Reis y Cordeiro, ver y oír como niños

El incontestable acontecimiento fílmico del SEFF es la retrospectiva dedicada a la pareja portuguesa que formaron António Reis (1927-1991) y Margarida Cordeiro (1939), que también dará cuenta de su callado magisterio y delicada ascendencia sobre otros grandes nombres. Hablamos de cuatro filmes, Jaime (1974), Trás-os-montes (1976), Ana (1985) y Rosa de Areia (1989), con los que es posible acorralar y dinamitar buena parte de los tópicos (documental vs. ficción, cine como gramática unívoca) que nos aburren desde hace décadas.

Desde el proyectado Museu de Imagem e Som, embrión de aquella Nordeste que luego se llamaría Trás-os-montes, Reis, un poeta y etnógrafo para el que salvar lo real de costumbres, folclore y tradición oral suponía al mismo tiempo un igual esfuerzo por registrar el imaginario que producían, ya perseguía la dialéctica con la que trascender la cronología unitaria: "implicarão uma luta corpo-a-corpo com formas ancestrais e modernaças, entre lobos e Peugeots 504, entre arados neolíticos e botijas de gás".

Esta fricción entre "lobos" y "Peugeots" podría sumarse al gesto perforador, que Reis en solitario había ejercitado como asistente en Acto de Primavera de Oliveira y guionista en Mudar de vida de Rocha. Gesto que ya con Margarida y en su obra como cineastas se encargarían de exacerbar en un proceso de reencuentro con las raíces -una arqueología- y la resurrección (suspensión del tiempo y sus jerarquías) del vestigio.

Lo que Reis/Cordeiro proponen en su obra milagrosa poco tiene que ver con el cine de autor: son miradas y escuchas que piensan. Como recuerda António Bélem: "Reis não foi explicar nada, não foi fazer análises. Foi olhar, e é um olhar de uma grande intensidade".