Entre ágora y abrevadero, el poliedro eterno

metrópolis

Bulevar. Zona en permanente mutación de gentes y locales, es lugar de paso, residencia o trabajo de muchos profesionales del cine reunido ahora en un festival. La película urbana se rueda todos los días en una dialéctica de disfrute y queja

Vista de la Alameda desde la terraza del hotel Patio de la Alameda, antiguo corral de vecinos.
Vista de la Alameda desde la terraza del hotel Patio de la Alameda, antiguo corral de vecinos. / Juan Carlos Vázquez
Francisco Correal

05 de noviembre 2017 - 02:34

Han citado a sus amigos en el Bar 84. Algunos se confunden y llegan al bar 1987, esquina de la Alameda con la calle Barco donde estuvo Los Majarones, una peña flamenca que para burlar la prohibición del franquismo del derecho a reunión registró a sus 1.163 socios como presidentes. Para llegar al bar 84 hay que pasar por dos hitos culturales de la Alameda, la Escuela de Tonadilleras que en 1944 abrió Adelita Domingo, maestra de tantas, y el Fun Club, un clásico de la música, fruto de la intuición de Pepe Benavides, que lo abrió en 1987 y donde ayer sonó la música de Toulouse+Perdido Godot.

Lo primero, los pimientos. La paellera está en marcha. Invitan a sus amistades Soraya Salas, que cumple 50, y Mercedes Cantero, que cumple 40. Mercedes nació el 5 de octubre de 1977, un día antes de que le dieran el Nobel a Vicente Aleixandre, el mismo año que abrió el Alameda Multicines con Asignatura Pendiente de José Luis Garci. El primer drugstore de la ciudad, que acogió el primer festival de cine, gloriosa llegada de Silvia Krystel, y tuvo hasta una peluquería de Manolo Melado. Mercedes Cantero es una de las mejores montadoras del cine español. Empezó con Es mi héroe, de Antonio Cuadri, y ha trabajado en casi todas las películas de Alberto Rodríguez. Cuando recibió el Goya por la producción de La Isla Mínima, Gervasio Iglesias se lo dedicó a los amigos que se reunían en el bar Las Sirenas. "La Alameda me recuerda a los caravasares de la ruta de la seda, es un sitio que invita a contar y a escuchar historias", dice Gervasio.

'Cinecittá sevillana', hace cuarenta años acogió la inauguración de Alameda Multicines

José Luis Cienfuegos nació en Avilés, pero parece un personaje de la Semana Negra de Gijón. Camina como monsieur Hulot y es el director del Festival de Cine Europeo que se inauguró anteayer. La Alameda es una Cinecittásevillana donde rodó Gonzalo García Pelayo y se hacen casting en la Casa de las Sirenas. El último trabajo, El mundo es suyo, de los Compadres. Personal del festival se aloja en el Patio de la Alameda, un antiguo corral de vecinos que dispone de 39 habitaciones. Fue en tiempos clínica de la Montaña y antes casa y taller del escultor Antonio Susillo, como recuerda un relieve esculpido por Jesús Méndez Lastrucci, vecino de la calle Calatrava, sobrino y biógrafo de Castillo Lastrucci y autor de una figura escultórica de Elvis Presley que está en Memphis, el rey del rock que murió el año que nació la montadora.

Más de cuarenta años lleva funcionando la Inmobiliaria y administración de fincas Alameda. "La gente quiere vivir en los alrededores de la Alameda, pero no en la Alameda", señala José Antonio Ruiz Salcedo en la agencia que abrió en los años 70 su tío, Matías Ruiz Pareja. "Empezamos en el hueco de la escalera, con una mesa y un teléfono". Espacio poliédrico, ágora y abrevadero, bulevar laico le llamó Torrijos, el responsable de la inmobiliaria recibe quejas de los ruidos y los olores. "La hostelería de la Alameda es una fiebre, hay vecinos que han tenido que poner aislantes acústicos".

Walter Soler nació el día de San Fernando en Buenos Aires. Si el bar Aguilar, consulado de Manzanilla,data de 1971, el Badulaque de Walter es el pionero de la nueva Alameda. "Abrimos en 2005, todavía no habían reformado la Alameda", dice este bonaerense, padre de dos hijas sevillanas: Valentina y Josefina.

La mutación de la zona ha sido extraordinaria. Volvieron los niños a este rectángulo delimitado por cuatro columnas, dos de 1578, presididas por Hércules y Julio César, otras dos, las más próximas a la Comisaría, de 1764, con dos leones esculpidos por el portugués Caetano Dacosta. El Hotel La Sacristía de Santa Ana, una iniciativa del hotelero Pepe Gago que dirige su hijo Óscar, fue en tiempos La Sacristía. Durante más de tres décadas, allí llevaba la batuta del mostrador Antonio Casablanca, extremeño de Villagonzalo que se estableció en 1953. "Antes no era lugar de cantaores y de toreros", dice su hijo Antonio. A partir de entonces, allí encontrarían refugio y recompensa militantes de partidos perseguidos por el régimen. Comunistas con la sede en la calle Teodosio o que como Julio Anguita vivían en la Alameda, vecino de la calle Molino, cliente de Casa Eulogio para probar las delicias gastronómicas de Pilar Romero y asiduo del cine Ideal.

Cine por un tubo en la Alameda. Un retrato de Audrey Hepburn en el bar Eureka. Un título cinematográfico en el bar Gigante -como la película de James Dean y Liz Taylor-, donde Úrsula no está para fotos. Hay un cartel con Alfred Hitchcock y una frase, "Si vi más lejos fue porque subí a hombros de gigante", atribuida a Isaac Newton. Justo enfrente, en el Bulebar, todos los jueves hay sesiones científicas.

A la Alameda llegaron un montón de Goyas y un Planeta y medio. El que ganó Juan Eslava Galán, que era vecino de la calle Leonor Dávalos, una calle en la que dicen que había un lupanar que frecuentaba Queipo y donde estaba el Cabaret Zapico, sala de fiestas que antes fue Conga. En el otro lado, el de Adelita Domingo, vivía Salvador Compán, que fue finalista del Planeta el año 2000. Goyas, Planetas y hasta el Nobel de Medicina de Severo Ochoa, que durante un curso fue alumno del instituto San Isidoro.

Casa Paco, otro clásico moderno, fue Casa Parrita en tiempos. Se fue la librería La Extravagante -Caótica en José Gestoso-, pero siguen los bares librescos: El Bosque Animado, como la novela de Wenceslao Fernández Flórez que llevó al cine José Luis Cuerda, El Barón Rampante, homenaje a Calvino, que estuvo en Sevilla en el año 84 como la terminación del bar del cumpleaños. Participó en un seminario de Literatura Fantástica junto a Jorge Luis Borges, al que la montadora Mercedes Cantero encontró en la recuperación de material de las entrevistas de Jesús Quintero para la película Mi querida España.

Hay una película sentimental que va desde el corral de los Chícharos donde vivió Manolo Caracol, hoy Patio de la Cartuja, hasta la Academia Realito de la que fueron alumnas la duquesa de Alba y Lola Flores. Caracol y la Faraona compartieron cartel en La Niña de la Venta. Dos de los muchos nombres del flamenco que catalogó Manolo Cerrejón por su relación con la Alameda de Hércules. Sitúa a Manuel Vallejo en las Maravillas; a Antonio Mairena y Pastora Imperio en las Siete Puertas. Parejas míticas del duende como Antonio el Bailarín y Rosario, vecinos del barrio que debutaron en el Teatro-Duque; Arturo Pavón y Eloísa Albéniz tenían la academia de baile junto a su casa en la plaza de la Mata; Pepe Pinto y Pastora Pavón fueron vecinos de la calle Calatrava, la misma en la que vivió Fernanda Romero, la abuela de la cantante Tamara y tía de Juan Romero, bailaor de La Cuadra. José el de la Tomasa es la fusión sanguínea, alma de barco como la calle de Los Majarones, entre José Giorgio, Pies Plomo, nacido en la calle Ciego (hoy Pacheco Núñez de Prado) donde vivió Manuel Torre, y Tomasa Soto, de la calle Leonor Dávalos. En la Alameda tuvo su primera academia Enrique el Cojo y Silverio Franconetti vivió en la calle Potro, bocacalle del Multicines en la que pasó años de su infancia Bécquer.

Perteneciendo a una vanguardia eterna los nombres antedichos, a hombros de gigantes como la sentencia de Newton, hay también una Alameda transgresora. Está en el recuerdo de Ocaña en la Casa de las Sirenas, charnego de Cantillana que fue pregonero del efímero Carnaval; en las propuestas de Fernando Mansilla, tan imprescindible en la zona como los galgos de Matilde o de Marcelo Culasso, teórico de los marcos incomparables. Mansilla renacentista que ha vuelto con su música y sus relatos. También en la historia de Carmen González, agitadora cultural que hace tres décadas participó en una película, La cueva de las estrellas, con música de Dogo y los Mercenarios y Aquiles del Campo. Lo cuenta en La Norte junto a su compañero, el periodista Juan Emilio Ballesteros, que anuncia para la próxima portada de Cambio 16, otro hijo de los 70, una composición de Manolo Valdés, cuyas Meninas formaron parte de la primera exposición de la nueva Alameda. La que mantiene como residuo arqueológico el puesto de periódicos soñados de Matilde, hoy aduana de chucherías, que aparecía en la portada de un libro de Mercedes de Pablos sobre la prensa de Sevilla.

La Farmacia de María Rosa Galera es un faro de la Alameda. A Juana García, auxiliar de farmacia, le gustan las películas de suspense. Guarda buen recuerdo de su vecino Eslava Galán. "Nos regaló algunos libros". Año 1987 como el rótulo del bar, el del premio Planeta y la apertura del Fun Club. En la casa del novelista rodó Santi Amodeo la película Astronauta. El pintor Manuel Salinas frecuenta estos bares en sesión vermú. De norte a sur, como las columnas. De Las Maravillas a La Norte, donde hay un camarero, Alfonso, que pinta con elogios del actor Pepe Quero, y una camarera maratoniana que hoy sueña con Nueva York.

De boca de Metro a tanque de tormentas

La Alameda de Hércules la atraviesan el 13 y el 14 camino de la plaza del Duque. Por Santa Ana aparece el C5, que merodea el rectángulo mítico. En Trajano desemboca la calle Conde de Barajas, nombre del aristócrata que desecó la laguna y la urbanizó. Hace casi cuatro décadas, el Ayuntamiento ubicó en el centro una de las posibles estaciones de Metro. Boca fallida que fue reconvertida en tanque de tormentas. Viven o han vivido gente del cine y la televisión: Mariano Peña, alex O'Dogherty, que era cliente de la fruntería de Isa y Antonio en la calle Faustino Álvarez (donde han precintado el Kafka). El Plan Urban pretendió maquillar la imagen para la Expo, con la calle Calatrava como puerta de una de las entradas a la Cartuja, no confundir con el puente de Santiago Calatrava. Las oficinas del Festival de Cine Europeo están en el teatro Alameda, una de sus sedes. Un mestizaje de lugares: el distrito Casco Antiguo, la capillita del Carmen, la piscina de la Fundición, casa de Pilates, y el Carambolo, lugar de copas y bailes. Cuatro décadas después de la película de Garci, los veladores son una de las asignaturas pendientes. Los fines de semana, en la zona central, junto a uno de los parques infantiles, hay botellona encubierta. No cesan de abrir bares, franquicias, gastrobares, cocina étnica.

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