La endogamia española tiene solución
foro de análisis de la ciudad
El catedrático Javier Barnes y el economista Fernando Faces coinciden en que el enchufismo es una lacra general de España
La solución es penalizarlo y no silenciarlo
Que en España las reglas del juego para los concursos y adjudicaciones de contratos se basen en normas de hace un siglo y medio, de 1870, nos da una idea de lo mucho que necesitamos renovarnos. Ésta fue una de las reflexiones lanzadas en el ciclo sobre la ciudad organizado por Iniciativa Sevilla Abierta, dedicado en esta sesión a abordar el problema de la endogamia, también llamada enchufismo o camarilla, un sistema que "bloquea el talento, fomenta la corrupción, garantiza el inmovilismo" y es típica de sociedades "cerradas y provincianas".
En una sesión moderada por la ingeniera industrial Carmen Baena Sánchez, los expertos Javier Barnes, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Huelva, y Fernando Faces, doctor en Ciencias Económicas, dejaron claro que la endogamia es un problema nacional, del que no son ajenas ni Sevilla ni Andalucía, y se da en todos los ámbitos: administraciones, universidades, hospitales, partidos políticos, sindicatos, gremios profesionales, empresas públicas y privadas. Y que es más grave cuando se da en la administración pública, con casos sangrantes como los de la Universidad y los hospitales públicos donde no están los mejores.
La buena noticia es que tiene solución. Para empezar, la Comisión Europea está obligando a nuestro país a aplicar criterios mucho más rigurosos y transparentes en los procesos de selección, como ha hecho en el caso de los estibadores portuarios, aclara Barnes. Otra receta, según el catedrático, para los hospitales y universidades públicas es que no puedan hacer el primer contrato a quien ha estudiado en esa institución, una fórmula que se practica en EEUU. Y que se cambien por completo los los sistemas de promoción personal dentro de la función pública. En general, Barnes aseguró que lo más eficaz es penalizar la endogamia. "Todos tendemos a la superprotección y las subvenciones son el opio que no deja avanzar. Premiemos a quien avanza sin ellas", afirmó el también director del Centro Internacional de Derecho Administrativo y Reforma Regulatoria.
El catedrático censuró que los partidos políticos elijan a sus líderes por otra variante de la endogamia: la cooptación. De los sindicatos criticó su alejamiento de la sociedad y del mundo laboral por no incluir a las personas desempleadas en sus filas. Y de muchos sectores empresariales se quejó de que "buscan ampararse en la prevalencia del Estado para que les proteja con privilegios". Como ejemplo de endogamia típica citó la resistencia de los taxistas a nuevos formatos de prestación del servicio. "En lugar de pedir que se reforme la normativa para hacer conciliar la defensa del servicio de taxi con la entrada de nuevos formatos en la prestación del servicio de transporte gestionados a través de aplicaciones móviles, están intentando boicotear que haya alternativas", lamentó.
El otro ponente del debate, el economista Fernando Faces García, coincidió en que Sevilla sufre igualmente el mal de la endogamia, una gran lacra que impide la renovación y la competitividad, y convino en que ha acabado enraizando en la cultura popular. La consecuencia negativa de este enraizamiento es que "se ve hasta normal encontrar trabajo donde los que están dentro deciden quién, cuándo y cómo entra (quien pide trabajo) en función de las redes familiares o clientelares".
Para Faces, doctorado en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto y profesor de Macroeconomía del Instituto Internacional San Telmo, la situación en Sevilla ha mejorado respecto a "hace 40 ó 50 años". Añadió que en la administración pública se acaba con la endogamia si la financiación de todos los departamentos y organismos se liga al cumplimiento de objetivos. "A peores datos, menos aportación. Y ya no podrán conformarse con ser endogámicos y gestionar mal: necesitarán incorporar talento, porque de lo contrario se quedarán sin recursos y sin su puesto de trabajo".
De los partidos políticos, para el economista son un clarísimo ejemplo de endogamia y exigen "silencio y lealtad" a cambio. Faces puso como ejemplo que en España y en Andalucía "se ha fomentado la endogamia extensiva, bajo el pretexto de conceptos como concertación y paz social, lo que ha llevado a los sindicatos y a las patronales a tener tantas complicidades con el poder que han acabado siendo corresponsables de escándalos como el de los cursos de formación o el de las tarjetas black". Criticó la falta de independencia de la Agencia Tributaria, la Comisión de Defensa de la Competencia y, a nivel andaluz, de los organismos de control de la administración. Y lamentó que demasiadas empresas conforman sus equipos de dirección bajo criterios endogámicos y "así no sobrevivirán porque no buscan "a los mejores". La solución para acabar con estas prácticas es denunciarlas y no silenciarlas para lograr un trabajo, aunque admitió que eso requiere tener valor.
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