Primer puente de la Vega de Triana
Episodios sevillanos del siglo XX
ENTREGAS PUBLICADAS 24 y 31 de mayo; 7, 14, 21 y 28 de junio; 5, 12, 19 y 26 de julio; 2, 9, 16, 23 y 30 de agosto; 6 de septiembre de 2009.El puente de hierro de San Juan de Aznalfarache, levadizo en su origen y ahora fijo, fue inaugurado en 1933 y era el primero del Plan Brackenbury (1927-1950) en la Vega de Triana, por la que ya cruza el río vivo
LA economía sevillana, capitalina y provincial, se enfrentó a la gran crisis de los años 40 del siglo decimonónico con imaginación y de la mano de gente foránea. José María Ibarra y Narciso Bonaplata, vasco el primero y catalán el segundo, llegaron a Sevilla como empresarios y muy pronto formaron en las filas liberales que ganaron puestos de decisión en el Ayuntamiento de 1846. Este mismo año propusieron y lograron, después de muchas vicisitudes provocadas desde el Madrid cortesano, que Isabel II aprobara una feria mercado para Sevilla, los días 18, 19 y 20 de abril de cada año, celebrándose la primera en 1847. Éste fue el origen de la popular Feria abrileña. De esta época fueron el teatro San Fernando, con temporadas anuales de óperas, el Banco de Sevilla y la ferrería de El Pedroso.
La procedencia foránea, incluso extranjera, del resurgir de la economía sevillana quedó reflejada en las varias guías mercantiles de la segunda mitad del siglo XIX. Los principales sectores de manufacturas industriales, de la agroindustria y del comercio tuvieron apellidos de inmigrantes. Así sucede en las fundiciones de metales, en las corcho-taponeras, los almacenes de aceitunas, las fábricas de vidrios y cerámicas; también en los polveros, en las bodegas, fondas y restaurantes, en las tiendas de coloniales y de tejidos y confecciones, en la banca, en los consignatarios de buques, en las fábricas de pianos, etc. Otro factor decisivo de desarrollo fue la actividad exportadora del puerto de Sevilla, aunque basada generalmente en el expolio de las riquezas mineras y agrarias, vendidas como materias primas sin manufacturar.
La capital tenía 148.315 habitantes en 1900, y 555.256 en el total provincial. El fenómeno demográfico fue espectacular en las primeras décadas del siglo XX, como tendremos ocasión de exponer en próximas entregas, motivado por las grandes obras públicas y la Exposición Iberoamericana (1909-1929).
En el censo oficial de viviendas de 1900, Sevilla capital tenía 11.774 casas, de las que 1.118 eran corrales de vecinos, la mayor parte de ellos localizados en la Macarena y Triana, aunque todos los barrios de la ciudad tenían numerosas casas colectivas de este tipo. Puede afirmarse que un tercio de la población sevillana residía en este tipo de viviendas, en su mayor parte procedentes de los siglos anteriores. Estos corrales reunían las mínimas condiciones exigibles para vivir. No tenían agua corriente y sólo disponían de uno o dos retretes por planta para varias decenas de vecinos. La mayor parte de los corrales que llegaron hasta los años 30 y 40 del siglo XX ya fueron denunciados por el profesor Hauser, en 1882 y 1884, como infrahumanos. El panorama desolador de la falta de viviendas populares lo completaban los suburbios que rodeaban la ciudad con un "cinturón de la miseria".
La Sevilla del siglo XIX, iniciado con la invasión francesa y terminado con el Desastre del 98, fue rica en episodios históricos decisivos, que en la segunda mitad de la centuria fueron en gran parte protagonizados por el ducado de Montpensier.
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