Sevilla

Plan de choque contra las cotorras en Sevilla: 210 ejemplares eliminados

  • El Ayuntamiento culmina con éxito la primera fase de control desarrollada en el Parque de María Luisa

  • Se han realizado capturas en vivo y sustitución de huevos

Plan de choque contra las cotorras en Sevilla: 210 ejemplares eliminados.

Plan de choque contra las cotorras en Sevilla: 210 ejemplares eliminados. / Víctor Rodríguez

Unos resultados muy satisfactorios. El Ayuntamiento, a través del Zoosanitario, ha conseguido frenar la proliferación de las cotorras en el parque de María Luisa. El plan de choque que se puso en marcha el pasado invierno, época más propicia, ha deparado la eliminación de 210 ejemplares, tanto por captura como por sustitución de huevos. El programa ha servido también para obtener una información muy valiosa sobre el comportamiento y los hábitos de este ave invasora. De manera paralela, se ha realizado una labor de concienciación y se ha potenciado el bienestar de las especies autóctonas del parque, amenazadas por las cotorras. Con el objetivo de mantener el control sobre la colonia de cotorras, el próximo mes de diciembre se pondrá en marcha una nueva actuación mejorada con todo lo aprendido hasta ahora.

El Ayuntamiento de Sevilla contrató en junio de 2019 el plan de choque contra las cotorras invasoras –de Kramer y Argentina– que ha girado en torno a cuatro grandes ejes: la divulgación y concienciación, el control de las especies exóticas invasoras, la potenciación de las especies autóctonas y una asesoría técnica desarrollada por la Universidad de Sevilla. “Esta intervención ha servido para que la población de cotorra de Kramer se haya estancado en esta anualidad entre 1.700 o 1.800 ejemplares”, resalta Antonio Sánchez Tosina, director general de Salud Pública y Protección Animal.

El control de las aves se ha realizado mediante capturas en vivo y por la sustitución de los huevos. La actuación, en el primer caso, ha consistido en la instalación de hasta seis tipos de jaulas en el suelo y en altura (árboles y azoteas de los edificios del parque). “No se trataba tanto de hacer una bajada drástica de ejemplares como de ver y probar cosas distintas”, explica Sánchez Tosina. La jaula más efectiva ha sido la llamada de tejado invertido, en el que se ha producido el 75% de las 90 capturas totales. Se trata de un armazón en el que el ave puede entrar en busca del alimento pero que, por su forma de embudo, le es imposible luego retornar al exterior. Además, el 98% de los apresamientos ha tenido lugar en altura, ya sea en los árboles (58%) o en las azoteas (40%).

Ejemplares capturados en las jaulas de tejado invertido. Ejemplares capturados en las jaulas de tejado invertido.

Ejemplares capturados en las jaulas de tejado invertido. / D. S.

La mayoría de las capturas se realizado entre diciembre y enero, a partir de ese momento decaen al comenzar la época de precelo y las cotorras se ocupan más en buscar pareja que en lograr alimentos. Para el buen desarrollo de la operación ha recobrado especial importancia el estudio de la trayectoria de vuelo de las aves. Los técnicos han averiguado, por ejemplo, que el Parque de María Luisa es utilizado solamente como entorno de alimentación y recreo, mientras que la importante colonia duerme en la confluencia de la Avenida de la Borbolla con la Avenida de Carlos V. “Las jaulas que más resultado han dado son las que están en la trayectoria de salida y entrada al dormidero”. Los 90 ejemplares capturados vivos fueron sacrificados por un veterinario.

La segunda línea de control ha sido la sustitución de los huevos por otros de escayola. Para ello se ha realizado un estudio sobre las oquedades en los árboles. “Es algo que creemos que no se ha hecho en ningún sitio”, resalta Sánchez Tosina. Así, mediante una cámara endoscópica y una aspiradora, se ha actuado en 64 nidos cambiando 110 huevos. El porcentaje de captura de huevos ha sido mayor que el de la tasa de reproducción.

Los huevos falsos. Los huevos falsos.

Los huevos falsos. / D. S.

El zoosanitario ha realizado un estudio sanitario de 60 ejemplares de cotorra capturadas. Ninguno de ellos ha dado positivo en psitacosis, campilobacter ni salmonella. Sí tenían presencia de e-coli, virus de la gripe aviar y virus de Newcastle. “No son datos alarmantes porque puede presentarlos cualquier especie silvestre. La concentración era normal, similar a la que pueda tener la población de palomas”.

Instalación de las trampas en los árboles del parque. Instalación de las trampas en los árboles del parque.

Instalación de las trampas en los árboles del parque. / D. S.

En cuanto a la protección del nóctulo mayor y las aves insectívoras autóctonas, además del estudio de las oquedades, se han instalado 35 cajas nidos para los nóctulos, 17 para las aves insectívoras y cinco para cernícalos primillas. “Son específicas para que no puedan ser colonizadas por ninguna otra especie. Están situadas directamente en los árboles”. Estas medidas también han dado un buen resultado, por lo que se mantendrán en el futuro.

Un control que será continuo

Un grupo de cotorras se refresca en una de las fuentes del Parque de María Luisa. Un grupo de cotorras se refresca en una de las fuentes del Parque de María Luisa.

Un grupo de cotorras se refresca en una de las fuentes del Parque de María Luisa. / Víctor Rodríguez

La batalla para controlar la población de cotorras invasoras vivirá un nuevo capítulo el próximo invierno. Será una lucha sostenida en el tiempo puesto que lo importante es encontrar el equilibrio, más allá de exterminar a las aves que no son propias de estos lares. Las próximas intervenciones insistirán en el uso de las jaulas de tejado invertido, la sustitución de los huevos y la potenciación de los nóctulos, aves insectívoras o cernícalos propios del ecosistema del Parque de María Luisa.

El control de una especie es especialmente complejo. Hay que buscar el número de ejemplares que puede soportar un ecosistema para que sean capaces de convivir sin interacción negativa”, argumenta Antonio Sánchez Tosina, director general de Salud Pública y Protección Animal. Este es uno de los encargos que precisamente tiene la asesoría técnica de la Universidad de Sevilla, encabezada por el catedrático de Ecología Enrique Figueroa.

Una de las cajas nido para las especies autóctonas. Una de las cajas nido para las especies autóctonas.

Una de las cajas nido para las especies autóctonas. / D. S.

Según un estudio realizado por la Universidad Pablo de Olavide, el crecimiento de la población de la cotorra de Kramer y la disminución de los ejemplares de nóctulos se debería a la colonización de las oquedades por parte de la primera especia. Con los análisis realizados sobre el terreno, se descarta este escenario, como sostiene Sánchez Tosina: “Nosotros hemos comprobado que hay huecos en los árboles del parque que no están ocupados por las cotorras. No existe esa situación de estrés entre las especies por ocupar los huecos. Tampoco sabemos si todos ellos son aptos para ello”.

La segunda fase del plan de intervención también tendrá como escenario el Parque de María Luisa, donde el 30% de los huecos (850) localizados están ocupados por las cotorras. Ahí es donde se concentra la mayor colonia, unos 1.800 ejemplares. El conteo de ejemplares, además de por el estudio de las oquedades, también se ha realizado mediante un conteo directo en el dormidero mediante cámaras térmicas. Cuando esta zona verde esté consolidada y equilibrada, los trabajos podrán extenderse hacia otros lugares, como la Avenida de la Buhaira, el entorno de la Catedral o Tablada, donde también se concentran pero en menor medida.

Instalación de jaulas en uno de los edificios del Parque de María Luisa. Instalación de jaulas en uno de los edificios del Parque de María Luisa.

Instalación de jaulas en uno de los edificios del Parque de María Luisa. / D. S.

Las dos especies de cotorra llegaron a Sevilla como mascotas y, desde ahí, se extendieron por los parques y jardines de forma accidental mediante escapes cautivos y sueltas intencionadas. Según el Ayuntamiento, posiblemente las primeras sueltas ocurrieron alrededor de 1990. Al adaptarse al hábitat, disponer de alimento y agua y carecer de depredadores, se han reproducido con una gran rapidez.

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