Un centauro junto al unicornio

Calle Rioja

Dos en uno. El hotel La Sacristía de Santa Ana, pionero en la Alameda de Hércules, ofrece los servicios gastronómicos del restaurante Vinacle, ya un clásico en el barrio de Nervión.

La clientela charla animadamente en el velador del nuevo Vinacle de la Alameda.
Francisco Correal

02 de julio 2013 - 05:03

DE Los Palacios a Camas. Del penalti que marcó Jesús Navas a Italia al que falló Sergio Ramos contra Brasil. El primero fue el punto de arranque de un nuevo restaurante en la Alameda de Hércules que rompe el maleficio de la esquina de Santa Ana con el espacio que urbanizó el conde de Barajas. Ha sido el fruto del buen entendimiento entre dos granadinos, un asunto de paisanaje. La concordia entre Pepe Gago, el hercúleo empresario de la hostelería que abrió este hotel, la Sacristía de Santa Ana, en la jungla de un derribo, con María Fernández de Velasco, propietaria de Vinacle, restaurante de Kansas City esquina con Luis Montoto que amplía su presencia desde Nervión a la Alameda. Su clientela, acostumbrada a comer y cenar a muy poca distancia del estadio donde Jesús Navas obtuvo sus principales hazañas, saludó a este hermano gemelo del yantar celebrándolo con el penalti del palaciego. Flor de un día, pero buenas vibraciones para echar a andar.

Santa Ana es calle de artistas que comunica la Alameda con Torneo: la calle del arquitecto Antonio González Cordón, del pintor Ricardo Cadenas, del médico y novelista Paco Gallardo. El hotel, regentado por Óscar Gago, hijo de su promotor, abrió con restaurante, pero esa aventura gastronómica fue efímera. Vinacle llena un vacío con una oferta distinta; con vecinos tan cualificados como Casa Paco o el República, locales de la nueva Alameda abiertos respectivamente en lo que habían sido tugurio de mancebía y taller de coches.

Amigos de María y de Enrique, su compañero, se dieron cita en la noche sevillana. Allí estaban Gonzalo de Madariaga y el doctor Federico Aliste con Arancha, su esposa, profesionales de la clínica Tecnolaser, cónsules simbólicos en la capital de Villanueva del Río y Minas, el pueblo del que era originario el arquitecto Joaquín Díaz Langa, que todavía tiene la placa profesional en su casa de la calle San Vicente. El Vinacle de la Alameda tiene las cuatro estaciones del Vivaldi del buen comer: desayuno, comida, merienda y cena. En el exterior, un tirador de cerveza y un expositor con los periódicos del día. El mejor desayuno, el pan espiritual al que se refería Marcel Proust para hablar del croissant de las historias y noticias.

Estrena el local una coctelería de autor. La firma José Joaquín Cortés, con un palmarés nacional e internacional en las catas de vinos, aceites, cócteles e incluso puros habanos. Ha llegado a conseguir la Nariz de Oro por su acusada perspicacia para descubrir los aromas recónditos. Alicantino de Villena, coincidió en la noche de la Sacristía con Mari Carmen, alicantina de Elda. Dos poblaciones de consagrada reputación en la fabricación del calzado y en las fiestas de moros y cristianos.

La Sacristía de Santa Ana es un homenaje que Pepe Gago le hizo a la antigua denominación del local. Está situado justo enfrente de los dos principales baluartes musicales de la Alameda: el Fun Club y la academia de tonadilleras de Adelita Domingo. En la inauguración del hotel estuvo el entonces alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, cuyos socios de Izquierda Unida en el Ayuntamiento, cuando tenían mando en este distrito, hicieron dar marcha atrás a un camión que traía desde Francia el aire acondicionado para este local construido con gusto exquisito.

María Fernández de Velasco abre las puertas de Vinacle de Nervión a las tertulias deportivas de Onda Cero. En la Alameda tiene de contertulios a Hércules y a Julio César en las estatuas de las Maravillas, frente al que fuera puesto de quinielas de Chispitas. Un lugar muy literario: a un lado de la Alameda, a dos pasos del hotel y el restaurante que han vuelto a recuperar su condición de centauro, vivía Juan Eslava Galán, escritor de Arjona (Jaén) que ganó el Planeta en 1987 con En busca del unicornio. Al otro lado vive (cuando le dejan los ruidos) Salvador Compán, de Úbeda (Jaén), finalista del Planeta el año 2000 que lo ganó Maruja Torres.

Escritores de Jaén, alamederos altivos, hijos de un topónimo, Jaén, que vuelve a ser equipo de Segunda, el campo donde el Betis consiguió su penúltimo ascenso con un gol de Gastón Casas, que tiene nombre de La bella y la bestia.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último