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Víctor Pérez Escolano, ex concejal por el PCA

"El concurso de la Encarnación fue fallido, pero habrá que acabar la obra"

  • Su paso por el Ayuntamiento se reduce a cuatro años claves en el diseño de la actual Sevilla. Doce años después de salir del Ayuntamiento y dejar el PCE, entró en la Junta como director general de Arquitectura y Vivienda.

Hace ya casi tres décadas que Víctor Pérez Escolano (Valencia, 1945) decidió que lo suyo era la vida académica. Lo tuvo claro desde muy joven, después de compaginar sus estudios de Arquitectura con el trabajo en un despacho donde ganaba "cuatro perras" para poder emanciparse. En 1975 fue uno de los dos primeros arquitectos sevillanos que hicieron el Doctorado y, cuando en 1979 participó en las primeras elecciones democráticas, ya era doctor arquitecto y profesor adjunto de la Universidad de Sevilla. Su paso por el Ayuntamiento se reduce a cuatro años claves en el diseño de la actual Sevilla. Doce años después de salir del Ayuntamiento y dejar el PCE, entró en la Junta como director general de Arquitectura y Vivienda, cargo que ocupó hasta 1999. Hoy, este catedrático sigue disfrutando de la docencia, de las tardes de cine, de su familia y de su mujer, que también fue capitular de ese primer gobierno, Amparo Rubiales.

-A pesar de sus idas y venidas en la política, hay algo que usted siempre ha sido: arquitecto.

-Yo sólo cedí cuatro años a la vida municipal. Me siento sobre todo profesor, orientador de gente joven y promotor de ideas y reflexiones.

-Algunas de esas reflexiones ya las hizo desde el Colegio de Arquitectos en los años 70. ¿Fue su primera militancia?

-Los colegios profesionales cumplían una misión que los partidos no podían porque eran clandestinos. Hubo debates muy intensos, me acuerdo del Prado.

-¿Qué desencadenó ese debate?

-La noticia de que El Corte Inglés iba a construir allí. El Colegio dedicó una semana de debates, hizo un libro... Lo mismo que ocurrió con la Alameda: había un plan en la época del tardofranquismo muy discutido que contemplaba la remodelación de dicho espacio para construir aparcamientos subterráneos. Muchos estábamos en contra. Y también recuerdo la Cartuja.

-¿Y cuál fue el debate entonces?

-La corta de la Cartuja se hizo a raíz de la última gran riada, fue tremendo, y convirtió en no inundable toda la zona. Dentro del urbanismo franquista había una ley de creación de Actuación Urbanística Urgente (Actur), por la cual se podían tomar decisiones al margen de los planes con el fin de crear viviendas sociales. Ésa era la excusa. Así se hizo Alcosa. En Cartuja había un proyecto Actur según el cual se hicieron expropiaciones que dieron pie a que la localización de la Expo del 92 allí viniera rodada.

-¿Se reflexionaba antes más?

-Antes la política se entendía como un compromiso cívico. Los partidos no sólo reivindicaban libertades, sino que hablaban de problemas reales y específicos y proponían soluciones sectoriales. Luego las instituciones democráticas se han enrocado mucho en una cultura que consiste en hablar de sí mismos.

-Se habla más de lo macro, ¿no?

-Se habla de cuestiones macroeconómicas nacionales e internacionales, en los de vacas gordas y de vacas flacas.

-Quizás esta dimensión, más cercana a la realidad, hizo posible un tripartito, algo hoy impensable.

-Claro. La alianza para gobernar la ciudad en 1979 fue para progresar. Sin restarle valor a lo que significó UCD, la alianza se produjo entre partidos de izquierda. Había muy buen rollo. Existía el principio de lealtad institucional.

-¿Esto también se ha perdido?

-Se ha ido reduciendo. Prevalecen las claves internas del partido.

-En su época no había profesionales de la política.

-Los partidos se nutrían de profesionales, obreros y algún empresario. Nos ganábamos ya la vida y cedíamos nuestro tiempo al servicio público. Luego se ha generado una enorme masa de profesionales de política.

-Y el problema surge también cuando esa carrera acaba...

-¿Dónde los coloco? Es un drama. Las administraciones están excesivamente obesas.

-La política urbanística de su mandato la diseñaban arquitectos. Además de usted, estaba Javier Queraltó, del PSOE; Vicente Sanz, del PSA; y Francisco Pavón, de UCD.

-Sí, los cuatro arquitectos. Y conseguimos hacer una transición. Fuimos radicales en la mentalidad.

-¿Cuál fue la primera decisión?

-En el primer Pleno adoptamos un acuerdo para suspender todas las licencias de obras en el casco antiguo. Y esto lo aprobó toda la corporación, incluida la oposición.

-Decisión dura, con un ayuntamiento muy pobre.

-Sí, la Sevilla del 79 no era muy boyante, pero había que poner pie en pared y parar la destrucción del centro. Aunque no es que nos inventáramos otra Sevilla.

-Sevilla empezó a cambiar a partir del segundo mandato.

- En el 82 y el 83. Ya el PSOE había ganado las elecciones generales y había surgido la idea de la Expo del 92. Llegaron las inversiones públicas y privadas y ya se podía hacer algo que no quedara en papel mojado. Ya en el gobierno de Manuel del Valle, con una mayoría fuerte y con coordinación con la Junta, que ya funcionaba, y Felipe González en Madrid se dio el salto.

-¿No estuvo tentado de seguir?

-Algunos de mi grupo abandonaron antes el Ayuntamiento, en una profunda crisis del PCE, pero yo opté por acabar el mandato y luego me fui, aunque me propusieron seguir. El alcalde Manuel del Valle, nada más tomar posesión, me llamó y me pidió que le asesorara de forma muy discreta. Yo iba por el Ayuntamiento, hablaba con él, creo que ha sido un buen alcalde. Pero eso duró poco porque a algunos miembros del Ayuntamiento no les gustaba. Luego vino el pacto PA-PP y, aunque con Alejandro Rojas Marcos y Soledad Becerril me llevo bien, poco tenía que decir en esa coalición de centro-derecha.

-¿Y con el PSOE en el poder?

-A Monteseirín alguna vez lo he visitado, poquito, algún otro capitular, no él, me ha consultado... Monteseirín comenzó en 1999, cuando yo ya me había ido de la Junta. Sí he tenido relación con consejeros de Obras Públicas y Vivienda, incluso con Juan Espadas, a quien alguna vez he dado mi opinión.

-¿Hay un urbanismo de izquierdas y de derechas?

-Hay un urbanismo progresista y de valores sociales, en el que el interés general y público prevalece; y un urbanismo en el que lo que prevalece es el interés privado. Basta con comparar las leyes del suelo que hizo el PP en la época de Aznar y que están en el origen de toda la burbuja del ladrillo. Pero, a veces, una institución gobernada por un partido de izquierdas puede estar haciendo urbanismo de derechas.

-¿Y lo contrario?

-Teóricamente también puede suceder. Aunque, a veces, se trata de pura demagogia, es el típico argumento de la creación de puestos de trabajo. Ciertos empresarios hablan de esto ahora y lo hacían en mi época. Recuerdo debates en la radio con la patronal, que decía que se estaba generando paro al no conceder licencias de obras.

-El objetivo de esa medida era frenar la destrucción del patrimonio, ¿tan grave era?

-Se cometían barbaridades. Cuando entramos en el Ayuntamiento parecía que habían bombardeado el casco antiguo. Había cosas que ni siquiera la UCD hubiera permitido. Hubo una especie de pánico y se aprobaron multitud de expedientes de ruina, que luego yo ordené que fueran colocando en una mesa y se formó una montaña.

-¿Los paralizó todos?

-El ángel de la guarda me protegió y no se cayó ni una sola casa.

-También planificarían, ¿no?

-En aquellos momentos de crisis teníamos dos principios básicos: uno, que las ciudades no podían crecer alocadamente; y dos, que la ciudad histórica, consolidada, merecía nuestro respeto y cuidado. Hicimos planes especiales para determinados enclaves que estaban solarizados y algunos muy potentes, como donde se levantó el Teatro de la Maestranza. Ahí había un problema jurídico que se resolvió.

-Había un cuartel que se demolió.

-Obligamos a mantener la fachada, los militares demolieron sin licencia y sólo esa parte se salvó.

-¿Qué otros planes se hicieron?

-El de la Encarnación, que ha sido un proceso endiablado; el de San Luis, donde había una fuerte solarización y que se empezó a arreglar con el germen de lo que fue luego Emvisesa; o el del Jardín del Valle, que se ganó para la ciudad.

-También hubo alguna gran operación, como la de Los Bermejales.

-Este terreno, que se obtuvo para el patrimonio municipal, se cambió por un segmento de una finca rústica, La Corchuela. Los Bermejales eran unos suelos con grandes expectativas urbanísticas y fue clave para el plan general que se hizo después. A veces terrenos con grandes expectativas, por arte de birlibirloque, pasan a manos privadas...

-¿Cómo era esa oficina de planeamiento que hizo la operación?

-Técnicos y profesionales que trabajaron en equipo, funcionarios que aportaron entusiasmo y formaron el germen de la Gerencia.

-Hubo otras operaciones, como Polígono Aeropuerto, donde no se trabajó tanto en equipo.

-Ese tema tiene su guasa. Venía de antes, era una operación privada. Cuando llegamos al gobierno nos pareció que aquel crecimiento previsto era exagerado y negociamos durante mucho tiempo con las juntas mixtas de compensaciones. Finalmente se produjo una ruptura en el gobierno municipal. El PSA pactó con UCD y formaron una mayoría para favorecer el desarrollo de la zona sin esperar al control que teníamos previsto. El PSA pactó para impedir que lo hiciera el PSOE.

-¿El alcalde Uruñuela quizo apuntarse un tanto?

-No sé cómo llamarlo. Se cedía ante lo privado... El alcalde entendió que eso era inevitable y que mejor lo hacía él antes que otro. Y luego las licencias que se iban otorgando pasaban por mí, las elevaba pero no firmaba. Paradójico.

-En etapas posteriores lo privado sigue condicionando los planes.

-Cualquier iniciativa que venga de un privado no tiene por qué ser aceptada. No cabe que una determinada fuerza financiera quiera dictar cómo tiene que ser el desarrollo territorial.

-Ese debate se abrió con Tablada y su futuro. Usted públicamente ha defendido una Tablada verde.

-Sí. Y participé en los debates.

-En general, ha coincidido mucho con planteamientos de Manuel González Fustegueras, el padre del último plan general.

-Somos amigos y le aprecio.

-¿En anteriores etapas hubo operaciones que comparte menos?

-Cuando Fustegueras se centra en la redacción del plan vigente tenía conocimiento de cosas que, algunas puede contar y otras no. Fustegueras ha sido una personalidad muy importante en el PA. Tiene su particular historia, como todos. Y muchas veces las tripas de un tema no terminan de ser bien conocidas, con datos las cosas se matizarían.

-De la Encarnación usted ha tenido muchos datos. En 2002 llegó a firmar un manifiesto en contra.

-Es muy difícil sintetizar este tema. Los aparcamientos en el casco antiguo no me gustan, estimulan el problema del tráfico, lo mejor es dejar los coches fuera y creo que es la política que ahora el Ayuntamiento persigue. El parking subterráneo en la Encarnación se topó además con el tema arqueológico.

-Luego se hizo el concurso y el Colegio de Arquitectos participó.

-En el concurso hubo un jurado muy extenso. Lo presidía el alcalde y estaban, entre otros, los dos rectores que sólo aparecieron el día que se constituyó. Estuvo mal planteado y la idea hoy es inapropiada.

-¿Cuál era la idea?

-La que desencadenó el Guggenheim de Bilbao, de que las ciudades se tenían que dotar de piezas de mucha potencia formal y autor famoso. Se convocó un concurso que resultó fallido, pues la idea es que se presentaran arquitectos famosos, estimulándolos con la presencia en el jurado de otros famosos. ¿Qué pasó? Que los grandes nombres no vinieron y mandaron a un propio y los famosos que tenían que presentarse tampoco lo hicieron.

-La realización del proyecto tampoco ha sido luego muy acertada.

-Ha vivido muchas vicisitudes. La ejecución es lenta y costosa.

-Pero ahí está y hay prisa por inaugurarlo. Habrá que acabarlo.

-Evidentemente, entiendo que es un tema muy impactante. Los que vivimos el proceso de realización de la Expo conocimos muchos rasgamientos de vestiduras y luego la Expo fue buena. La Encarnación terminará siendo algo bueno si se acaba bien. Los sevillanos tienen gran capacidad para acomodarse a las novedades. Todo ese sector que ocupa fue una sucesión de transgresiones. La Plaza se formó sobre la demolición de un convento, el mercado tuvo una vida cambiante allí y la misma calle Imagen es un fruto de una operación quirúrgica en la trama antigua de la ciudad proyectada a finales del XIX. La operación actual es otro capítulo en una historia de transgresiones.

-En la zona hay aciertos y fallos.

-Cada época va dejando huella, no hay que pensar que con la Encarnación hoy se está matando a Sevilla. Lo que hay que procurar es que lo que se haga sea de calidad.

-¿Y las setas no lo son?

-El concurso no acertó. Pero no es la primera vez que se hace algo discutible.

-Somos muy dados a discutirlo todo. Mire lo que ocurre cada vez que se habla de peatonalización.

-Primero nos cabreamos y luego tocamos las palmas.

-¿Pasará eso cuando se levante la Torre Pelli?

-Este tema hay que analizarlo también históricamente. Esta torre deriva del plan general de Fustegueras y debía definirse con un plan especial. Este proyecto tuvo su periodo de exposición pública y pudo ser alterado en ese momento procesal. Si no se hizo, el proyecto siguió adelante. Hay que ser más diligente.

-La localización de esa alta densidad en ese lugar plantea un problema con la Unesco.

-Según tengo entendido, esa densidad en esa posición responde a un convenio previo de la época de Rojas Marcos. El nuevo gobierno podría haber discutido ese acuerdo y se hubiera revisado. Las cosas hay que hacerlas en su momento. Y luego hay otra cosa que se va sumando: yo creo que al final pesa que César Pelli no es el mejor arquitecto ni éste es su mejor proyecto.

-Rectificar ahora es más difícil. Ya se ha adjudicado la estructura.

-Cajasol ha sido muy hábil transmitiendo que lo que se veía en las sesiones de la Unesco le era favorable. El problema con la Unesco existe. Hay quien dice que bueno, que pongan a Sevilla en la lista de patrimonio en peligro... Sería conveniente hacer un poco de pedagogía.

-Pudimos tener otra obra de renombre en el Prado.

-Yo soy totalmente partidario de que se haga la biblioteca de la Universidad. Y no porque Zaha Hadid me guste, pero la biblioteca sería una perfecta charnela entre la Fábrica de Tabacos y el campus de Viapol, ahora más con el Campus de Excelencia. No entiendo que el TSJA lo haya paralizado.

-Pesó más la opinión de los vecinos.

-Señores privados acusan de agredir al espacio público a una biblioteca cuando ellos están viviendo sobre una privatización del Prado.

-Otro debate de moda está en el río.

-En los 80 ya se hablaba del tema y es vital. La razón de ser de Sevilla es el río y es algo que se debe afrontar desde una planificación supralocal. El PSOE insistió mucho en el tema de la autoridad metropolitana. Quizás hay demasiadas instituciones ya, pero la Junta, como organimo con competencia en la ordenación del territorio, debería liderar ese análisis.

-Ahora que estamos en eterna precampaña electoral, ¿qué consejo le daría a los candidatos?

-En resumen, que digan nunca máis a la invasión del petróleo del ladrillo y que tengan una mirada cultural, paisajística, es hoy crucial.

-¿El urbanismo sostenible?

-Pero sostenible no se refiere sólo a una dimensión medioambiental. Rehabilitar no es sólo comprar y arreglar las viviendas, también hay que mantener la vida urbana. Por ejemplo, no me parece sostenible la inflación brutal de cofradías que salen a lo largo del año en Sevilla con bandas de música y cortejos que invaden el espacio público. Desde un punto de vista sostenible se pueden superar temas como la botellona. Los jóvenes tienen que tener su protagonismo y emerger.

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