UCI: en el corazón de la lucha por superar el coronavirus
Hospital de Valme
En el servicio de Medicina Intensiva del Hospital de Valme trabajan 82 profesionales que se ocupan del cuidado de aquellos a los que el virus ataca con mayor virulencia
Todo el mundo mira hacia ellas, pero muy poco se sabe de su funcionamiento. En las unidades de Cuidados Intensivos se libran estos días las peores batallas contra el coronavirus. Una lucha diaria y sin descanso por sobrevivir que representa por un lado la dimensión de la amenaza del coronavirus y, por otro, la implacable respuesta de los profesionales sanitarios contra la pandemia.
No son tiempos para dar nada por perdido y en los hospitales de la provincia se han lanzado a multiplicar camas y recursos para poder dar respuesta al elevado volumen de las necesidades. Ya lo explicaba el jefe de medicina intensiva del Hospital de Valme, Antonio Lesmes Serrano, esta semana en una carta de agradecimiento que dirigió a los profesionales de su área sanitaria. "No hemos dejado de ingresar a ningún paciente que precisara ingresar en la UCI, ya fuese Covid-19 o no covid", recogía la misiva.
En la UCI de este centro del área sanitaria sur de Sevilla la pandemia no pilló por sorpresa y un exhaustivo seguimiento de lo que se estaba haciendo en Italia y luego en Madrid, llevó a los responsables del hospital a adelantarse a la gravedad del asunto, explica Lesmes Serrano. "Estuvimos en contacto permanente con médicos intensivistas de Italia y Madrid, se planteó a los equipos directivos de nuestro hospital que nos teníamos que preparar. Fueron muy receptivos no sólo con buenas palabras, sino que pasaron a la acción. Nos solicitaron, no sólo a nosotros sino a los otros servicios implicados, nuestros respectivos planes de contingencia, se les presentó y pusieron todo su empeño en ponerlos en marcha", relata el doctor.
La UCI del Hospital de Valme cuenta con 14 boxes y sala de intervenciones especiales que, en un tiempo récord y con el objetivo de dar la respuesta adecuada y organizada a los pacientes críticos durante esta pandemia, prácticamente se han duplicado. Son la única opción de supervivencia para los enfermos críticos del Covid-19, pero también siguen siendo necesarias para diversas patologías que, por sus complicaciones, requieren de esta asistencia más allá de la pandemia. En este sentido, el centro acometió una reorganización de este servicio para anticiparse al incremento de la presión asistencial y, a través de la coordinación de varios servicios clínicos hospitalarios junto al esfuerzo de profesionales de electromedicina, servicios generales, informática, mantenimiento y limpieza, se consiguió en tan sólo dos días poner al servicio de los ciudadanos del sur de la provincia más del doble de camas de UCI, es decir, se pasó de los 14 boxes habituales a 31 camas más en espacios que eran ocupados por la UCI antigua: nueve camas en el actual Hospital de Día Quirúrgico junto a los ocho box de las consultas actuales de Cardiología, zonas con actividad reducida, como medida de contención, y también reorganizadas temporalmente. Todo ello acompañado del refuerzo de turnos y la contratación de más del doble de la plantilla.
"Hemos duplicado el personal de enfermería y celadores y otros especialistas con competencias afines han venido a echarnos más que una mano", afirma Lesmes Serrano. Pero hay más, la disponibilidad de respiradores, tan cruciales en esta lucha, también se ha multiplicado. "A los 14 respiradores que teníamos en la UCI funcionando, añadimos otros 7 más antiguos después de revisarlos y ponerlos a punto. También disponemos de cinco equipos de anestesia de los quirófanos de El Tomillar que provisionalmente no está funcionado para cirugía programada. A estos sumamos tres equipos de transporte, pero de muy altas prestaciones. En total, la disponibilidad actual en la UCI para afrontar la pandemia es de 31 camas independientes y 29 respiradores", manifiesta.
El ingreso en UCI es algo que se decide por la posibilidad real de supervivencia de unos pacientes a los que el coronavirus ataca con mayor virulencia. Un porcentaje bajo, según el doctor Lesmes Serrano, ("pero muchos de ellos en un corto espacio de tiempo", matiza) que presentan un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda muy grave que se conoce como Síndrome de Distress Respiratorio del Adulto (SDRA). "Esto es lo que marca la diferencia entre la atención en planta y en cuidados intensivos. En estos pacientes tenemos que mantener la función respiratoria con la ayuda de respiradores y, dada la gravedad, utilizando técnicas complejas de soporte ventilatorio. Además de esta terapia, suelen asociarse con mucha frecuencia fallos de otros órganos como el cardiovascular, renal y hepático, por lo que tenemos que recurrir a dar además soporte hemodinámico y de reemplazo renal", explica.
La unidad cuenta con un equipo formado por 10 médicos especialistas, 5 residentes realizando la especialidad, 35 enfermeras, 25 auxiliares de enfermería, 6 celadores y una administrativa, que llevan en sus hombros la carga más dura, el dilema moral más insoportable de la pandemia, pero también uno de los mas agradecidos. Cada salida de la UCI es un triunfo y en los hospitales se ha convertido en una fiesta de aplausos y vítores hacia los luchadores que consiguen dejar atrás la parte más dura de la enfermedad, pero también es una superación personal.
"Es muy duro actuar ante lo desconocido. Estamos ante una cosa nueva, cuyo tratamiento mas adecuado desconocemos, los pacientes presentan problemas inesperados muy graves que resolvemos según se presentan, pero que no podemos anticiparnos a ellos. Dicen que somos héroes, pero nadie de los que me rodean se lo considera. Todos son profesionales que ponen todo su empeño en hacer su trabajo lo mejor que pueden. ¿Sabe para mi quienes son los verdaderos héroes? Los que están en sus casas ahora y que dentro de poco tendrán que sacar a nuestro país de la crisis económica en la que esto nos ha metido", manifiesta el responsable de la unidad.
La transición de los pacientes desde esta unidad a la planta, también es algo que se cuida mucho en este centro y, a través del programa de enfermería conocido como Alta Asistida, el centro garantiza la seguridad y la humanización de los cuidados en pacientes especialmente vulnerables, como consecuencia del estado crítico de su enfermedad y tras estancias prolongadas y terapias invasivas, evitando así la ansiedad del paciente y su familia por sentir desprotección en su nueva ubicación hospitalaria. El programa, que lleva dos años desarrollándose y que ahora ha cobrado especial relevancia, consiste en el acompañamiento del paciente que es dado de alta en cuidados intensivos hasta su nueva ubicación en el área de hospitalización por parte del equipo asistencial que lo ha estado atendiendo, formado por el enfermero y la auxiliar responsables del paciente.
Según explica el supervisor de la UCI del Hospital Valme, Manuel Montes, la indicación de este programa asistencial es para pacientes de UCI con ingreso prolongado, considerado como tal una estancia superior a 20 días. También incluye pacientes que presenten desorientación y/o agitación junto con la imposibilidad de familiares para estar presentes en el momento del alta o bien que se necesite transmitir información directa a los enfermeros de la unidad de destino. Ahora, además, se están beneficiando de esta iniciativa pacientes con Covid-19 debido a sus estancias prolongadas y a la afectación emocional añadida por el impacto de esta pandemia.
Antonio Lesmes Serrano. Jefe de la UCI del Valme
"Las llamadas de teléfono a la familia para darles el parte diario de los pacientes es de lo más duro que se puede vivir"
Las férreas medidas de aislamiento decretadas por el estado de alarma también hacen más duro aún el trabajo en estas unidades, sobre todo, en lo emocional. La imposibilidad de las visitas de los familiares y la comunicación diaria de los profesionales con ellos desde la distancia, asegura el responsable de la unidad "es de los momentos más duros que se pueden vivir". "El parte diario sobre la situación en la que se encuentra un familiar ingresado en la UCI lo hacemos a través de llamadas telefónicas y, en algunos casos, al tiempo de dar la información telefónica, se hace una videollamada para que los familiares puedan ver a su allegado. En los casos en que el paciente empieza a recuperarse, la videollamada se realiza en directo para que el enfermo al menos pueda oír a su familiar. Esto, puedo decirles, es de los momentos más duros que se pueden vivir. A ninguno de los profesionales que están presentes en esos momentos dejan de humedecérseles los ojos" relata.
La contagiosidad del coronavirus es otro factor añadido al día a día en el trabajo de las unidades de cuidados intensivos que obliga a los profesionales a protegerse de arriba abajo para prevenir la transmisión y combatir un temor compartido por todo el personal de los centros sanitarios: el llevar el virus a casa. "El trabajo es mucho mas fatigoso. El tener que trabajar con EPIS, vestirse con ellos y desvestirse (lo realmente peligroso) es agotador. Hemos diseñado tener al personal en cremallera, un experto de UCI con otro nuevo, y creo que está dando buen resultado" explica. Unas medidas de protección que el jefe de la unidad más expuesta al contagio considera han estado a la altura sin que, "en ningún momento", les haya faltado material tales como mascarillas, gafas, batas impermeables, guantes o pantallas faciales." A nadie de la UCI le ha faltado ningún equipo de protección en ningún momento", subraya el médico intensivista.
"La verdad es que no tengo nada que añadir a lo que están diciendo las autoridades sanitarias al respecto. En esto tenemos que estar todo el mundo a una. Yo obedezco al pie de la letra lo que dicen las autoridades sanitarias. Me lavo mucho las manos y además nada más entrar en casa me ducho y me lavo de pies a cabeza antes de saludar a mi familia", concluye el jefe de la UCI del Hospital de Valme.
También te puede interesar
Lo último