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Relevo en la Alcaldía de Sevilla

¿Por qué está tardando tanto tiempo en irse Juan Espadas?

  • La respuesta sólo la tiene el propio alcalde y quizás encierra un cúmulo de circunstancias imprevistas y, esto es seguro, mal gestionadas

Juan Espadas saluda en la última edición del TIS en Fibes, en noviembre.

Juan Espadas saluda en la última edición del TIS en Fibes, en noviembre. / Juan Carlos Muñoz

Es la pregunta que mucha gente en Sevilla se hace y que, probablemente, sólo puede resolver el propio Juan Espadas. ¿Por qué dijo el alcalde hace ya más de un mes que “en unos días” despejaría sus planes y su hoja de ruta sigue siendo todavía un misterio? Seguramente la respuesta es compleja y encierra un cúmulo de circunstancias, algún impulso y también algún error de cálculo que ha dado pie a un enredo no esperado que le ha indignado mucho y que, por resistirse a zanjar a tiempo, ha alimentado especulaciones, dudas y malos entendidos no exentos de daños colaterales a su propio equipo, al que no le conviene desmembrarse ni debilitarse en esta nueva etapa.

Sea o no así, ya es tarde para rectificar. Para ello habría que retrasar el reloj al día en el que la euforia del momento, tras haber logrado culminar un proceso complejo y ser proclamado secretario general de los socialistas andaluces, le empujó a decir delante de periodistas que, “la semana que viene” desvelaría su hoja de ruta, que pasaba por su salida de la Alcaldía y la transición a otro gobierno.

Por la boca muere el pez. Porque él mismo había apuntado previamente que, antes, tendría que dejar atados algunos temas y había dibujado el escenario de finales de año. El fundamental: la aprobación de los presupuestos, algo que debía dejar zanjado a su sucesor, más en un momento donde ya sabía que no iba a tener la facilidad para sacar adelante el presupuesto en minoría, como había logrado cinco veces antes, porque los milagros son alianzas al fin y al cabo y éstas habían desaparecido. Vincular entonces su marcha a este paso fue otro error mal calculado, pues enseñó claramente las cartas a los negociadores y les entregó el poder de apretar hasta el último minuto, de tener la posesión de esos tiempos que siempre había manejado con recelo.

¿Y ahora qué? Este tropiezo también descuadró sus planes de futuro, pues la intención (y eso lo mantiene) es que su salida de la Plaza Nueva coincida con su aterrizaje en el Senado. Y esa continuidad depende también de unos plazos administrativos y unos plenos, pues debe renunciar como alcalde, ser designado como senador por el Parlamento andaluz... y parece que quiere evitar que haya el mínimo periodo vacío, algo que ¡ojo! aún podría retrasar la investidura del nuevo alcalde hasta después de Reyes. ¿Es que no quiere estar ni un solo día sin salario? Ante esta insinuación se ha mostrado ofendido recordando que podría cobrar de su partido –lo que sería lo lógico– en lugar de hacerlo de una institución de dudosa efectividad como tribuna para hacer política. Pero lo cierto es que ya se ha confirmado que irá al Senado, un paso que ya está en trámite y la previsión es que ocupe su escaño el 21 de diciembre.

Ya antes él había dicho que tenía asuntos que cerrar y final de año era un escenario razonable

Quienes mejor lo conocen admiten su tenacidad que, en este caso, se vuelca sobre el control de los tiempos en un proceso que afecta a su persona, tanto en la etapa que concluye como en la que inicia. Y eso es un instrumento para hacerse valer por encima de supuestas imposiciones de Ferraz, por ejemplo.

Después también hay una componente humana. A ningún alcalde le debe resultar fácil desprenderse de su cargo. Ser alcalde de Sevilla es un grado que, en su caso además, ha sido pasaporte para su carrera en Bruselas. Y con ello disfruta. Hay un apego a la Alcaldía comprensible, sobre todo, después de una pandemia que ha alterado calendarios y justo en la recta final, cuando hay objetivos que están más cerca que nunca. Por eso lleva unos meses presentando balances y poniendo su sello personal a muchos proyectos estratégicos de su gestión. Espadas sabe que, aunque abandone la política municipal, en mochila de candidato a la Junta de Andalucía lleva también a Sevilla y en ella se juega muchísimo. 

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