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Calle Rioja

Paseo por la ninfa esquiva y deseada

  • Juan Miguel Vega presenta en la Academia de Buenas Letras su libro ‘Sevilla Ingrávida’ con el duque de Segorbe, Mercedes de Pablos y Javier Rubio como ‘padrinos’

Juan Miguel Vega (derecha) con Fran López de Paz, en los Pinelo.

Juan Miguel Vega (derecha) con Fran López de Paz, en los Pinelo. / Juan Carlos Muñoz

SU padre no era socio de caseta de Feria, no iba a los toros y sólo una vez salió de nazareno con una túnica de prestado. Pero a Juan Miguel Vega (Sevilla, 1962), le dio el mejor consejo: “Juanmi, no te vayas nunca de Sevilla”. El autor de Sevilla Ingrávida (Niebla) es un sevillano que estuvo a punto de nacer en Düsseldorf. “A mi padre le salió un trabajo en una fábrica de ascensores, pero al final se quedó aquí en una tienda de tejidos”.

La presentación fue tan personal como su autor, que piensa, escribe y vive saltando tópicos y prejuicios, esas mandrágoras que la ciudad produce en serie. Juan Miguel Vega consiguió varios milagros en los Pinelo, sede de la Academia de Buenas Letras. Allí estaban juntos los académicos y los colegas de Canal Sur, “los compañeros del metal”, les llamó. Los patricios y los plebeyos en buena armonía. Llegaron tarde, y casi a la vez, un aristócrata y un socialista, el duque de Segorbe, que se sumó a la “comisión” de presentadores que completaron Mercedes de Pablos y Javier Rubio, y el nuevo delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. El duque, recién llegado del junio japonés, dejó una frase del mayo francés, “la tradición no se hereda, se conquista”, con autoría de André Malraux.

“Tu nombre no hace falta decirlo. Todos sabemos quién eres”. Sevilla, la innombrable de Ocnos de Cernuda, o de Florido Mayo, de Alfonso Grosso, es la gran protagonista de este libro. “Este libro está hecho de tiempo, el que nos va haciendo y deshaciendo”, diría Javier Rubio. “Estaba haciendo tiempo”, comentaría después IgnacioMedina para justificar su retraso. Para Mercedes de Pablos, el libro “es un calendario, un dietario de paseante por Sevilla”. Está estructurado en doce meses, un suspiro, porque mañana termina la primera parte del año y empieza la segunda, que en el libro llega con Calor Antigua.

“El libro es un homenaje a casi todo lo que amo”. Un mapa para amantes perdidos, como el libro del pakistaní Nadeen Aslam que Mercedes citó en la presentación. El libro ha sido llevado al cine por Scorsese, Warren Beatty y Woody Allen en producción de Juan Lebrón. Sevilla es la “ninfa esquiva y deseada” en palabras de Salinas, autor de cabecera de un periodista curtido en las misceláneas de Gestoso, Montoto o Chaves Rey, la divagación como género literario de José María Izquierdo y Chaves Nogales, en sus lecturas de Cervantes, Kafka, Paul Auster, Graham Greene, Borges, Mortadelo y Filemón.

Sevilla Ingrávida se ha convertido en el acontecimiento literario apadrinado por una joven editorial. A la presentación acudieron algunos de los personajes que aparecen en sus páginas: Manuel Jesús Roldán, Manuel Melado, Rogelio Reyes, que en esta ciudad de Rogelios –el coriano, Trifón– le regala en los primeros días de enero una frase pura metafísica: “La autocomplacencia sevillana tiene mucho de resignación, pues tras su presunto orgullo se enmascara un profundo complejo de inferioridad”. Un mal este complejo, según el duque de Segorbe, que aqueja a toda España “y agravado en Sevilla” por un “modernismo autoritario pseudoprogresista”. Vega no quiso saldar ninguna cuenta, pero al final invitó a una cerveza. Estaba en el guión. Uno de sus escritos se titula La cerveza es la leche. Ubres de cebada que le llevan a Munich, cerca de la ciudad donde estuvo a punto de nacer. Pero creció en Rochelambert y vive en la carretera de Carmona.

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