La otra Plaza del Duque
En San Vicente se esconde una plazuela cuyo nombre recuerda al duque de Veragua
Entre la locura desatada por el tráfico en Baños y Alfonso XII se encuentra un remanso de paz protegido por las calles Mendoza Ríos, Redes y Alfaqueque. La Plaza del Duque de Veragua aparece ante el caminante cual oasis en mitad de la vorágine de San Vicente, sin apenas tráfico que la moleste. Sus legendarias casas sevillanas y el olor a azahar de sus naranjos hacen que la esencia de lo sevillano se asome en esta recóndita plazuela que, aún no siendo tan popular como la del Duque de la Victoria, conserva no sólo su historia sino sus gentes.
Reformada en las últimas décadas, se mantiene protegida por los edificios de viviendas, algunos de la primera mitad del siglo XX ahora rehabilitados. Entre sus curiosidades destaca su propio nombre, Duque de Veragua, puesto en homenaje a quien a finales del XIX posibilitó el traslado de los restos de Cristóbal Colón a la Catedral.
No resulta complicado imaginarse el lugar como antaño, terrizo -hoy cubierto de ladrillo rojizo-, y con bancos de palo -en la actualidad, se combinan los metálicos con los de piedra-. Los naranjos, 18, son los auténticos protagonistas de una plaza cuyo uso sí ha cambiado. "Antes, los niños del barrio jugábamos en la plazuela al fútbol, a la peonza y a los toros", dice uno de sus vecinos que se queja de que "hoy son más los que pasean a sus perros que los niños que se divierten en ella".
En un paseo por las calles adoquinadas que la circundan es fácil encontrarse con puertas entreabiertas que dejan ver los clásicos zaguanes que rememoran otros tiempos. Pocos comercios verá el paseante al atravesar Redes, Mendoza Ríos o Alfaqueque, calle ésta última en la que incluso se observa un cartel del distrito Casco Antiguo que intenta promocionar el comercio en la zona: "Compra en tu barrio, compra en tu calle".
La vida, sin embargo, está latente en el lugar gracias a su desembocadura en el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo, "antiguo Cuartel del Carmen", señala Esperanza Quiles, vecina "de toda la vida" del barrio que, tras pasar su infancia en la calle Goles, se trasladó a Redes 41. En este punto, enfrente de la Plaza Duque de Veragua, se halla "el único patio de vecinos que aún se conserva en el barrio". Encalado y engalanado con macetas, Esperanza reseña: "Aquí vivió el maestro Naranjo, que enseñaba a cantar a las artistas, y el escultor Marmolejo".
Barrio notorio por los médicos, arquitectos, abogados e intelectuales que lo han tomado como residencia, estas callejuelas no están exentas de polémica. Este recóndito laberinto obtuvo una insólita fama debido a que en él se alojaron durante décadas miembros de la congregación de El Palmar de Troya. En una de estas casas (el número 37 de Redes) tiene hoy su taller de artes plásticas el pintor Antonio Álvarez Gordillo. "Desde hace 5 años trabajo aquí, me han contado que esta casa fue el primer monasterio de monjas que fundaron aquí los de El Palmar de Troya", cuenta el artista que explica cómo, "tras la muerte del Papa Clemente, se fueron vendiendo las propiedades que poseía la congregación en la zona, que eran bastantes". En el taller, el pintor conserva de esa época una campana de hierro que cumplía la función de timbre en el convento.
A pesar de su solera, la actividad y los vecinos del barrio han ido renovándose. Entre las generaciones de familias que se mantienen en el lugar, los estudiantes y la inmigración se han instalado en esta zona especialmente acogedora, cuyo sello de calidad reside en la tranquilidad que se respira entre sus calles.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por SO/Sotogrande Spa & Golf Resort
Contenido Patrocinado
Contenido ofrecido por Restalia