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El espaldarazo del alcalde de Sevilla a la ley seca en la Madrugada

El Gran Poder pasando por el Arco del Postigo la pasada Madrugada.

El Gran Poder pasando por el Arco del Postigo la pasada Madrugada. / Juan Carlos Vázquez

Pasados los días santos, el asunto colea y, con toda probabilidad, seguirá latente hasta la cuaresma de 2023. Las restricciones que ha sufrido la hostelería de Sevilla durante la Semana Santa se ha convertido en uno de los temas de debate de esta fiesta religiosa, que por fin se ha recuperado en su formato tradicional tras verse dos ediciones suspendida por culpa de la pandemia del Covid. Ante la petición del sector y de los partidos de la oposición de que se busquen otras fórmulas, el alcalde de la ciudad, Antonio Muñoz, ha respaldado la medida implantada por la Delegación de Gobernación y Fiestas Mayores de prohibir la venta de alcohol. 

Era una pregunta más que previsible en la mañana del Lunes de Pascua. Una vez que la patronal hostelera hiciera pública su queja por el trato que han recibido los bares en Semana Santa, Muñoz ha sido preguntado por este asunto del que se han hecho eco el PP y Cs. El regidor no ha dudado en defender la prohibición de vender alcohol y ha advertido de lo que se juega la ciudad durante estos días. "En la Semana Santa nos jugamos mucho la imagen que proyectamos de Sevilla", ha insistido en dos ocasiones. 

Lo cierto es que los hosteleros no sólo se han referido a esta ley seca, sino al hecho de que se retiraran los veladores mucho antes de lo acordado con el Ayuntamiento y a ciertos comportamientos que han tenido algunos agentes de la Policía Local durante la pasada fiesta con los dueños de los establecimientos. Unos inconvenientes que ha sufrido un sector que se encuentra en plena remontada tras las estragos causados por la pandemia. 

La retirada de veladores

La retirada de los veladores no sólo ha afectado a los bares en calles por las que pasaban cofradías, sino también a aquéllos situados en vías de evacuación. Según los hosteleros, tenían que acabar con este servicio una hora antes de que transitaran los cortejos, pero en la práctica han comenzado mucho antes, incluso en días de lluvia, como el Martes Santo, cuando no salió ningún paso. 

Muñoz no ha entrado en estos detalles y se ha centrado en un aspecto muy cuestionado: el cierre de los bares en la Madrugada, lo que ha provocado que las personas que acudían a ver las cofradías a esas horas no dispusieran de ningún local para tomar café o comprar agua. Ante las quejas recibidas, el regidor hispalense ha lanzado una pregunta al gremio hostelero y a los partidos de la oposición: "¿Qué habría ocurrido si la Madrugada estuviera salpicada de incidentes y al día siguiente hubiéramos sido noticia por ello? Estaríamos ahora rasgándonos las vestiduras". 

Ante tal hipótesis -que se ha hecho realidad en varias ocasiones desde que comenzó el siglo XXI- Muñoz ha mostrado su "satisfacción" por "garantizar la seguridad". Un logro del que se enorgullece, pese a ser consciente de que "suponga el sacrificio de sectores como la hostelería". Un principio que ha mantenido desde que comenzó a planificarse la Semana Santa el delegado de Gobernación y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, impulsor de esta ley seca

La postura de la oposición

El PP y Cs se han hecho eco de las quejas de los bares. El candidato popular a la Alcaldía, José Luis Sanz, ha reclamado al gobierno local mayor "diálogo" con el sector. Ha acusado a Muñoz de "incumplir" lo pactado con los hosteleros antes de la Semana Santa. Por su parte, el portavoz de Cs, Álvaro Pimentel, ha rebajado el tono crítico y ha planteado alternativas a la ley seca y a las restricciones de horarios y servicios que se aplican en esta actividad durante la celebración religiosa. 

El alcalde ha recogido el guante de esta última propuesta y ha ofrecido a la hostelería su "mano tendida" para "modular" algunas cuestiones la próxima Semana Santa. Una puerta abierta al diálogo y al consenso, aunque sin olvidar un principio inquebrantable: "Todos sabemos lo que la venta de alcohol puede propiciar, incidentes que luego lamentamos". Por tal motivo, ha insistido en que la ley seca "es el camino". 

El cierre de los bares, no obstante, trae consecuencias que no han pasado desapercibidas para el gobierno local. El propio Muñoz ha reconocido la falta de aseos públicos, lo que ha provocado que el Viernes Santo amaneciera con un desagradable olor a orines en las calles del centro de la ciudad. "Los urinarios que se han instalado han resultado insuficientes. Había muchas colas. Es algo que anotamos para 2023", ha confesado. 

Cenas tempranas

Pero no sólo la ley seca ha perturbado el servicio hostelero en la primera fiesta de la primavera. Los horarios de clausura han provocado que sevillanos y turistas se encontraran con los bares cerrados o que no admitían más clientes a una hora bien temprana. Sirva de ejemplo lo ocurrido en los negocios del Arenal la noche del Viernes Santo, la jornada con más cofradías por la zona. A partir de las 23:30 no había servicio de cocina. Ni siquiera en el establecimiento de comida rápida de la calle Santander. Una vez que se había encerrado la Carretería y que habían pasado por allí el Cachorro y la O y estaba cerca Montserrat, no había donde cenar. Una imagen un tanto desoladora para autóctonos, ya que un horario de cena temprano es más propio de turistas. 

Muchos camareros, además, se han quejado de que se han visto obligados a ejercer de policías durante la celebración para que los clientes cumplieran las "rígidas" normas. Por ejemplo, en un bar de la calle Herbolarios (entre la Plaza del Pan y la Alfalfa) una familia con más de cuatro miembros no podía ocupar un velador, debían repartirse en dos, aunque hasta en este punto había limitaciones, pues las normas perseguían evitar que acudieran grandes grupos a los establecimientos. Restricciones que provocaban en la mayoría de los casos que los comensales abandonaran el bar y buscaran otro emplazamiento. 

Situaciones que han de ser tenidas en cuenta para mejorarse de aquí a la Semana Santa de 2023. Ya que, como también han denunciado muchos ciudadanos, la prohibición de vender alcohol para ser consumido en la calle no ha evitado que muchos jóvenes compren el pack de la botellona en negocios alejados del centro de la ciudad para ser consumidos al paso de las cofradías. Aspectos que deben mejorarse tras una fiesta que ha destacado por la falta de incidentes graves y en la que la ocupación hotelera, según los datos aportados por el alcalde, ha sido del 90%.