Sevilla

Soldado de Nápoles

  • Se cumplen 500 años de historia del Regimiento Soria 9, que tuvo su sede en Sevilla entre 1898 y 1995 · Combatió en Pavía y San Quintín y formará parte del operativo internacional presente en Afganistán

De los cuadros de Velázquez a las novelas de Pérez-Reverte. De la batalla de Pavía a la protección de la población civil contra los talibanes en Afganistán. El Regimiento Soria 9 cumple en 2009 quinientos años de historia que lo acreditan como el más antiguo de Europa. Una parte decisiva de esa historia, entre 1898 y 1995, transcurrió en Sevilla, sucesivamente en los cuarteles del Carmen (hoy Escuela de Danza y Arte Dramático), del Duque (plazas de la Concordia y la Gavidia) y, desde 1957, de San Fernando (cocheras y oficinas de Tussam), además del cuartel de las Canteras de Alcalá de Guadaíra desde el que vieron construir la cárcel de mujeres.

Tres coroneles que pasaron por el Soria 9 con rango de capitanes convocan a los que de forma profesional o pasajera (servicio militar, caso del alférez Manuel Chaves González, presidente de la Junta de Andalucía, hijo de coronel) tuvieran relación biográfica con este Regimiento para sumarse a la serie de actos conmemorativos de este quinto centenario que se iniciarán mañana con una comida de hermandad en la Base aérea El Copero.

El Regimiento se une en su nomenclatura a Soria cuando en 1715 se instala en la ciudad castellana y en 1834, en las guerras carlistas en las que obtuvieron las dos cruces laureadas de San Fernando, se convierte en Soria nº 9. Nació como tercio de Nápoles en 1509. Fernando el Católico envía 5.000 soldados a Nápoles para proteger al Papa de un contencioso territorial con los franceses. De Tercio de Nápoles pasó a serlo de Brabante en los años de Flandes. Sus soldados combatieron en las batallas de Pavía y San Quintín, cuyo triunfo se celebró con la construcción del monasterio del Escorial. Estos Tercios participaron en la rendición de Breda inmortalizada por el lienzo de Velázquez y en Rocroi, donde se supone que Pérez-Reverte iba a ponerle fin a los días del capitán Alatriste, el Tercio se ganó el sobrenombre de El Sangriento. En la adaptación cinematográfica de las andanzas de Alatriste, el cineasta Agustín Díaz Llanes termina con la marcha La Madrugá, obra de Abel Moreno, que llegó a ser director de la banda del Soria 9, tan popular entre los sevillanos como el propio Regimiento. Una banda de música que fuera de temporada ensayaba marchas procesionales en el patio del cuartel. El Domingo de Ramos acompañaba a La Paz; el Lunes Santo, al Museo; el Martes Santo, a los Estudiantes; el Miércoles Santo, a los Panaderos; y el Sábado Santo, al Santo Entierro cuando el turno era del Ejército de Tierra.

El Soria 9 estuvo en las guerras carlistas (lo mandaba el general Espartero) y en la guerra de la Independencia. Desembarcaron en enero de 1860 en la playa norteafricana de Fuerte Martín para defender la plaza de Tetuán y en septiembre de 1895 llegaron a las costas de La Habana para pelear contra los Estados Unidos en la guerra que se saldó con la pérdida de las colonias. En la guerra civil tuvo 22 batallones.

El coronel Carlos Santos (Segovia, 1949) es director del Archivo Militar Regional y coordina el ciclo de conferencias que tendrán lugar en Capitanía General. "Lo que siempre me atrajo del Soria 9 fue su capacidad de servicio y de sacrificio". Blas Matitos Álvarez (Santa Marta de los Barros, Badajoz, 1942) juró bandera en Plasencia y llegó al Soria 9 procedente de Ceuta. "Entonces era muy difícil para un capitán recién ascendido". José Gómez Pascual (Valencia, 1947), quedó hechizado en Sevilla con el carisma de este Tercio convertido en Regimiento. "Me impactó de crío ir con mi padre, militar, y con un tío mío que era alcalde de Dos Hermanas, desde Sevilla a Cádiz para ver a aquellos soldados embarcar hacia la guerra de Ifni. Mi padre y mi tío les daban garrafas de aceitunas y de vino". No imaginaba ese niño que se incorporaría a ese Regimiento "después de la evacuación del Sahara".

Los tres coroneles son hijos de militares. Gómez y Santos juraron bandera en la Academia de Zaragoza. Con Matitos, memoria viva de este romance de valentía, invitan a todos los que formaron en las filas del Soria 9 a que vuelvan a besar o desfilar delante de la bandera del Regimiento. Un segoviano, un extremeño y un valenciano que por esta ósmosis castrense se hicieron sevillanos adoptivos. Con la reforma del Ejército de Tierra, el Soria 9 acabó su historia casi centenaria en Sevilla el 19 de diciembre de 1995 y el 1 de enero de 1996 izó su bandera en Puerta del Rosario, en la isla canaria de Fuerteventura.

Soria pura, cabeza de Extremadura. A Joaquín Moeckel, abogado y ex hermano mayor del Baratillo, voluntario ("maquinorro, éramos máquinas de hacer mili") del Soria 9 en la quinta del 67, el capitán Sánchez Plaza y los tenientes Rueda Ratón, Pantoja y Segura le entregaron como regalo de boda una metopa con el escudo del Regimiento y la inmortal leyenda. "Soria era el límite de la Reconquista y la alusión a Extremadura puede ser una referencia a que era un extremo del Duero", dice el coronel Santos. Ricardo Marín Rey es de la quinta de estos coroneles, pero no pasó de soldado raso. Hizo la mili en el cuartel de San Fernando, "del reemplazo de Chaves", jugó en el equipo de fútbol del Regimiento y recuerda cuando "del cuartel al canódromo todo era campo". Cordobés de Priego, la patria de Alcalá-Zamora, este soldado fue campesino, emigró a los hoteles de Ibiza y consiguió plaza como policía local en Puebla de Cazalla.

El Soria 9 ha estado en cuatro continentes, desde los albores del siglo XVI a los del siglo XXI. Participó en las Exposiciones del 29 y del 92 y su tropa se remangó los galones para ayudar en las inundaciones de 1961, cuando el arroyo Tamarguillo se hizo océano. Como Antonio Machado y Luis del Sol, son un nexo fundamental en este puente entre Soria y Sevilla, el Duero y el Guadalquivir.

Los coroneles tienen quienes les escriba. Lo hace su memoria de capitanes. "Capitán, aunque sea de bandidos, como se decía", bromea Blas Matitos, que mandaba la segunda compañía "y todos los sábados", recuerda Moeckel, ordenaba zafarrancho en ese cuartel con olor a donuts frente al cual el abogado se compró su primer coche, un Citröen.

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