"Lo más bello es el átomo último"
calle rioja
Balance. Manuel Losada Villasante impartió la sesión inaugural del Ateneo con un mosaico de vivencias con el que repasó el giro copernicano del investigador que iba para boticario.
EL 20 de diciembre, día de las elecciones, Manuel Losada Villasante (Carmona, 1929) cumplirá 86 años. Maestro de vocación, enseñó a los soldados cuando fue alférez en Ávila; enseña a los taxistas para desesperación de Antonia Friend O'Callaghan, su mujer; le enseña a sus nietos, cada vez que encienden la chimenea en invierno, que el calor y el fuego proceden de la luz solar que han almacenado las hojas y las plantas. Ayer impartió la sesión inaugural del Ateneo, la institución que con Manuel Clavero y Manuel Olivencia lo había nombrado socio de honor.
Las mejores ideas se le ocurren de madrugada. Su brillantez y su amenidad son antídotos contra el aburrimiento. Dice que los sevillanos "de pura cepa" sólo perciben una Universidad literaria, ignoran la estela de los científicos. Juan Ramón ganó el Nobel de Literatura y debieron darle el de Química por escribir que "lo más bello es el átomo último". Evocó a Dalí explicando a quince premios Nobel a partir de un dibujo de homenaje a Severo Ochoa su teoría de los ácidos nucleicos apoyada en el sueño de Jacob.
Losada Villasante iba para farmacéutico. En Carmona le esperaba la bata blanca y la farmacia de su tío con su "laboratorio de alquimista". Su maestro José María Albareda le cambió el paso. Después de suspender Religión en la Reválida, acudió en Roma a una audiencia de su promoción con Pío XII. El boticario quedó inédito. Albareda lo manda primero a Münster, Alemania "una ciudad como Ávila donde más tarde estuvo Ratzinger", después a Dinamarca y a Berkeley. En 1959, el mismo año que le dan a Severo Ochoa el Nobel de Medicina, Albareda se ordena sacerdote y tres años después, el 2 de marzo de 1963, casa a su antiguo alumno con Antonia Friend, la que sería su secretaria, su gerente, la recopiladora de su obra científica y humanística.
Regresó a España en 1956 y en 1961. Un científico en un páramo. "Sevilla en el siglo XVI descubre el mundo, en el XVII se dedicó a rezar y la ciencia se hundió, en el XVIII resurge la ciencia con la Ilustración".
El discurso central de Losada Villasante es hermanar fe y ciencia, refutar su incompatibilidad. "Son cosas que no sabemos con certeza pero que nos permiten vivir con alegría y disfrutar de la belleza". Un abrazo entre el hágase la luz bíblico y el Big Bang científico. "No sabemos cómo fue el principio, tampoco cómo será la Universidad". Sabemos, con San Juan de la Cruz, que "sólo nos llevaremos el amor", y con Manuel Machado que "es la vida el camino de la muerte y la muerte el camino de la vida".
Viajó del Giraldillo de Sevilla a la Giraldilla de Carmona. Dos ciudades unidas por Maese Rodrigo, fundador de la Hispalense. Hizo de lazarillo en Sevilla de Severo Ochoa, alumno en 1920 del instituto San Isidoro. "No aprobó Fisiología, la asignatura por la que le dieron el Nobel".
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