El Conservatorio de Danza de Sevilla: un viejo riesgo al que ni Junta ni Ayuntamiento ponen remedio
Educación
La comunidad educativa del Antonio Ruiz Soler propone una nueva sede junto a Torre Sevilla
El antiguo Pabellón de Argentina lleva años sin reunir las condiciones necesarias para impartir la enseñanza artística
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Danzar en el Conservatorio Profesional Antonio Ruiz Soler se ha convertido en una enseñanza de riesgo. Así lo afirman alumnos, profesorado y AMPA de este centro público, que, ante las numerosas deficiencias que presenta su sede actual (el Pabellón de Argentina de la Exposición de 1929), propone la construcción de un nuevo centro en unos terrenos aledaños a Torre Sevilla. Por ahora, no han tenido respuesta ni de la Junta de Andalucía ni del Ayuntamiento hispalense.
Nuevo curso e idéntica situación. Nada ha cambiado en el conservatorio de Danza. Los problemas que lleva padeciendo su comunidad educativa se agravan con el paso de los años sin que, por ahora, haya un solución que los mitigue ni un proyecto en firme para levantar un nuevo centro que reúna las condiciones necesarias para impartir esta enseñanza artística.
José Manuel Gómez Marrufo es representante (en funciones) de los alumnos del Antonio Ruiz Soler. Lleva cuatro años en el centro, un tiempo en el que las deficiencias han ido en aumento. “El año pasado, con la borrasca Bernard, hubo que clausurar el patio”, recuerda. Los problemas son estructurales. “La torre se hunde. Las instalaciones no cuentan con ningún tipo de aislamiento, por lo que sonido perturba especialmente cuando se imparten clases de flamenco. Las aulas se quedan pequeñas. No olvidemos que se trata de actividades físicas para las que el edificio, sin climatizacion, no está concebido”, explica.
Del norte al sur de la ciudad
A todo ello se suma una incomodidad logística. Los alumnos de la enseñanza básica se encuentran en otro centro, en el Colegio Hermanos Machado, en Pino Montano, al norte de la ciudad. “Lo razonable es que todos nos reunamos en una misma sede”, incide este representante.
Durante los últimos cursos José Manuel ha acudido al Parlamento para hacer llegar las quejas por tal situación. Trámites que apenas han mejorado las deficiencias. Tampoco se ha abordado la propuesta de mayor calado, la de construir una nueva sede. Y ello, pese a que décadas atrás la Consejería de Educación (responsable del centro) planteó un nuevo edificio.
De este propósito se viene hablando desde 2007. A finales de la década pasada también se habló de levantar un nuevo conservatorio donde albergar el de danza y el de música de Cristóbal de Morales (igualmente con muchas deficiencias) en una parcela de Los Bermejales, donde, además, se construiría un instituto de Secundaria. Proyectos que no salieron de las palabras y los planos. Nada más se ha sabido.
Mientras, alumnos y profesores acuden curso tras curso a un edificio que no dispone de sala de estudios ni para los docentes ni siquiera una estancia digna para un comedor. En invierno, ante la falta de climatización, reciben clases en chaquetón. No debe olvidarse tampoco los estragos que causa en el entorno la celebración de continuas botellonas.
A la espera del alcalde
AMPA, profesores y estudiantes han alertado a la Junta y al Ayuntamiento de la urgencia de construir una nueva sede. Para ello, han propuesto unos terrenos aledaños a Torre Sevilla. En este intento, según Gómez Marrufo, han solicitado una reunión con el alcalde José Luis Sanz, petición que ha caído en saco roto.
No han faltado en este tiempo manifestaciones con las que han protestado por la insoportable situación. También los visitaron responsables del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) ante el deterioro que presentaban los cuadros de Gustavo Bacarisas que allí se conservan a duras penas. “El problema es que recibimos clases en un edificio histórico, que no estaba pensado para conservatorio. Lo que debía ser una sede provisional, se ha convertido en permanente”, lamenta este estudiante.
De esta manera, los cursos pasan por el Ruiz Soler sin que haya un mínimo atisbo de mejoría. Pensar en un nuevo centro se antoja utópico. Danzar es el sueño de estos jóvenes. Pero hacerlo en tales condiciones supone un claro e irresponsable riesgo.
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