Sevilla

Policías piden dejar de cantar 'La muerte no es el final' por las sospechas de pederastia del autor

  • El himno se utiliza desde hace años en los actos oficiales de la Policía, la Guardia Civil y el Ejército durante el homenaje a los caídos

  • Cesáreo Gabaráin, autor de la composición y fallecido en 1991, fue expulsado del colegio de los Maristas tras las denuncias de abusos sexuales a menores

  • Un comisario jubilado pide en una carta que la Policía "evite parecer que estamos de parte del verdugo"

  • Policía Nacional, dos siglos de honor

Homenaje a los caídos durante el acto del Bicentenario, el 13 de enero en la Plaza de España de Sevilla.

Homenaje a los caídos durante el acto del Bicentenario, el 13 de enero en la Plaza de España de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

Una corriente interna dentro de la Policía Nacional se cuestiona la necesidad de seguir cantando La muerte no es el final, el himno con el que tradicionalmente se recuerda a los agentes caídos en acto de servicio en cada celebración oficial del cuerpo. Esta composición es obra del sacerdote vasco Cesáreo Gabaráin Azurmendi, autor de otras composiciones musicales religiosas muy conocidas, y sobre el que existen fundamentadas sospechas de pederastia. De ahí que se hayan alzado ya voces dentro del cuerpo en contra de la costumbre implantada a mediados de la década pasada, importada de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil, de homenajear a los fallecidos con esta célebre composición.

Una carta firmada por el comisario jubilado Julián Márquez y enviada a Europa Sur, el periódico del Grupo Joly en el Campo de Gibraltar, ha reavivado el debate interno sobre este asunto. Márquez desempeñó varios puestos de relevancia en el seno de la Jefatura Superior de Policía en Andalucía Occidental (que agrupa las provincias de Sevilla, Cádiz, Córdoba y Huelva) y dirigió durante años la unidad adscrita a la Junta de Andalucía, que se conoce popularmente como Policía Autonómica. Otros comisarios y miembros del cuerpo ya han mostrado también su rechazo a seguir cantando esta melodía, según fuentes de la Policía Nacional consultadas por este periódico.

Márquez inicia su misiva recordando que el pasado 13 de enero, día que se conmemoró el bicentenario de la Policía Nacional en diferentes ciudades de España (él se refiere explícitamente al acto que tuvo lugar en la Plaza Alta de Algeciras), se incluyó el "emotivo himno La muerte no es el final en el homenaje a los policías caídos en acto de servicio".

Cesáreo Gabaráin. Cesáreo Gabaráin.

Cesáreo Gabaráin. / D. S.

El comisario expone que este es un "himno católico compuesto por el sacerdote Cesáreo Gabaráin Azurmendi (1936-1991), que fue incorporado a la liturgia militar en 1981 por el entonces teniente general Sáenz de Tejada para homenajear a los militares fallecidos en las condiciones de todos sabidas". Después, fue la Guardia Civil la que incorporó la composición a sus actos oficiales y se interpreta en cada homenaje a los caídos, tanto en las celebraciones de la Patrona como en las del aniversario de la creación del cuerpo. La muerte no es el final no se añadió a las celebraciones de la Policía Nacional oficialmente hasta 2014, por orden del entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a quien Julián Márquez define en su carta como "ultra y nefasto".

Hasta ahí todo bien, si no fuera porque el autor del himno ya fue denunciado por presuntos abusos sexuales en los años setenta por parte de un grupo de familiares de niños del colegio Maristas de Chamberí, donde ejercía como capellán. "A raíz de la denuncia, el cura fue expulsado inmediatamente de los Maristas y comenzó a deambular por diferentes colegios, parroquias, campamentos de verano, catequesis, etc. en los que fue acumulando acusaciones del mismo tipo", sostiene Márquez.

El comisario hace referencia a una investigación del diario El País, que en el año 2021 publicó varios artículos sobre los abusos de Gabaráin. En septiembre de ese año, el trabajo del diario cifraba en 17 los testimonios de personas que supuestamente habían sufrido abusos por parte del cura. Las víctimas relataban hechos ocurridos en los años sesenta y setenta, y efectivamente el sacerdote fue expulsado del colegio de los Maristas en 1978 tras las denuncias de pederastia. Al año siguiente, en 1979, se convirtió sin embargo en prelado personal de Juan Pablo II, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1991, con 54 años.

Gabaráin fue una estrella de la música para misas, y es el único sacerdote que cuenta con un disco de oro. Compuso más de 500 piezas, muchas de ellas muy conocidas porque introdujo elementos de la música pop y rock en las composiciones eclesiásticas. Entre ellas destacan Pescador de hombres, Vienen con alegría, Juntos como hermanos o Madre, óyeme. Sus canciones e himnos se tradujeron a numerosas lenguas y tuvo un éxito internacional. Era además amigo personal de varios futbolistas del Real Madrid, capellán del equipo ciclista Fagor y el sacerdote de la Vuelta Ciclista a España. La muerte no es el final la compuso a mediados de los setenta en homenaje a un joven organista de su parroquia que murió a los 17 años. El Ejército la adoptó después como himno oficial, cambiándole la palabra "hermano" por "compañero".

"Era como el doctor Jekyll y mister Hyde, por un lado, un cura carismático, popular, amigo de deportistas famosos y del Papa, y por otro, un pederasta. Algo inimaginable para todos los que le admiran", relató a El País entonces una de sus víctimas, cuya denuncia le valió la expulsión de los Maristas. "Dormíamos cada uno en una habitación. Tras la primera noche, mi compañero de al lado vino muy asustado a contarme que Cesáreo se le había metido en la cama y le había metido mano. Había abusado de él. Aún recuerdo su cara de terror", recordaba esta víctima. Otro de los que sufrió abusos apuntaba que el cura era "un depredador" y que bajaba a las duchas para mirar a los niños desnudos.

La publicación de un primer reportaje animó a otras víctimas a denunciar los hechos. "En su día fue imposible denunciarlo. Ahora, 50 años después, se sabrá la verdad sobre este sinvergüenza", decía otro de los afectados. Antes, en 2001, el dibujante Álvarez Rabo, amigo de una de las víctimas, publicó en la revista El Víbora unas viñetas denunciando las prácticas de Cesáreo Gabaráin, al que le puso el nombre ficticio de Tesáleo. Todos los entrevistados coincidieron en que el sacerdote les convencía para que fueran a su despacho o a su casa y allí, sin hacer uso de la violencia, les desabrochaba la ropa para tocarles el torso y los genitales.

Salvas al aire tras el homenaje a los caídos en el Bicentenario de la Policía Nacional. Salvas al aire tras el homenaje a los caídos en el Bicentenario de la Policía Nacional.

Salvas al aire tras el homenaje a los caídos en el Bicentenario de la Policía Nacional. / Juan Carlos Vázquez

El asunto adquirió notoriedad internacional. En noviembre de 2021, la Archidiócesis de Los Ángeles (California), una de las más importantes de la Iglesia Católica en América y con un amplio número de fieles de habla hispana, emitió una declaración en la que prohibía expresamente el uso de la música compuesta por Gabaráin. "Las parroquias, escuelas y ministerios de la Archidiócesis de Los Ángeles no pueden usar música o grabaciones de música compuestas por el padre Cesáreo Gabaráin (QDDG) por respeto a quienes han denunciado conducta sexual inapropiada por su parte. La Archidiócesis se opone a cualquier conducta sexual inapropiada y se compromete a ofrecer nuestro apoyo a las víctimas sobrevivientes de abuso", exponía esta institución.

Se basaba en que la Congregación Marista en España confirmó que ha recibido "acusaciones creíbles de abuso de menores" por parte de Cesáreo Gabaráin. La Provincia Ibérica Marista publicó una declaración el 28 de julio en el que expresaba su dolor y pesar por los incidentes publicados recientemente en los medios de comunicación detallando los abusos sexuales sufridos por varios estudiantes hace décadas en algunas de nuestras escuelas…. Condenamos estos hechos y pedimos perdón a las víctimas por no haber podido protegerlas, cuidarlas y por no haber manejado adecuadamente estas situaciones". La editorial Oregon Catholic Press (OCP), la agencia encargada de las licencias de Gabaráin en los EEUU, anunció que eliminaba el perfil del padre Gabaráin de su sitio web, junto con sus canciones y productos.

"¿Alguien entiende esto?", se pregunta el comisario Julián Márquez al final de su carta, tras explicar que el himno de un "nauseabundo pederasta que, muriendo en 1991, tuvo la suerte de escapar de la Justicia" lo canta hasta el Rey de España en los actos oficiales del Ejército. "Tendríamos que corregir la política de comunicación de la Policía Nacional, y de una vez, y sin complejos, aunque no lo hagan los demás, evitar parecer que estamos de parte del verdugo. Es sólo una reflexión", concluye el ex alto mando policial.

Para las víctimas del compositor, que La muerte no es el final sea un himno oficial de las Fuerzas Armadas y que se interprete para honrar a los caídos en acto de servicio supone un "insulto". "Por ser instituciones del Estado que en principio nos representan a todos, las Fuerzas Armadas y la Policía no deberían utilizar una canción compuesta por un acreditado pedófilo con numerosas acusaciones y víctimas a sus espaldas", apuntó hace dos años otro de los afectados, justo antes del desfile del 12 de octubre.

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