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Sevillanos ilustres

San Isidoro de Sevilla, con el conocimiento por bandera

San Isidoro de Sevilla, pintado por Murillo

San Isidoro de Sevilla, pintado por Murillo / Bartolomé Esteban Murillo/Wikimedia

Esta semana se celebra la Navidad, una de las fechas más importantes junto con las que se producen a lo largo de la Semana Santa en el calendario católico. A lo largo de su historia, la ciudad de Sevilla ha sido testigo y partícipe de la fe cristiana y en ella han vivido o tienen relación importantes nombres relacionados con la Iglesia. Uno de los más conocidos y que lleva la ciudad en su nombre es san Isidoro de Sevilla.

Vida y obra de san Isidoro de Sevilla

San Isidoro de Sevilla fue un teólogo, filósofo, polígrafo y santo que nació en torno al año 560 en la Península Ibérica. Su padre tuvo de nombre Severiano, lo que se conoce por un texto escrito por el propio san Isidoro, en 'De uiris illustribus'. Se sabe que también tuvo tres hermanos mayores, Leandro, Fulgencio y Florentina. Aunque, como establecen desde la Real Academia de Historia, el inicio de su vida es una incógnita. 

El lugar exacto de su nacimiento es un misterio también, pero se cree que la familia pudo vivir  en la zona bizantina de la provincia Cartaginense, que en aquel momento ocupaba gran parte del sur peninsular.

Por escritos de su hermano Leandro, se puede suponer que tanto él como Isidoro estudiaron en Sevilla, ciudad de la que el hermano mayor fue obispo desde el año 579. Poco más se sabe del tema hasta el año 600 cuando Isidoro es nombrado obispo de la ciudad, un cargo que ocupó hasta su muerte, que tuvo lugar 36 años más tarde.

Como obispo sevillano participó en importantes citas para la religión cristiana en los reinados visigodos, como lo fueron el II Concilio de Sevilla (año 619) y el IV Concilio de Toledo (633). En este último propuso la obligación de crear escuelas junto a las sedes catedralicias, para educar al futuro clero y que entre otras cosas aprendieran a leer. Firmó también otros importantes textos, como el 'Decreto de Gundemaro' que en el año 610 dio la categoría de metrópoli a la urbe de Toledo.

En su faceta como escritor destacan la importancia que tuvo en el ámbito religioso y educativo con obras con las que buscaba que fueran de utilidad para que el clero pudiera actuar de forma adecuada. De su pluma nacieron las 'Etymologiae', una de las obras enciclopédicas más importantes de su tiempo y que sirvió como forma de conservación y transmisión de la cultura que se conocía hasta el momento, incluyendo la grecorromana anterior. También escribió obras que servían de prólogo a los libros bíblicos para facilitar su lectura y comprensión, entre otras.

San Isidoro de Sevilla moriría en el año 636, pero no se convertiría en santo de la Iglesia hasta el año 1598 y en el año 1722, el papa Inocencio XIII lo convirtió en doctor de la Iglesia, título que se le otorga a ciertos santos como reconocimiento de su erudición y conocimiento sobre la fe y la transmisión de la misma.

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