la versión del denunciante no coincidía demasiado con lo que allí veían. El cuerpo de la mujer presentaba una serie de golpes y lesiones que en nada hacían indicar que se había quedado dormida plácidamente y no se había despertado nunca más. Al revés, la víctima había recibido una brutal paliza poco antes de morir.

A partir de ese momento se inició una investigación que se centró en el entorno más próximo de la víctima. Los agentes descubrieron que era una persona no tenía vínculos en Sevilla y que necesitaba ayuda para desenvolverse en las cuestiones más elementales. Apenas podía moverse ni ver, pero sí cobraba dos pensiones mensuales.

La pareja imputada por estafa, un hombre y una mujer de 38 y 40 años cuyas identidades responden a las iniciales A. R. J. y E. D. O., se ganó la confianza de la mujer para sacarle el dinero del cajero, comprarle la medicación que necesitaba y también suministrarle sustancias estupefacientes. Se hizo así dependiente de ellos y generó una deuda que alcanzó los 800 euros.

Los sospechosos sabían que la paga de noviembre era doble. Para apoderarse de este dinero, y de todo el que la mujer tenía en una cuenta corriente, la engañaron ofreciéndole la posibilidad de pernoctar unos días en una vivienda de un conocido suyo, en la calle Pino. En realidad, el inquilino de este piso actuaba en connivencia con la pareja y su labor era la de mantener a la mujer retenida en la casa. Para que saldara la deuda contraída con la pareja, el 25 de noviembre le propinó una brutal paliza.

La Policía considera a Manuel P. A., conocido en Torreblanca como el Rubio, el presunto autor del crimen. Se trata de un joven con diversos antecedentes, del que llaman mucho la atención sus tatuajes. En el dorso de la mano izquierda, tiene tatuados un kalashnikov y una pistola. Pero, como dicen en el barrio, tiene cara de bueno y nadie pensó que podía hacer algo así.

Las lesiones que sufrió la víctima le provocaron una lenta agonía que se prolongó durante 24 horas, hasta que finalmente falleció al día siguiente, sin que nadie llamara a los servicios de emergencias sanitarias, la llevara al hospital o al menos la sacara a la calle para que alguien la socorriera. Sólo llamaron a la Policía cuando murió y el autor del crimen no supo qué hacer con el cadáver.

Desde luego no fue la mejor idea. Dos semanas después fueron detenidos por el homicidio. Tanto el asesino como sus cómplices se encuentran en prisión provisional desde el pasado domingo, 13 de diciembre. Los tres tienen antecedentes. Se cierra así una investigación complicada por la falta de hilos de los que tirar.

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